𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝐂𝐇𝐎

359 40 12
                                    



la curiosidad mató al gato




𝐌𝐈 𝐑𝐎𝐒𝐓𝐑𝐎 𝐃𝐈𝐉𝐎 𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐒𝐈𝐍 𝐋𝐀 𝐍𝐄𝐂𝐄𝐒𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐃𝐄 𝐄𝐌𝐏𝐋𝐄𝐀𝐑 𝐏𝐀𝐋𝐀𝐁𝐑𝐀𝐒. Se mantuvo tenso hasta que poco a poco entendí que las noches no traspasan las siete de la mañana, incluso en invierno, que la luz del día siempre tarda en salir; las pesadillas no tienen que significar cosas que deban ser objetos de preocupación constante. Más bien, es una representación distinta de lo que nos queda rondando por la mente. Fue completamente ridículo no haber podido pegar un ojo en toda la noche, porque creía que, si apagaba las luces del cuarto, en cualquier momento la bruma iba a volver a formar el cuerpo de Miyazaki entre los árboles. Intenté recordar lo que él me dijo, pero todo rastro de coherencia se esfumó a los pocos minutos de despertar.

—Reiko —me llama Levi, está a mi costado y tiene su hombro pegado al mío. Ambos hemos amanecido con el pie izquierdo, como suelen decir; no quisimos decir nada para no asustarnos más de lo debido, pero era claro que en algún momento íbamos a terminar soltando todo. A pesar de haberse quedado con leves rastros de paranoia, tal vez un poco menos que yo, su expresión sigue siendo demasiado serena. 

—¿Qué ocurre? —me hago la desentendida, pero sé qué es lo que me quiere decir. Yo no estoy tan segura de querer revivir esa pesadilla de camino a la universidad. Levanté tanto la voz intentando actuar como si lo de anoche hubiese sido un sueño dentro de otro sueño, que algunas personas me han mirado al pasar como si les hubiese aventado en la cara alguna que otra grosería.

—¿Qué demonios ha ocurrido anoche? Sí sabes a lo que me refiero.

—No lo sé... —admito. En verdad no lo sé—. Quiero pensar que es solo la sugestión. Tú nos lo has dicho... nunca faltan de esos en las clases. Jean dijo que supo haber chicos iguales en el instituto, pero yo no recuerdo a ninguno de ellos.

—Ya... lo dije para que se les pase la tensión —admite con calma. Luego, se arrima más a mi cuerpo para poder susurrarme al oído—: ¿Le has visto la cara a Fermín? Estaba muy asustado, y casi nunca se pone así, menos por un cualquiera.

—Ignorémoslo y ya... No nos hará nada, porque no mantenemos ningún tipo de relación con él.

¿Será Miyazaki alguna clase de fantasma que solo nosotros podemos ver? Como un muerto que se cansó de la frialdad de su tumba y comienza a buscar el calor de los que están vivos, aunque eso vaya en contra de toda su naturaleza. La vida se termina en cuanto el corazón ya no late, pero, ¿qué tan cierto puede ser eso? Luego, me di cuenta que tal vez mis pensamientos son más paranoicos de lo que deberían ser. ¿Él? ¿Un fantasma? De haber sido el caso, Hashimoto ni tendría que haberlo visto. Debe ser un chico. Un chico muy odiado, o es que él mismo no desea integrarse con las personas porque le causa rechazo el propio ser humano.

—Había un bosque oscuro... yo corría escapando de él, pero luego tropecé al llegar a un lago.

—¿Has visto algo más? Mierda, lo mío no ha sido demasiado diferente de lo tuyo.

—¿Qué? ¿Lo dices en serio? 

—He soñado que estaba en un bosque, corriendo, pero no sabía de quién estaba escapando hasta el final. A diferencia de ti, yo no tropecé, solo vi su rostro de reojo mientras estaba escondido en una cueva —me dice.

𝐇𝐎𝐖 𝐔𝐍𝐅𝐀𝐈𝐑 | 𝗹𝗲𝘃𝗶 𝗮𝗰𝗸𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora