Tuve que irme del hospital a eso de las dos o las tres de la mañana, sinceramente no podía recordarlo pero había sido más que nada por la insistencia de los hermanos y la incomodidad que se sentía entre nosotros pero aquella situación me hacía creer que al menos Jun, la amiga de Haerin, estaba más acostumbrada a situaciones así ya que no tardó demasiado en hablar con sus padres para darles la información necesaria además de que pude notar que en la mochila que traía había casi una farmacia en ella además de que parecía ocupada hablando también con su hermano en un idioma que supuse era coreano, lo que implicaba una clara invitación a retirarse.
—La clase comienza, que pase el primero —ordené sentándome en mi escritorio a la vez que un chico se levantaba para leer el cuento corto que había hecho.
Mi mirada no pudo evitar prendarse en el asiento donde usualmente se sentaba y haciendo también notoria la ausencia de su otra amiga e incluso fue así cuando llegué al trabajo y su escritorio estaba vacío, supongo que era de esperarse considerando lo difícil que había sido la noche.
—Escuché que estabas haciendo la transcripción con Hari —habló Aiden entrando a la pequeña cocina para tomar su taza—. Escuché que no pudo venir porque tuvo fiebre toda la noche y pidió permiso por unos dos días más.
—¿Fiebre? ¿En serio dijo que tenía fiebre? —pregunté tras unos segundos con una ligera confusión.
—Si, probablemente porque la estas haciendo trabajar demasiado —acusó con una voz calmada aunque más bien parecía un reclamo antes de detenerse y voltear a verme—. Espera, ¿acabas de mostrar preocupación por alguien?
—¿De qué estás hablando? —respondí con una voz neutra, sin emoción—. Sólo lo digo porque tengo que seguir con la transcripción.
Antes de que pudiera seguir hablando salí de ahí caminando hacia mi escritorio donde me esperaba el manuscrito, el cual me había traído de casa para intentar avanzar pero no había logrado hacer demasiado porque estaba distraído y aquello no servía demasiado.
—¿Estás lista? —preguntó Brant sosteniendo mi mochila.
—Sabes que sí —respondí con una sonrisa—. Gracias por venir a recogerme.
Casi era imposible esconderle cuando venía al hospital, tanto por revisión normal como para urgencias, no sabía si eran mis padres quienes le avisaban o Lysse pero siempre aparecía para ayudarme con los papeles de mi salida.
—¿A dónde te llevo? —me mira sosteniendo el volante.
—Tengo que ir a la universidad —murmuré moviendo las manos para evitar tocarme la nariz—. Jun dijo que me había llegado un paquete.
—De seguro tu abuela ya logró doblar la cantidad del año anterior —se detiene unos segundos antes de voltear a verme—. También escuché que en ese día tendrás tu presentación.
—Sí, sí puedes ir.
A pesar de que se sentía que había pasado demasiado tiempo, sólo había sido un mes. Un mes lleno de demasiados cambios y problemas pero que en cierto modo valían la pena así que cuando pasé a recoger mi paquete noté la enorme caja que mi abuela me había mandado y la cual me costó un poco de esfuerzo para llevarla a mi dormitorio donde estaban las cuatro reunidas y esperando a ver el resultado del arduo trabajo de mi abuela así que cuando la abrí las rosas no tardaron en aparecer.
—Como siempre, tu abuela teje hermoso —señala Ang admirando una rosa de cerca—. Quisiera aprender a hacerlo.
—Dices eso cada año y cuando Haru se presta a ayudarte te hartas —reclama Jun con un par de rosas en su mano.
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Cuando escriba tu historia.
RomanceUna cafetería en Amsterdam fue donde lo vi por primera vez y aquella aura fría atrajo mi mirada imposible de quitarme la imagen de aquel sujeto, semanas después lo volvería a ver como maestro de escritura creativa en nuestra universidad con la oport...