Capítulo IX

90 7 2
                                    

Me muevo debajo de las cobijas quejándome al escuchar mi celular sonando incesantemente, una y otra vez dándome cuenta de que no era la alarma ya que no la había puesto para ese día con la finalidad de poder dormir lo necesario pero cuando volvió sonar contesté.

—Espero que sea algo de vida o muerte —gruñí sin abrir los ojos.

—Todavía no tienes clase, ¿o sí?

—¿Qué hora es, Jun?

—Las 8:30

—No, aún tengo media hora —respondo sentándome por fin en la cama—. ¿Por qué?

—Necesito un favor —habla deteniéndose un segundo para hablar con otra persona y continúa—: ¿Podrías traerme mi cuaderno de bocetos? Lo olvidé en mi escritorio.

—No quiero ir, sabes que si voy tus compañeros me van a acosar.

La escuché quejarse al otro lado de la línea pero era cierto, cada vez que me presentaba con ella sus compañeros insistían para que fuera su modelo para sus presentaciones las cuales eran 3 por semestre, sin importar cuantas veces me negara ellos insisten aún más y por ello dejé de ir.

—Por favor, Haru —suplica con una voz suave—. Prometo comprarte la comida toda la semana.

Abro la cortina notando las camas vacías y el dichoso cuaderno sobre su escritorio así que terminé aceptando. Baje de mi cama para tomar ropa limpia para darme una ducha y tomar mi mochila junto con el cuaderno de Jun.
Al entrar al departamento de modas fue bastante sencillo identificar a Jun entre las mesas y las telas que habían en el lugar ya que ella era la única que, sin importarle el clima, se vestía como si tuviera que ir a una pasarela en ese momento.

—¿No crees que vas vestida muy... Exorbitante para la hora que es? -—pregunté en cuanto llegué a su mesa sintiendo ya las miradas de sus compañeros—. Toma tu cuaderno.

Jun traía un vestido de color café junto a unas medias de color negro que le llegaban un poco más arriba de la rodillay un abrigo del mismo color ajustado a su cuerpo.

—¿No tienes frío?

—Así es como tú deberías vestir —responde tomando su cuaderno—. Con ese cuerpo deberías hacerlo.

—Por eso tú eres quien me viste.

Sonrío acomodando mi mochila antes de dar media vuelta para salir de su salón antes de que me pidieran ser su modelo no sin antes escucharla decir que hoy la esperara en la cafetería para que pudiera pagar mi comida así que me fui hacia mi clase de derecho.

Cuando la clase acabó me fui de nuevo hacia el salón de danza sabiendo que saldría de su clase hasta la una de la tarde así que no tendría ningún problema si ensayaba un poco pero no tardé en darme cuenta en que si los tendría cuando escuché el sonido de sus tacones acercándose.

—¡Demonios, Haru! —la escucho exclamar haciendo que volteara a verla—. ¿Qué es eso?

Miré lo que estaba señalando y lo único que pude hacer para defenderme fue sonreír con la mayor cantidad de inocencia posible a la vez que ella me tomaba la manga de mi playera haciendo que viera la mancha de sangre.

—Te dijeron que no te esforzaras demasiado.

—Sabes que tiene que salir perfecto —murmuré como si aquello fuese una disculpa suficiente.

—Sí, pero no acosta de tu salud —me riñe rápido.

—No te preocupes tanto por ello. Iré la siguiente semana a hacerme un chequeo.

Jun suspiró con pesadez antes de darse media vuelta para entrar por fin a la cafetería conmigo siguiéndola con una sonrisa esperando que así ella me perdonara, tras un rato Ang también se nos unió junto a su novio haciendo que me enrollara las mangas para que no se viera la mancha de sangre.

—Escuché que estarás en la muestra de mañana —menciona Hans volteando a verme con una sonrisa—. Aunque no es algo que me sorprenda demasiado.

—¿Van a estar ahí?

—¡Claro que sí! —responde esta vez Ang—. Sabes que siempre estamos en tus presentaciones, además tus padres querrán verlo.

—Por cierto, ¿estuviste practicando con lentes?

Asentí a la vez que masticaba mi sándwich, tenía que usar lentes de vez en cuando porque no era del todo fanática de los lentes de contacto y me costaba demasiado usarlos.

—¿Puedes hacer ballet con los lentes puestos?

—Mientras no se caigan todo está bien —le respondí a Hans con una sonrisa.



Me aflojo un poco la corbata en cuanto entro al auditorio notando que varias personas estaban llegando, la mayoría eran estudiantes que parecían emocionados por la presentación a la vez que yo me preguntaba el porqué había venido cuando vi que alguien se acercaba a mí con una sonrisa.

—Señor Meyer, es un placer tenerlo aquí.

—Gracias por la invitación —sonreí esperando que no se viera tan forzado mientras estrechaba la mano del director—. Parece que muchos están expectantes al evento.

—Si, la verdad es que escuché que algunos vinieron a ver la demostración de los de danza —habla él con un gesto que me indicó lo mucho que también lo estaba esperando—. Tenemos a varios alumnos excepcionales en el grupo pero hay una que es verdaderamente increíble.

En cuanto terminó de hablar se dió el aviso de que el evento ya iba a comenzar así que se tuvo que disculpar para irse hacia el escenario dando un discurso para dar la bienvenida al nuevo semestre y comenzando a enunciar las diferentes presentaciones que se tendría en el evento, uno a uno fueron pasaron; pasaron los de fotografía con una muestra de varias fotos en blanco y negro, algunas pláticas cortas sobre los de deportes como natación, atletismo o futbol, hubo una pequeña puesta en escena por los de teatro al igual que un corto desfile de modas.

—Ahora para cerrar el evento, tendremos la presentación del grupo de danza con la alumna Haerin Millaen.

Los aplausos iniciales resonaron por el lugar cuando ella por fin apareció en el escenario, con el vestido negro se pegaba a su piel como una segunda capa y pude notar que tenía ligeros brillos. Ella se prepara haciendo que el silencio se ponga en todos lados antes de comenzar a bailar cuando las primeras notas del violín sonaron y lo pude reconocer como una pieza del lago de los cisnes.

Sus movimientos eran fluidos, se alzaba sobre las puntas y giraba con naturalidad, como si hubiese nacido para estar en un escenario, pude entender las palabras del director claramente cuando la vi bailar pero cuando por fin las notas finales llegaron con lentitud terminando con la última pose atrayendo nuevamente a un público encantado que se levantó para aplaudir con emoción a la vez que ella hacía varias reverencias con una sonrisa amplia en sus labios antes de salir del escenario.

Aún podía escuchar unos gritos emocionados y al voltear pude ver a unas cuantas butacas de las mías a una chica que iba en mi clase junto a otras dos quienes cargaban dos ramos de rosas y se escabullen hacia donde estaban los camerinos, lo que me hizo entender que iban a encontrarse con su amiga aprovechando la multitud que comenzaban a levantarse de sus asientos decidí salir de ahí para evitar que el director me detuviera para hablar aunque internamente y mientras salía del auditorio me di cuenta de que también quise ir a los camerinos

Cuando escriba tu historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora