Capítulo XII

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Había conocido a Brant casi en el primer año que ingresé al hospital, con unos padres completamente preocupados por la condición de su hija tras descubrir lo que le sucedía. A diferencia mía, él ya conocía su situación prácticamente desde el momento en que había nacido así que ambos estuvimos esperando en la sala de espera de aquel enorme hospital, mis padres hablaban con la mayoría del personal médico ya que ellos trabajaron por un tiempo ahí y él, impulsado por su madre se acercó a jugar conmigo, así que estuvimos encontrándonos demasiadas veces en aquel hospital por lo que comenzamos a hacernos amigos.

—Entonces, ¿te caíste de la patineta? —pregunto tocando ligeramente el moretón de su abdomen notando como se encogía—. Lo siento.

—¿Y tú te metiste en una pelea ajena? —responde con el mismo tono—. A veces tienes demasiada fe en la humanidad. 

—¿A qué te refieres?

—Siempre crees que va a haber algo bueno en todos y luego terminas en accidentes como estos.

Bufé sabiendo que tenía razón aunque tuve que despedirme cuando Lysse entro para hacerle una revisión rutinaria y me avisó que había una chica en mi cuarto así que tuve que regresar para encontrarme con Kris y una mochila que tenía preparada para estas situaciones. 

—Lamento tenerlas que hacer pasar por esto —me disculpo tomando mi mochila—. ¿Jun sigue enojada conmigo?

—Sabes como es ella, se le pasará en un rato y volverá a ser nuestra coreana favorita —sonríe en un intento de tranquilizarme—. ¿Necesitas algo más? 

—No, creo que estoy bien. Les llamaré cuando salga.



—Nuestro querido Eclis por fin hace acto de presencia —escuché la voz burlona de uno cuando me siento en su mesa—. Podríamos pedir un deseo por tan extraño acontecimiento.

—No lo molestes, Klaus —habla una segunda voz detrás de mí.

Volteo viendo a Rodes sentándose a mí lado con una sonrisa a modo de saludo, cada tantos meses se hacía una reunión de ex alumnos a la cual casi nunca asistía argumentando estar ocupado en el trabajo o fuera del país pero esta vez Rhodes había insistido demasiado y realmente podía ser una molestia cuando se lo proponía así que ahora estaba aquí, sentado con varios sujetos que había visto tan pocas veces que podía contarlas.

—Por cierto, Klaus, escuché que te vas a casar pronto.

—Así es —le responde con una sonrisa que podía indicar orgullo si no lo conociera lo suficiente—. Con la hija del dueño de un conglomerado.

—Así que te casas por dinero —hablé antes de tomar un poco de mi cerveza.

—¿Qué dijiste?

El resto de las personas en la mesa nos voltearon a ver atentos a la situación que se desenvolvía ante ellos, cualquiera se hubiera visto sometido por la mirada intensa de Klaus algo que nunca funcionaba conmigo así que le sostuve la mirada con un claro aburrimiento.

—Al menos me casaré con una chica de verdad —habla inclinándose hacía mí—. Pero tú terminarás casándote con tu gato.

—Klaus, no seas tan idiota —interrumpe Rhodes con una calma que indicaba lo mucho que ya había experimentado situaciones como esta—. ¿Podrían dejar de pelear siempre que se ven? En serio, es todo un fastidio. 

—Prácticamente fue él —señalé con el tenedor antes de probar la comida—. Además, necesito ayuda con mi gato.

—¿Escribes un nuevo libro? —pregunta Anton bastante sorprendido y logrando desviar la atención.

—Algo así.

—Por desgracia esta vez no puedo hacerlo. No estaré en Berlín por un tiempo —me mira Rhodes con una sonrisa de disculpa—. Iré a visitar a mi familia.

Volteo a ver a Klaus quien rápido se negó a hacerlo argumentando que mi gato lo odiaba y que podía matarlo si dormía en mi departamento e incluso preguntaron por Aiden pero él tendría más trabajo ahora al tener que ser el asesor de los novatos que vendrían a trabajar a la editorial así que me ponía en una situación complicada.

Decidí dejar que la comida siguiera de forma tranquila escuchando al resto hablar de lo que estaban haciendo actualmente e incluso uno de ellos ya esperaba su primera hija, tras un momento me levanté para salir un momento de aquel lugar para sacar de la cajetilla un cigarro que mantuve entre mis dedos por unos largos instantes decidiendo qué hacer con ello cuando veo una mano extendiendo un encendedor de color negro.

—¿Lo vas a tomar o no?

—No, creo que voy a dejarlo —respondí guardando el cigarro y dándole la cajetilla.

—¿Por qué de repente? —pregunta Klaus encendiendo el suyo—. Llevas fumando desde que entraste a la universidad.

—¿Qué hay de malo con que quiera dejarlo?

Klaus se encoge de hombros exhalando el humo del cigarro, aunque se me complicaba un poco dejarlo y la abstinencia no me ayudaba demasiado pero tenía cierta motivación para hacerlo.

—Hablaré con un amigo para ver si puede ayudarte.

—Gracias, Klaus.



La aguja entro por la vena de mi brazo derecho con un pinchazo que ya no me molestaba, vi la sangre llenar el pequeño frasco en cuestión de segundos antes de que Lysse lo retirara y pusiera un algodón con alcohol.

—Parece que tuviste demasiada suerte. No sufriste más daño aunque ya sabes que de haber sido un golpe más fuerte…

—Lo sé —interrumpí antes de sonreír—. Estoy un poco cansada pero bien. 

—Bueno, llevaré esto para que lo revisen y te diremos en la mañana los resultados. 

Lysse se levanta recogiendo todo para salir notando que había dejado atrás un apósito así que lo tomé y me lo puse en el brazo antes de levantarme asomándome en el pasillo antes de comenzar a caminar por el lugar con mi libreta en mano. Había pasado el suficiente tiempo aquí para conocer cada espacio del hospital y aquello siempre le traía problemas a quienes cuidaban de mí ya que era bastante buena para encontrar los escondites del lugar. 

—¿A dónde planeas ir?

—A buscar un lugar donde escribir sin ninguna presencia molesta —respondí acercándome al elevador.

—¿Quién podría ser una presencia molestia? —pregunta entrando al elevador conmigo.

Volteo a verlo mirándolo por varios segundos: mide 1.86, cabello castaño, corte en la frente y un enorme moretón en el abdomen —señalo tocando la zona lastimada ligeramente—. Si, una presencia bastante molesta.

—No podrías vivir sin mí y lo sabes, Haru.

Cuando las puertas se abren camino hacia la cafetería comprando un jugo con un sándwich para ir a una zona amplia con varias bancas donde me senté dejando todo acomodado en orden.

—Olvidé que eras una de esas personas.

—No me molestes, todo lleva un orden.

—Escuché que te harán un conteo, ¿cuál es la probabilidad? 

—Probablemente necesite una bolsa, he tenido muchos en estos días.

—¿Estrés?

—Si te cuento, ¿me dejarás en paz para que pueda escribir?

Brant asintió así que mientras comía comencé a hablarle sobre todo lo que había hecho desde mi regreso a Berlín tras las vacaciones contando desde los ensayos que tuve que hacer y la presentación pasando por la entrevista de trabajo hasta el golpe que había sufrido ese día, para cuando terminé él cumplió su promesa pero en vez de irse se acomodó a mi lado para tomarse una siesta a la vez que yo comenzaba a dejar que las palabras fluyeran sobre la libreta.

Cuando escriba tu historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora