Capítulo XXIII

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En cuanto salí del edificio ya comenzaba a oscurecer y nunca había disfrutado tanto de salir del trabajo como en ese momento, había sido demasiado incómodo estar en el mismo espacio reducido que él, además todavía él se detuvo frente a una cafetería para dejarme en su camioneta con el seguro puesto y los vidrios cerrados, lo que no hubiera sido malo por unos pocos segundos pero cuando el tiempo se alargó por varios minutos había comenzado a sentirme nerviosa, otra costumbre mía era mecerme cuando me encontraba en situaciones así. Lo sé, era un poco ridículo, pero realmente me ayudaba a calmarme. Tras lo que se sintió para mí como una eternidad escuché como quitaba el seguro y abría la puerta para subirse extendiendo hacía mí un vaso de cartón.

—¿Lo vas a tomar o no? —pareció gruñir haciendo que extendiera la mano para tomarlo.

—Gracias, profesor —murmuré sintiendo como se calentaban mis manos lentamente.

Después de eso me costó realizar mi trabajo y estuve viendo de manera incesante la hora hasta que por fin salí de ahí, aunque era claro que podía verlo en la casa al menos podía comer tranquilamente ya que antes de que me fuera escuché que el director lo había llamado así que fue un gran alivio para mí ya que pude cenar en paz y meterme a mi habitación sin tanto problema.

Técnicamente con el paso de los días se hizo como una especie de rutina entre ambos para evitar que nos encontráramos en la casa aunque no podía huir cuando lo veía en la escuela o en el trabajo. Él llegaba una hora después de que yo lo hacía a la casa, y después de un rato volvía a salir regresando nuevamente hasta entrada la noche y en la mañana salía mucho antes de que yo lo hiciera.

—¿Qué te pasó aquí? —preguntó Jeon cuando me quité la sudadera que traía dejando ver el top negro y mi abdomen.

—¿Hiciste tu investigación? —respondí en cambio antes de sonreír—. Es común que aparezcan moretones así en mi cuerpo sin razón aparente —pude notar cierta preocupación en su rostro así que sólo hice un gesto con las manos para quitarle importancia—. No es nada, mejor empecemos. El tiempo es corto.

Nos tomo sólo un par de horas dominar la coreografía además de que también me ayudó para mejorar la pronunciación, logrando que sonara casi de manera decente.

—Bueno, vamos a considerar que no hay suficientes personas que hablan coreano como para saber si lo que dices es lo correcto —bromea con una sonrisa.

—Eso espero. Si no será bastante vergonzoso cuando diga algo que no tenga nada que ver con la letra —murmuré realmente preocupada antes de voltear a verlo—. Por cierto, ¿ya está tu vestuario?

—Ya, la chica que me tocó como diseñador estaba demasiado emocionada porque fuera su modelo y creo que ha vivido a base de tazas de café y pocas horas de sueño. 

—Jun, sigue haciendo el mío.

Ambos suspiramos al mismo tiempo antes de reírnos, Jun era demasiado perfeccionista y a pesar de que hacía mi ropa casual, cuando era para alguna presentación realmente ponía demasiado esmero para que todo quedará absolutamente perfecto así que no era de esperarse que tardará demasiado.

—Tengo que irme —continúe antes de levantarme—. Tengo que ir al trabajo.

Tomé mis cosas esperando que el día de hoy fuera un día tranquilo pero para nada me esperaba que esto sucediera en cuanto llegué y vi al director como si no lograra entender lo que me estaba diciendo en esos momentos pero sentí el peso del manuscrito en mi brazos.

—Entonces, ¿lo voy a transcribir sola? —pregunté en un intento de entender la situación.

—No, lo harás con Meyer. Tú sólo te encargas de dictar para que él pueda escribirlo —explica por segunda vez—. El resto de los editores están ocupados con los nuevos lanzamientos y este escritor es de los que no aceptan del todo a la tecnología —me mira expectante, esperando que realmente entendiera—. Sé que Meyer puede ser un poco intimidante pero cuando lo conozcas verás que sólo es una faceta. 

