𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐑𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐓𝐑𝐄𝐒

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❝sempiterno❞





𝐕𝐎𝐘 𝐇𝐀𝐂𝐈𝐀 𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐉𝐄𝐑𝐎 automático y saco un par de yenes, mientras Petra termina de sacar la lista de compra de su bolso. En el departamento de Erwin los muchachos están terminando de recortar y pintar las abejas de papel que colgaremos por toda la habitación de la clínica Shibaura. Hicimos bastantes, pues quisimos ser precavidos. Algunos, incluyéndome, somos demasiado inútiles a la hora de dibujar bien. Sin embargo, según las propias palabras de Kaori, la intención es lo que siempre cuenta.

—¿Eso? ¿Nada más? —Mikasa dobla el papel cuatro veces y se lo entrega a Petra que, en vez de guardárselo en el bolso, se lo lleva al bolsillo de su pantalón. El viento ondula su camisa de cuello abierto. Es seco, poco fuerte y cálido.

—Dudo que comamos tanto —contesta—. Las veces en las que hemos llevado mucha comida hemos dejado gran parte. Me sabe mal no aprovecharla.

—Dividiré el total y pagaremos un poco cada una —concluye Azumi, permitiéndose reír—. Llevaremos lo justo y necesario. Ya sabemos quiénes son los más glotones del grupo.

Visité a Mel el fin de semana. Hoy es martes de prácticas, pero Jude está enterado de la sorpresa que tenemos preparada, y le ha gustado nuestra iniciativa. Durante el sábado pude hablar con Luna, y aproveché para contarle todo nuestro plan. Quise que se uniera, y estuvo de acuerdo. Agregó que estaba segura de que a Mel le encantaría. No tan solo por los dulces y las abejas, sino por la presencia de sus amigos en su habitación. Ella me pasó su número y hasta hoy no hemos parado de hablar para coordinar todo meticulosamente.

Entramos a The Rosé Mall; un centro comercial enorme, siendo el favorito de Petra. Por mi parte, jamás he venido aquí y, basándome en la expresión de Mikasa y Azumi, intuyo que ellas tampoco. Dentro, apresuramos el paso al interior del supermercado, donde Petra señala rápidamente un par de cosas con el dedo y yo asiento levemente antes de seguirla por detrás.

—Yo creo que con colorante negro y amarillo estaremos más que bien. Si compro naranja va a quedar un poco raro, ¿no?

—Jamás he visto un muffin amarillo o negro —dice Azumi—. Pero, al fin y al cabo... la que los decorará serás tú, así que quedarán bien.

—Confía en el proceso —Petra sonríe. En algún momento se le caerá el bolso de su brazo si no se lo acomoda un poco mejor. Pero, como si hubiese escuchado mis pensamientos espontáneos, se lo cambia de brazo con la mirada fija en un par de potes de colorante comestible.

Azumi no se equivoca. No he sido capaz de apreciar todas las cosas que Petra Ral hace, pero de lo poco que sí, puedo decir con convicción que nada de lo que pueda salir de sus manos sabe mal. Soy más de la música. Hablando en términos culinarios, podría ocasionar un desastre simplemente intentando calentar un poco de agua. A veces observo a mamá cocinando de todo, y me gustaría, de vez en cuando, tener esa capacidad. Fuyuka no me deja acercarme al horno en casa luego de intentar hacer un pequeño trozo de pan casero. Sobre papá, mejor ni hablar.

Entramos a una tienda de repostería. Petra con suma concentración revisa etiquetas y precios, y yo la observo ser genial en lo que hace. Los potes de colorantes, a diferencia de los que están en las estanterías del supermercado, son mucho más pequeños y sus colores más avivados. Hinami, si estuviese aquí, diría que se parecen un poco más a las sombras líquidas para los ojos. Petra suspira sonoramente. De pronto, su cuerpo se mueve hacia otra sección y agarra muchos moldes de papel; escoge más de tres tras un par de segundos de indecisión. Cuando llega el momento de sacar la cuenta, Azumi saca su teléfono en donde tiene la calculadora, pues le da pereza hacer el cálculo mental.

𝐇𝐎𝐖 𝐔𝐍𝐅𝐀𝐈𝐑 | 𝗹𝗲𝘃𝗶 𝗮𝗰𝗸𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora