𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐒𝐄𝐒𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎

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❝injusto y bello❞

𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋




𝐄𝐋𝐋𝐎𝐒 creían que iban a tener el tiempo suficiente para felicitarme, pero no contaron con que mi emoción podría superar ese momento tan corto al ver mi cara transformada por la felicidad. Abro la boca, trago una gran bocanada de aire, y la calma se sustituye por la exaltación. Recibo sus miradas con gusto. Parte del grupo de la cátedra siempre me apoyó en todo lo que estuvo en sus manos y corazón.

—Felicidades por haber concluido con éxito la carrera de Medicina, doctora Reiko —exclama Takaeda quien, curiosamente por las vueltas que da la vida, fue una de las profesoras que me escuchó defender mi tesis sobre el cáncer en honor a Mel—. ¿Qué puedo decirte? Eres un ejemplo de superación. Sobra cada palabra que podamos darte ante ese futuro tan grande que construiste tú sola con esfuerzo y dedicación.

—Volveré a verla —prometo con determinación—, y la próxima vez que lo haga ya no seré su alumna, sino su compañera de trabajo.

—¡Entonces ya sabes dónde puedes encontrarme! —Takaeda sonríe como nunca lo ha hecho. Ella fue, más que una profesora, quien fue testigo del infierno que pasaron sus alumnos de primer año. Además, nos ayudó a reintegrarnos a las clases, a prestar su oído en caso de que necesitáramos su escucha, y muchas cosas que no entrarían en una lista hecha con apresuro sobre la marcha—. Será un honor poder trabajar con usted, colega.

La puerta del aula está abierta de par en par y, ahí afuera, me espera un día soleado. Hoy, más que nada, he visto las flores más bellas florecer en mi jardín. He visto los pájaros más bellos cantar en las copas de los árboles. Hoy, cuando desperté por la mañana, supe que sería un día grandioso. Presintiendo que todavía queda aún más por disfrutar, corro lo más rápido posible con los ojos llorosos. Ese cuadrado de luz llama mi nombre. Trascurrieron varios años desde aquellos días. Seis es una locura y, al mismo tiempo, un instante.

—¡Aprobé! ¡Soy una doctora! —grito con emoción.

Erwin y Levi ya están cubiertos de huevo, harina y pintura. Hay colores por todos lados, pues ellos entraron antes que yo a defender sus tesis. Nos hemos recibido de médicos con honor. Y ahora, con cáscaras de huevo pegadas al pelo, no hago más que reír a carcajadas. Mamá fue la primera en iniciar los ataques. Luego, Kuchel me desparrama un pote de pintura en la cabeza, ensuciándose los pantalones. Vino toda nuestra familia. Padres, madres, abuelos, amigos y tíos. ¿Qué más se podía pedir?

Los padres de Hinami me abrazan con todas sus fuerzas, y aunque se embarren de comida y pintura, no les importa en lo absoluto. 

—Muy bien, cariño. Ella estaría muy orgullosa de todo lo que lograste —dice Koemi, su madre—. Has sido muy fuerte. Mereces esto y mucho más.

—Me ha dado las fuerzas para no caer. Todo esto es gracias a ella...

Ver a los padres de Eren aquí presentes es alentador. Visito su casa con frecuencia. A veces charlamos por largas horas hasta la noche, y otras tantas nuestras visitas —pues Levi también asiste— son breves. Sin embargo, demostrar que tenemos la intención de seguir incluidos en sus vidas es importante. Por sobre todo, la familia de Eren se ha vuelto también la mía al haber compartido tantos años juntos. Los días favoritos de ambos son cuando cocinamos las galletas que solía hacer Petra, y conversamos en la sala de todo un poco, sin darle tiempo al dolor a que vuelva.

—¡Estoy tan orgullosa de ti! ¡Mierda! ¡Carajo! ¡Estoy feliz! —exclama Azumi, agarrándome por los hombros.

Han vuelto todos a la ciudad, menos Mikasa. Dijo que pronto volvería y, más allá de que el número quedó en algo indefinido, confío en que podremos abrazarla muy pronto. La mayoría del grupo ya se ha recibido. Faltábamos nosotros tres. Fermín trabaja en una empresa y solo se dedica a crear proyectos para alcanzar sus metas. Está hecho todo un galán, pues vive con Azumi en Francia y la comodidad económica les da el lujo de viajar a cuantos países gusten. Adoro despertarme y ver todas las fotos de sus paseos por el mundo. Levi dijo que, al momento de culminar nuestros estudios, finalmente viajaríamos con tal de disfrutar el tiempo y la juventud que nos queda.

𝐇𝐎𝐖 𝐔𝐍𝐅𝐀𝐈𝐑 | 𝗹𝗲𝘃𝗶 𝗮𝗰𝗸𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora