—Llegas tarde —comento cerrando mi libro.
—Si. Bueno, cierta persona no me despertó el día de hoy.
—Dijiste que dejara de hacerlo.
Kristine soltó un bufido al caer en cuenta de que eran ciertas mis palabras a la vez que sacaba sus cuadernos y las puertas se cerraban indicando el inicio de la clase al igual que la presencia de Meyer se hacía presente en el salón.
—Por cierto, ¿hoy no irás con tus personas? —se inclinó para susurrarme y así evitar que nos regañaran.
—Son personitas y no, hoy no.
La realidad era que trabajaba de vez en cuando en un jardín de niños así que había veces en las que tenía que salir corriendo de las clases para llegar a tiempo al jardín aunque normalmente me llamaban los días martes para que no tuviera problemas con mis clases.
—Oye, ¿te enteraste de que no sólo abrieron lugares para las pasantías?
—¿De qué hablas?
Ella me pasa un folleto de la editorial donde se veía la convocatoria haciendo que mi atención en la clase se viera perdida por lo que estaba leyendo deteniéndome en el apartado donde solicitaban un auxiliar administrativo de medio tiempo. Kristine sonríe a mi lado al notar mi interés por el puesto de trabajo cuando saqué mi agenda para darme cuenta de que podía ir sin ningún problema así que durante el fin de semana me dediqué a arreglar mis papeles además de que Jun me ayudó para que me viera presentable.
—¿Estás lista? —pregunta Ang mirándome con seriedad mientras me extendía mis cosas—. Tus papeles y tu bolso.
—Cuando regreses iremos a comer, ¿vale? —me consuela Kris con una sonrisa—. Jun, mas te vale que llegue en una pieza a esa entrevista.
—Llegará bien pero si siguen distrayéndola llegará tarde.
Me despedí de ambas antes de salir de nuestro cuarto para ir al estacionamiento de los dormitorios donde se encontraba el coche de Jun, un sentra de color azul que compró el primer día que ingresó a la universidad con un precio bastante considerable.
—Ponte el cinturón —la escucho en cuanto subo al coche a la vez que ella bajaba los vidrios para que entrara el aire aún frío.
Jun era una excelente conductora así que sabía que no tendríamos un accidente en el camino pero ese pensamiento no calmaba de todo mi nerviosismo por estar en un coche así que de manera casi inconsciente comencé a morderme el labio inferior agradeciendo que no me puse labial ya que sería un desastre pero en el cambio siento un golpe demasiado fuerte contra mi hombro haciendo que volteara a verla: ¿qué te ocurre? —pregunte rápido—. ¿Por qué me pegas?
—Deja de morderte el labio —ordenó con firmeza Jun volteando a verme—. Te vas a sacar sangre y prometí llevarte presentable a la entrevista.
—No va a pasar nada si me muerdo el labio. El conteo salió bien.
—Sólo deja de hacerlo —repite con más firmeza—. No tengo nada aquí para detener el sangrado además de que tienes que verte presentable para tu entrevista.
—¿Sabes? Soy la mayor de todas pero ustedes siempre me tratan como si fuera su hija.
—Lo hacemos por tu bien.
—Lo sé.
Jun se estaciona frente a la editorial prometiendo esperar por mí para que tu no tomara el autobús para regresar a la universidad, me detengo en la entrada viendo el lugar por varios segundos hasta que respire hondo y entré encontrando unos letreros que tuve que seguir para poder llegar a una sala donde habían varias personas, algunos de mi clase de escritura creativa y que estaban igual o más nerviosos que yo.
Tomo asiento en una de las sillas que habían dispuesto para nosotros acomodándome el saco que Ang me había prestado viendo a mi alrededor para ver si podía ver a más personas de mi clase aunque me distraje cuando dos chicos nos dieron unos gafetes con números y un cuestionario que tuve que llenar con algunos datos para tener que entregarlo junto con mi solicitud así que ahora sólo quedaba esperar a que nos llamaran. Los grupos que iban entrando eran de tres personas que entraban a una sala contigua y por lo que escuché, estaban el director, la jefa de mercadotecnia y el editor en jefe.
—Números 22, 45 y 32 —anunció uno de los chicos en voz alta haciendo que revisara mi gafete para confirmar que era mi turno.
Me levante al igual que un chico de mi clase y otra chica, los tres entramos en la sala para sentarnos frente a las personas que nos iban a entrevistar, pude notar que Meyer tenía un rostro difícil de leer, hasta uno podría pensar que estaba aburrido pero no sabía si era cierto o no.
—¿Los tres están aquí para hacer su pasantía? —pregunta la directora con un tono de voz amigable.
—No —respondí un poco más fuerte de lo debido—. Vengo a aplicar para el puesto de auxiliar administrativo.
Los tres compartieron una mirada por un instante antes de decidir que harían la entrevista en conjunto con preguntas que eran tanto para la pasantía como para el puesto del trabajo pero no pasó mucho tiempo hasta que me quedé sola frente a ellos.
—Señorita Millaen —pronuncia la mujer viendo mi hoja de datos—. Veo que llegó con una de las invitaciones de nuestro editor en jefe pero usted no está aplicando para la pasantía, ¿por qué?
—Sí, la razón de esto es que aún no tengo los créditos necesarios para aplicar además de que mi carrera es trabajo social.
—¿Y por qué decidió aplicar? —preguntó está vez el director
—Mi padre siempre me ha dicho que debo aprovechar todas las oportunidades que la vida pueda darme —respondí sincera—. Y creo que trabajar en una editorial tan importantes como lo es Caltes es una oportunidad que no debería dejar pasar.
Los entrevistadores hicieron algunas anotaciones en sus libretas, sabía que al menos 5 serían contratados este año tanto para el puesto que yo solicitaba como para los pasantes así que tenía que dar una buena impresión si quería trabajar aquí.
—También veo que tiene bastantes certificaciones médicas —hablo un hombre.
—Si, mis padres son un cirujano y una enfermera así que he estado en continuo contacto con el área médica y he tomado suficientes cursos.
Durante los siguientes minutos estuve respondiendo sus preguntas de la mejor forma posible con una actitud tranquila y relajada aunque estaba nerviosa por dentro, en cuanto acabó la entrevista salí del edificio notando a Jun tomándose fotos junto con un vaso de café.
—¿Tratas de hacerte embajadora de marca? —le pregunté señalando el vaso de la sirena cuando llegué a ella
—Podría intentarlo —sonríe con confianza—. Este rostro haría que muchos se hicieran adictos al café.
Reí ligeramente al escucharla sintiendo que un poco del estrés que estaba sintiendo se evapora mientras subía al coche para poder regresar a la universidad.
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Cuando escriba tu historia.
RomanceUna cafetería en Amsterdam fue donde lo vi por primera vez y aquella aura fría atrajo mi mirada imposible de quitarme la imagen de aquel sujeto, semanas después lo volvería a ver como maestro de escritura creativa en nuestra universidad con la oport...