Capítulo XVII

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Para el evento benéfico se decidió que haríamos una presentación de tango así que para hacer las parejas tuvimos que hacerlo al azar, metiendo los nombres en una bolsa para poder elegir de manera justa pero la verdad no podía creer que este tipo de suerte me tocara cuando saque el papel y vi el nombre escrito, simplemente era de no creerlo.

—Realmente quisiera cambiar contigo —murmuró una chica a mi lado al ver mi papel—. Pero no creo que Riska lo permita.

Si, gracias a que Riska de algún modo tenía demasiada fe en que tendría más suerte puso la regla de que no habría cambios de pareja así que estaba forzada a hacer esto.

—¿En serio? —gruñó Jeon al ver el nombre.

—Bien, todos con su pareja —ordeno a la vez Ris quien no pudo esconder su mueca al ver que estaba a lado de Ryan Campbell.

Él ya mencionado no parecía querer ocultar lo mucho que le satisfacía la situación al saber que sería mi pareja así que no tardó en acercarse a mí, lo único que tenía que hacer era soportar esas dos horas para poder irme. 

—Descubrí que tienes dos apodos —comienza a hablar en cuanto la música sonó—. ¿Por qué tengo que llamarte Hari? 

—Porque claramente no somos lo suficientemente cercanos —gruñí con molestia—. Si conoces los dos apodos deberías saber la diferencia de usar uno o el otro.

—¿Y qué debería hacer para acercarme lo suficiente a ti como para llamarte por tu segundo apodo? —preguntó demasiado cerca de mi oído.

¿Por qué tenía que ser tango? Me pregunté rápido distrayéndome por unos instantes haciendo que cometiera un error y que lo pisara, algo que realmente me llenó de placer a pesar de que no lo había hecho con la suficiente fuerza como para que se alejara un poco de mí. 

—Tal vez deberías ir olvidándote de eso —le respondí con una sonrisa inocente ya que no iba a disculparme.

—Eso me hace querer intentarlo aún más. 

En cuanto acabó la canción me alejé de él para fingir que iba a tomar un poco de agua esperando poder sacudirme la sensación de su presencia sobre mí, estaba bastante molesta por ello.

—¿Tú también ves lo que yo? —pregunté en voz baja—. Es como si nadie más pudiera verlo.

—Yo veo a un idiota que esta intentando en vano —respondió Jeon con cierto enojo—. Tal vez para la próxima, en vez de pisarlo deberías darle una patada en…

—Ya entendí —interrumpo rápido al saber lo que diría—. Por ahora lo mejor será intentar que esto pasé lo más rápido posible, ¿no crees?

Jeon, al igual que su hermana, era incapaz de poder esconder sus emociones así que todo el mundo podría ver lo mucho que odiaba al nuevo quien no parecía inmutarse y que disfrutaba de la atención de las demás chicas del club de danza pero que al sentir nuestras miradas sonrío como si nada. 

—Realmente quisiera darle un buen golpe.

—Ustedes los Kim son unos agresivos —señalé divertida antes de darle un empujón—. Ven, bailemos un poco.

A pesar de que era probablemente que termine bailando toda la noche del evento con Ryan no podía negar que disfruté más bailar con Jeon, quien parecía querer distraerme de toda esa situación y lo cual agradecía. 

Aunque el día no parecía querer mejorar en ningún aspecto porque cuando llegué a mi escritorio en Caltes pude notar que el ambiente se sentía demasiado tenso además de que no tardó en aparecer un mensaje en mi computadora. 

“EM enojado, no hagas que te corten la cabeza” 

Miro por un costado de la pantalla de la computadora para ver el escritorio de Christa quien hizo la misma acción y me dijo por medio de señas que Eclis Meyer estaba enojado así que no pude evitar ver hacia el escritorio de él, quien mantenía el ceño fruncido mientras leía un manuscrito el cual tenía demasiados post-it en él así que supuse que había algún problema ahí pero no pude evitar notar que su mano derecha estaba lastimada pero la no quise entrometerme más así que decidí revisar todo lo que tenía que hacer para comenzar a aliviar la carga del trabajo.

El maldito de Klaus se acobardó en cuanto llegamos así que tuve que entrar solo a la maldita arena ayer pero por fortuna había ganado la pelea así que obtuve unos cuantos euros a mi favor aunque no era como si realmente los necesitara. Lo único bueno es que ese lugar se asegura de que nadie hable de las personas que participan en las peleas así que es un anonimato casi asegurado.

 —¡Millaen!

La chica se levantó rápido de su asiento para acercarme a mí, me pareció como si fuera una ardilla asustada y por un instante quise reír sobre ello pero me limité a tener el rostro serio mientras le daba las órdenes de sacar unos juegos de copias para algunos de los nuevos escritores. Durante los últimos días había observado a esa chica con atención, demasiada para mi gusto pero algo en ella parecía atraer mi mirada, como si fuese una especie de imán. 

—¿Me quieres decir porque aquí parece como si fuera un funeral?

—No sé, ¿quieres que lo convierta en tu funeral? —respondí volteando a ver a Aiden.

—No entiendo, ¿cómo puedes ser así? —se queja sacudiendo la cabeza—. Haces que todo el ambiente laboral sea deprimente. 

—Mejor revisa esto —le doy el manuscrito—. Y si puedes habla con el autor para ver un arreglo.

Aiden se rinde antes de tomar el manuscrito para irse a sentar a su escritorio a la vez que yo me levantaba para poder ir por un poco de café sacando una de las tazas para poder servirme del café negro que estaba en una jarra de cristal. 

—Él tiene razón, ¿sabes? —escuché una voz a mis espaldas antes de que siquiera pudiera darle un sorbo a mi café—. Deberías estar más relajado aquí.

—¿Me lo vienes a decir tú? 

—Admito que tienes un punto —reconoce la jefa de mercadotecnia con una sonrisa—. Pero tú tienes más contacto tanto con los autores como con la gente que trabaja aquí.

—¿Y que se supone que haga?

—Deberías sonreír más, eres muy guapo pero tu cara de enojo aleja a todo el mundo —habla ella con calma aún sabiendo que no le haría caso—. ¿No crees que serías más agradable para el mundo si sonrieras?

—Escuché que tendremos un taller pronto —cambié de tema—. Para integrar a los nuevos.

Ella suspiró con cierto pesar al oír mis palabras, normalmente era una actividad para socializar pero el director siempre lo hacía de tal forma que fuera una especie de competencia entre los departamentos para ganar ciertos beneficios, algunas veces eran un par de días de vacaciones o comidas pagadas en algún restaurante. 

—Lo siento —murmuro antes de contestar el teléfono—. ¿Qué ocurre?

—Te mandé a unos cuantos candidatos para que sean tus compañeros —habla Klaus rápido—. Léelos, escoge uno y me lo envías para hacer el resto, ah, además necesito que me dejes una copia de tu llave.

—No uso llaves, la puerta tiene contraseña —respondía volviendo a mi escritorio—. Te la mandaré cuando elija a alguno de tus candidatos.

Cuando escriba tu historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora