—Aquí esta su café —me distrae una de las meseras dejando la taza de café negro y haciendo que alzara la vista de la libreta donde estaba escribiendo—. ¿Necesita algo más?
—No, gracias —respondí viendo de nuevo la libreta y notando las ideas que flotaban en la pagina rayada.
—¿Seguro?
Alcé la mirada cuando la campanilla de la puerta sonó al ser abierta así que mi mirada se posó en la persona que entró a paso rápido para acercarse a mí y haciendo que la mesera regresara con sus compañeras con actitud de derrota. Finalmente, cuando ella se sentó frente a mí, cerré la libreta ya que pude notar su mirada desafiante, una mirada que no había visto en mucho tiempo y que a pesar de ello parecía un gran cambio.
—Antes de que quiera hablar conmigo sólo quiero agradecerle por haberla ayudado esa noche —comenzó a hablar con una mirada firme—. Ella puede ser algo torpe pero me alegra que estuviera en ese preciso momento a su lado.
—¿Haru está bien?
—Sí, la mano sanará bien aunque es probable que le quede una pequeña cicatriz —explicó encogiéndose de hombros pero parecía realmente aliviada por la situación—. Es un buen resultado a pesar de la situación aunque ella me dijo que le dio acceso a su historial médico.
Parecía sorprendida, como si no fuera algo que ocurriera tan fácil y lo entendí desde el momento en que leí la primera hoja del historial. Haru había sido diagnosticada desde una edad temprana y había pasado una gran parte de su adolescencia y su ahora adultez en hospitales y aunque esperaba poder hablarlo con ella directamente fue Jun la primera persona que me pidió reunirnos.
—¿Por qué querías verme? —pregunté directo—. No creo que sólo fuera para agradecerme por cuidar de ella.
Se vio descubierta demasiado rápido y pareció tener un gran conflicto interno dudando de si realmente debía decirme sus verdaderos motivos o no sobre esta reunión pero pareció haber tomado una decisión cuando finalmente suspiró rendida.
—Parece que le agradas a Haerin —soltó mirando por la ventana de la cafetería para evitar ver mi reacción—. Más allá de que seas su profesor y su jefe parece que realmente le agradas, tanto como para darte acceso a su historial.
Ahora lo entendía, parecía que con el simple hecho de que Haerin me diera el brazalete era como si me diera la opción de tomarlo como una debilidad que podía ser atacada fácilmente.
—¿Y qué opinas tú? —pregunté esperando ver la respuesta que me daba pero entendiendo por completo la situación.
—Sólo quiero ver si es alguien que realmente vale la pena tener en su vida y no, Haru no sabe que vine a verlo.
Y quiero que siga así, pareció decir con la mirada, claramente preocupada únicamente por el bienestar de su mejor amiga así que no pude evitar sonreír haciendo que se sorprendiera bastante por la situación.
Miré por la ventana mientras la copiadora hacía ruidos por el esfuerzo de sacar dos juegos de un libro que aparentemente prometía demasiado dentro del rango juvenil aunque yo no me sentía emocionada por ello, más bien estaba nerviosa. Normalmente no hacía ese tipo de cosas y no pude evitar ver la pulsera que rodeaba mi muñeca, al día siguiente él la había dejado para que me llevara pero decidí no hablar de ello.
—Que bueno que llegas, tenemos una reunión —escuché la voz del jefe desde el otro lado de la sala de copiado.
—Hubieras empezado sin mí —era Eclis quién respondió, con una voz aburrida, como si no quisiera estar ahí—. ¿Qué vamos a ver hoy?
—Tenemos que ajustar las fechas de publicación de este mes —siguió diciendo el jefe—. Recuerda que pronto tendremos más trabajo con el concurso.
¿Concurso? Me pregunté tratando de recordar la agenda que se tenía a la par que las copias finalmente terminaban por lo que las tomé acomodándolas para salir por la segunda puerta de la sala yendo directamente a la sala de juntas para dejarlas acomodadas además de preparar los vasos, un par de jarras de agua y las libretas de apuntes.
—¿Ya están todos aquí? —preguntó Aiden abriendo la puerta dejando ver a los supervisores además de que entre ellos pude ver a Eclis, quien clavó su mirada azabache en mí como si quisiera decirme tanto con sólo verme pero únicamente incliné la cabeza y pasé por su lado sin decir nada y pasando a lo siguiente que tenía que hacer.
La editorial tenía todo un piso completamente designado a libros de consulta tanto para trabajadores como para cualquier persona que quisiera acceder a ellos y había una gran variedad de temas, desde la forma de escribir cuentos hasta formas de manejo de contaduría y administración. Así que ahora debía de acomodar en su lugar los libros que habían llegado recientemente parte de una gran donación, incluso mientras los acomodaba me di cuenta de que habían algunos títulos que ya no se imprimían actualmente así que eran un material realmente valioso para los que venían a consultarlos.
—¿En serio crees que podrás continuar escondiéndote de mí? —escuché una voz a mis espaldas pero no quise voltear verlo por lo que intenté huir dando el primer paso hacía la izquierda siendo bloqueada por su brazo a la altura de mi cuello y dar media vuelta su otro brazo me encerró contra el librero.—¿No se supone que estabas en una reunión que tardaría demasiado? —pregunté decidiendo mirar hacía los libros cuidando por el pequeño espacio que quedaba para evitar que alguien nos viera de esta forma—. Esto incluso podría llamarse acoso laboral.
—Sólo no quiero que sigas huyendo de mí —murmura cerca de mi nuca—. ¿O caso realmente crees en los rumores?
—¿Te refieres a los que dicen que eres una persona tan fría que podrías congelar a cualquiera que trate de hablar contigo o al que dice que eres incapaz de demostrar emociones? —no contestó por varios segundos y sentí que me había pasado con mis preguntas así que volví a hablar—: ¿Tenemos que quedarnos así? Alguien podría vernos.
Estaba nerviosa al sentir su presencia detrás de mí y no podía dejar de mirar por el pequeño hueco existente entre los libros aunque pude notar como su cuerpo se movía producto de alguna risa que estaba conteniendo.
—¿Acaso te molesta está posición? —preguntó con un tono divertido ahora más cerca de mí antes de suspirar—. Creo que realmente no eres consciente de como me siento hacía ti.
—¿Qué dijiste? —pregunté volteando finalmente a verlo y notando que su rostro se encontraba tan cerca del mío que podría jurar que si se rompía esa pequeña distancia terminaríamos besándonos pero no podía distraerme por esa opción—. ¿A que te refieres?
Eclis recorrió mi rostro con la mirada por varios segundos antes de suspirar e inclinar la cabeza para recargarla sobre mi hombro: quisiera decirte que estuvieras a mi lado pero... —pareció dudar por varios segundos antes de soltar—. También quiero decirte que no seas mía y que no te traeré nada bueno.
—Espera, ¿yo.. te...? —comienzo a hablar completamente pérdida—. ¿Yo.. te gusto?
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Cuando escriba tu historia.
RomanceUna cafetería en Amsterdam fue donde lo vi por primera vez y aquella aura fría atrajo mi mirada imposible de quitarme la imagen de aquel sujeto, semanas después lo volvería a ver como maestro de escritura creativa en nuestra universidad con la oport...