Capítulo I

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Miré nuevamente la hora en la pantalla de la computadora a la vez que presionaba las teclas con una rapidez adquirida por varios meses de estar escribiendo que casi lo hacía como si la computadora fuera una extensión de mí, la música sonaba por una bocina de bluetooth que una de mis compañeras de dormitorio había comprado hace poco. Su dueña Ang, bailaba al ritmo de la música a la vez que terminaba de guardar la ropa que se llevaría en la maleta para poder disfrutar de nuestras dos semanas de vacaciones de invierno cuando la puerta se abre haciendo que todas nos detengamos por un momento para ver quien había entrado.

-¿Alguna de ustedes tiene algo para el dolor? -pregunta Kris, la recién llegada sosteniéndose la cabeza con una mueca-. He tenido un último día escolar terrible.

Volteo a verla deteniéndome por un momento en medio de una frase: en mi lugar tengo pastillas -señalé detrás de mí y aprovechando para estirarme.

-A esta altura ya deberías saber que ella siempre tiene, ¿por qué aún así sigues preguntando? -habló June sentada en el escritorio que estaba frente a mí con una taza de té y una revista de modas sobre sus piernas.

-A veces olvido que sus padres son médicos -responde Kris culpable abriendo mi pequeño ropero para comenzar a buscar en mi botiquín.

-En realidad sólo es mi padre -corregí rápido-. Mi mamá es enfermera.

-Y tu pronto serás una trabajadora social -señala June.

Dejo escapar una sonrisa de lado al oírla ya que era cierto, después de ciertas experiencias en el hospital donde llegaron a trabajar mis padres y dónde pasé cientos de horas, conocí a varias trabajadoras sociales que me hicieron inclinarme por estudiarlo.

-Por cierto, ¿qué tanto estás haciendo? Llevas ahí desde hace rato -interrumpe Angela terminando de cerrar la maleta roja para acercarse e inclinándose para leer lo que hacía.

-Estoy haciendo un programa de atención individual en una persona ficticia -respondo abriendo mi carpeta para buscar unos apuntes-. Eckard me dió la oportunidad de enviarlo el día de hoy -me detengo unos instantes para voltear a verla-. ¿Hoy estuviste con tu novio?

-¿Cómo sabes?

-Ya olvidaste de su olfato desarrollado? -habla Kris antes de tomarse la pastilla.

Sigo viéndola a la vez que alzaba las cejas esperando que confirmara mi respuesta aunque no la necesitaba ya que su ropa olía a la fragancia que su novio normalmente usaba y que no olía mal pero era un aroma un poco fuerte y normalmente me irritaba ligeramente la nariz así que en lo que ella contaba cómo fue su cita y lo mucho que lamentaba no poder pasar las vacaciones entre tanto yo me concentré en mi trabajo hasta que por fin pude concluirlo y enviarlos a mi maestro.

De nosotras cuatro, fueron Ang y Kris quienes se fueron primero, una iba a pasar las vacaciones con su familia en algún lugar al sur de Alemania y la segunda iría con su madre a Hamburgo. A diferencia de ellas, June y yo teníamos que salir del país así que nadie vendría por nosotros para llevarnos con nuestra familia, al regresar tras despedirme de ellas me di cuenta de que June ya tenía su maleta lista y sostenía en su mano su pasaporte y su boleto de avión.

-¿Ya te vas?

-Sí, mi hermano regresa por fin del ejército -explica con calma poniéndose su abrigo-. Probablemente lo vuelvas a ver el próximo semestre.

-Háblale bien de mí, ¿quieres? -pido tomándola por la manga con una sonrisa-. Y también dile que se case conmigo.

-Eres terrible. Lo sabes, ¿verdad? -habla riéndose antes de acercarse a mí-. ¿A dónde irás primero este año?

-Milán, después me voy a Ámsterdam. Mi vuelo sale en la madrugada.

-Bueno, no vayas a destrozar nuestro dormitorio, nos vemos en primavera.

Decidí acompañarla hacia la entrada de la universidad donde ya estaba su taxi esperando por ella para llevarla al aeropuerto y de ahí, hacia Corea, al quedarme completamente sola decido pasar rápido a la cafetería de la universidad la cual estaba casi vacía.

La mayoría de los estudiantes ya se habían ido a sus casas y los que quedaban estaban esperando a sus amigos para irse o que su familia pasara por ellos. Tomé una de las charolas blancas viendo la comida que estaba servida pero al no encontrar nada atractivo termino decidiéndome por una ensalada y un jugo de fruta los cuales comí en una mesa vacía pensando en lo que iba a pasar una vez regresara a la casa de mi madre en un par de horas, ahora mismo podría aprovechar las horas que tenía para ir al gimnasio a hacer ejercicio pero no tenía mucho humor para hacerlo además de que hoy era uno de esos días en que estaba bastante cansada así que podría tomarme esas horas para dormir aún más.

Estando ya en el dormitorio conecto mi computadora a la bocina de Ang poniendo música y programando el tiempo para que dure sólo un rato en lo que me dormía para cambiarme de ropa y subir la pequeña escalera a mi cama sintiendo bastante extraño no tener la presencia de las otras tres conmigo.

-¿Ya llegaste?

-Voy saliendo de la terminal -hablo jalando la maleta-. ¿Dónde estás?

-Alza la mano.

-No lo haré, además no hay demasiada gente aquí.

-Sólo hazlo o te quedarás a dormir en el aeropuerto -responde bruscamente antes de colgarme.

Dejo escapar un suspiro deteniéndome para alzar la mano derecha atrayendo miradas de varias personas hasta que vi a mi mamá acercándose para lanzarse en mis brazos viendo a su novio, Franco detrás de ella con una sonrisa de disculpa y notando que cargaba.

-Gianna, es suficiente, acaba de llegar -habla él tratando de ayudarme a quitármela de encima

-¿Qué tal estuvo el vuelo? -pregunta mi mamá separándose por fin.

-Estuvo bastante tranquilo.

Franco me ayuda con mi maleta para guiarnos hacia el estacionamiento donde estaba su coche esperando por nosotros mientras escuchaba a mi madre hablar de los resultados que había visto en mis estudios y lo bien que estaban, por la ventana del coche estuve viendo los cientos de luces que brillaban e iluminaban la oscura noche en Milán aunque también pude notar las pistas de patinaje que estaban dispuestas para todos.

-Mamá, ¿crees que pueda ir a patinar? -murmuro.

-Sólo si prometes cuidarte.

-Lo hago siempre.

Cada vacaciones de invierno eran diferentes, más que nada por tener tus padres divorciados haciendo que tuviera una doble navidad pero era uno de los pocos divorcios en que los padres no se pelean por quién se quedará qué o con quien vivirá sus hijos ya que ambos aprobaban las parejas que tenían e incluso se seguían hablando con bastante amistad causada por conocerse desde que eran adolescentes, siempre que podían se llamaban y hablaban por largas horas sobre cualquier cosa, era esta relación que sorprendía a mis compañeras de dormitorio ya que los dos conmigo, a pesar de ser muy protectores me daban la libertad de tomar mis propias decisiones.

-Por cierto, ¿cómo está la abuela?

-Está ansiosa por verte -responde Franco-. Ha dejado bastantes regalos para ti y tus amigas debajo del árbol.

-No te preocupes, en dos días podrás abrirlos.

Sonreí con cansancio al oírla, en la maleta también cargaba los regalos que había hecho para ellos tres en los tiempos libres que tuve en la universidad, amaba hacer regalos para todos. Siempre que iba o venía de visita con cualquiera de mis padres traía regalos para ellos ya que era algo que me gustaba hacer además de que valían la pena ya que sólo los veía durante las vacaciones que llegaba a tener.

Al ser de madrugada sólo alcancé a llegar a mi cuarto dejando la maleta en el suelo y dejándome caer en la cama esperando que aquel cansancio no hiciera malas jugadas conmigo.



Bienvenidos a esta nueva novela, para todos aquellos que quieran conocer más sobre esta y en un futuro a los personajes pueden seguirme en mi cuenta de instagram alysse.blake

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