Asentí derrotada y sin creer ni un poco las palabras del director antes de salir de su oficina caminando hacia mi escritorio con el manuscrito en mano mirando ligeramente hacía el escritorio de Meyer, donde una vez más relucía por su ausencia.

—Pensé que no responderías —exclama Brant mientras yo salía al balcón para evitar contestar la llamada adentro.

—¿Qué ocurre? 

—Salgamos al rato  —podía sentir su sonrisa aún a través del teléfono—. Hace rato que no te veo y conociéndote, necesitas un tiempo tranquilo.

—Realmente me gustaría Brant, pero no puedo, ahora mismo tengo…

Sentí como alguien me quitaba el teléfono y al voltear para reclamar no pude hacerlo porque Meyer decidió hablar con una voz firme:

—Ella está ocupada —sin siquiera tomarse un segundo de más colgó la llamada y me devolvió el teléfono—. Ve por el manuscrito, te espero en la sala de conferencias.

Por segunda vez, en ese día me encontraba completamente confundida con todo lo que estaba pasando a mí alrededor pero sólo me tomó un instante escribir una disculpa rápida a Brant esperando que realmente entendiera y no tomara una decisión abrupta antes de correr por el manuscrito y caminar hacia la sala donde ya me esperaba él con su computadora lista.

—Profesor, ¿cree que es correcto interrumpir las llamadas de otras personas? —pregunté sentándome a su lado con un tono de voz neutro.

—¿Por qué? ¿Temes que tu novio se ponga celoso? 

—Él no es mi novio —respondió con una voz firme pero pude notar una ligera molestia lo que implicaba que era una pregunta que recibía muy a menudo.

Una parte de mí no pudo evitar sentirse ligeramente aliviada por recibir aquella respuesta pero no podía dejar que ella lo notara en ese momento. Así que me acomodé la computadora con el documento en blanco.

—No te detengas tanto a la hora de dictar —hablé volteando a verla—. Este escritor es un poco difícil y usa palabras en otros idiomas así que si no puedes traducirla sólo la señalas, ¿de acuerdo?

—Sí, profesor. 

—Eclis —le recordé.

—Está bien…. Eclis —susurró con las mejillas cubiertas de rubor.

Tuve que controlar mi rostro para evitar que una sonrisa se formara, así que sólo me aclaré la garganta y di la señal para que comenzáramos a hacer la transcripción, siendo un editor siempre teníamos que encontrar la esencia del libro para tratar de mantenerla en su totalidad durante todo el proceso y este autor siempre tenía claro lo que quería y lo podía notar desde las páginas llenas de tinta de color azul y negro ya que el siempre tenía es costumbre para hacer notorio lo que avanzaba cuando por fin lograba juntar las palabras e incluso agragaba notas a sus hojas para marcar un arreglo o una continuación en la oración así que también nos deteníamos en esos puntos. 

—Dame esto —exclamé después de un par de horas quitándole el manuscrito mientras me levantaba—. Terminaremos esto en casa así que te espero afuera para llevarte.

—¿Qué?

Pude notar una ligera confusión en su rostro así que me incliné haciendo que ella retrocediera un poco.

—Que terminaremos esto en casa —hable en voz baja—. Y espero que estés lista afuera para el momento en que salga, ¿de acuerdo?

Se quedó ligeramente sorprendida a la vez que yo salía de la sala para pasar por mi escritorio para recoger mis cosas junto con mi abrigo notando que finalmente salía de la sala con la atención puesta en su teléfono.

—¿Ya te vas, Meyer? —pregunta Tina con una ligera sorpresa en su tono de voz.

—Tengo cosas que hacer.

—¿En serio? —se acerca con una sonrisa—. ¿Entre esas cosas está una chica? 

No pude evitar verla esperando que estuviera bromeando o algo parecido aunque un pensamiento me pasó por la cabeza pensando que tal vez tenía razón considerando que estaría trabajando con ella y quien por cierto parecía que ya había salido lo que me hizo pasar junto a Tina sin responder y camino hacia el estacionamiento para salir con la camioneta pero notando que había un coche enfrente de Haerin y a ella hablando con un muchacho, extrañamente no me di cuenta de mis acciones hasta que me acerqué a ellos.

Cuando escriba tu historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora