Capítulo IV

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Me toco el apósito mientras caminaba hacia mi dormitorio saludando a las pocas personas que se cruzaban en mi camino así que cuando abrí la puerta me vi sorprendida por el abrazo de Kristine.

—¿Ya fuiste? —pregunta deteniéndose al ver mi brazo cuando se separa—. Me hubieras esperado para poder ir juntas.

—No tenía idea de que regresarías el día de hoy.

—Y no sólo regresó ella.

Ambas volteamos encontrando a Angela arrastrando su maleta intentando meterla a lo que tuvimos que ayudarla antes de podernos saludar.

—¡Fue sin nosotras! —me acusa Kris con una actitud un tanto infantil.

—Lo dices como si no pudiera cuidarme a mí misma —me queje sentandome en mi escritorio—. Les recuerdo que soy mayor que ustedes dos.

A diferencia de ellas que tenían 19 años, yo tenía casi 22 y sólo iba un año por encima de ellas y eso era porque tuve que dejar la escuela por un tiempo para poder hacer un montón de cosas que me permitieran un poco de independencia. Veo como Ang empieza a poner los paquetes de regalos en nuestros respectivos escritorios y pude leer que en las etiquetas estaban algunas bajo el nombre de su madre.

—Deberíamos salir a comer a algún lado o me tentaré a abrirlos —habla Kris señalando el montón que le correspondía a ella.

—Saben que no pueden abrirlos hasta que llegue June.

—Ella llegará mañana temprano —señala Ang.

Al final y por la insistencia de Kris decidimos irnos a la cafetería por algo de comida y después salir hacia una de las zonas verdes del campus para comenzar a comer hablando de lo que habíamos hecho durante las dos semanas de vacaciones además de que también se nos unió Joham, el novio de Ang, ambos estudiantes de artes visuales y quienes se conocieron en una salida grupal hace año y medio.

—¿Volviste a donar sangre? —pregunta él después de unos segundos.

—Como dicta la costumbre.

No era una verdad ni una mentira, más bien un punto intermedio y sólo intercambié una mirada cómplice con Kristine quien era una de las dos personas que sabían la realidad del porque iba de vez en cuando al hospital además de que ella comenzó a hablar sobre sus deseos de que este semestre fuera un poco más relajado que el pasado a la vez que yo deseaba que no pasara nada malo.

A la mañana siguiente cuando regresaba al dormitorio después de estar en el gimnasio fue como experimentar un deja vú al ser abrazada por June quien, como siempre, estaba vestida como una top model esperando a pasar a la pasarela.

—¿Esto significa que ya podemos abrir los regalos? —pregunta Kris bajando de su cama.

—No seas tan grosera —le riñe Ang dándole un golpe en el hombro—. No tiene más de 10 minutos que llegó.

—¿Qué tal tu viaje?

—Estuvo tan horrible. Había un niño llorando en casi todo el vuelo. —me responde separándose para tomar una mochila donde comenzó a sacar los regalos—. Feliz navidad.

Una tercera navidad fue la que tuve en aquel dormitorio que no tardó en llenarse con envoltorios en el suelo y cajas vacías donde cada quien estaba admirando todo lo que habían recibido por nosotras y nuestras familias.

—Debo decirlo, amo los suéteres que hace tu abuela —me mira Kris con su nueva adquisición—. La amo.

—Ella las ama a ustedes —respondí viendo mi nueva pijama.

Cuando escriba tu historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora