Capítulo XXV

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Escuché la puerta abrirse al mismo tiempo en que escupía un poco de sangre que había bajado a mí garganta y los números del reloj corrían haciendo que un ligero nerviosismo comenzará a recorrerme, pero que simplemente la sangre no se detenía en absoluto.

—¿Haerin? —escuché su voz pero no respondí, simplemente porque no podía hacerlo pero no pude evitar tirar el teléfono al suelo cuando terminé de enviar un mensaje y aquello dio lugar a que supiera donde estaba—. ¿Está todo bien?

—Sí, todo bien —logré contestar decidiendo tomar una toalla para ponerla en mi nariz y notando que ahora el baño parecía una especie de escena de algún crimen—. Sólo necesito un minuto.

Por Dios, ¿en serio tendré que hacerlo? Me pregunté cuando la simple idea de abrir la puerta y pedir ayuda pasó por mi cabeza, ya había mandado la señal de alerta y un mensaje de ayuda pero no sabía que tanto tardaría en llegar pero no parecía que tuviera otra opción más que la persona que estaba del otro lado tocando la puerta por segunda vez, esta vez de manera insistente y al ver que finalmente el cronómetro había llegado a mí límite abrí la puerta notando como su rostro serio se transformaba en confusión.

—¿Podría llevarme al hospital? —pregunté con una voz débil.


La última vez que había entrado a emergencias había sido hace demasiados años y desde entonces había odiado el hospital pero incluso desde que la ambulancia había llegado afuera del edificio mi cabeza sólo estaba centrada en ella y la enorme cantidad de sangre que estaba perdiendo incluso en el camino me hicieron sostener un vaso de cartón frente a ella para evitar que sus manos y sus ropas siguieran manchándose. Al llegar terminé cargándola para llevarla a la camilla ya que no parecía estar demasiado consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor aunque si era sincero, yo tampoco tenía idea de lo que estaba pasando y fue algo notorio cuando el doctor se acercó a hacerme preguntas.

—¿Hubo alguna señal de pérdida de sangre hoy? ¿Dolor de cabeza?—preguntó mirándome pero no sabía qué responder—. ¿Algún tipo de moretón?

—Hace unos días tuvo un sangrado nasal —respondió una voz femenina casi sin aliento y cuando volteé pude notar que era una de sus amigas quien a pesar de toda la sangre que había no pareció estar bastante sorprendida por la situación.

—Y tiene un moretón en el abdomen —respondió un chico que estaba a su lado.

El resto de preguntas las terminó de contestar ella aunque no pude escuchar demasiado ya que tanto el chico como yo terminamos siendo sacados del lugar ya que por lo que entendí estaba designado que la persona que conocía mejor su historial médico era ella así que podía tomar las decisiones de lo que fuera que se le fuese a hacer.

—Gracias por traerla, profesor —murmuró él chico a mi lado antes de extender su mano hacia mí—. Me llamo Jeon y mi hermana es Jun.

—Te estrecharía la mano pero... —hablé haciendo notoria la sangre de Haerin.

—Lamento haberlo molestado —continúo mientras se pasaba la mano por el cabello—. Puede ir a su casa si gusta, mi hermana y yo nos quedaremos con Haru.

—¿Ella está bien? —me escuché preguntar bastante preocupado.

—Estará bien —nos interrumpió la chica, Jun, quien cargaba una mochila en su mano junto con su teléfono—. Se quedará la noche en observación. Gracias por haberla traído pero... ¿Qué hacía ella con usted?

Supongo que aún no les dices que vivimos juntos, pensé considerando que debía responder: estábamos haciendo una transcripción de un libro nuevo juntos —respondí con calma.

—¿A esta hora? —inquirió .

Su hermano la tomó del brazo para decirle algo en otro idioma pero finalmente aceptó mi respuesta y se sentó en una de las sillas de la sala de espera. Dudé por unos segundos sobre si debía quedarme o no pero finalmente tomé la decisión de sentarme junto a ellos a esperar lo que era una noche larga.


Abro los ojos parpadeando lentamente sin saber qué hora era pero sabiendo donde estaba además de que tenía una ligera molestia en mi nariz que conocía demasiado bien como para reconocer el tratamiento que había recibido pero ahora mismo sólo podía concentrarme en la sed que tenía pero no había nadie para pedirla así que cuando intenté levantarme sentí a alguien acercarse a mí para empujarme por el hombro para obligarme a acostarme de nuevo además de acercarme una botella de agua.

—¿Cauterización? —pregunté sin resistirme y agradeciendo su tacto ligeramente frío.

—También tuvieron que ponerte algunas unidades de sangre, aunque no sé cuántas fueron —respondió Jun y podía notar que traía el cabello amarrado en una coleta sin nada de maquillaje.

—Te hice venir corriendo, ¿cierto? —no era una pregunta que necesitara respuesta ya que era obvio—. Lo siento.

—No sólo me hiciste venir a mi corriendo, Jeon también vino conmigo y Kris se quedó para encargarse de los asuntos escolares y del trabajo —se interrumpe un momento para mirar hacia la puerta y luego a mí—. Lo que me lleva a preguntarme, ¿qué hacías tan tarde con tu jefe? Dijo algo sobre un manuscrito pero no creo que alguien como él fuera vestido de esa forma a la oficina.

—¿Por qué en momentos como estos debes ser tan observadora? —la miré mientras me acomodaba en la cama—. Es un secreto, ¿de acuerdo? Y quiero que permanezca así.

Tuve que explicarle que no estaba en el trabajo, que en realidad estuve en la casa de Eclis Meyer donde por cierto ahora era mi casa ya que la oferta de la búsqueda de compañero de cuarto estuvo hecha por él y que el motivo por el que me había traído él era porque estábamos trabajando en casa.

—No sé si eso deba llamarse suerte o no —concluí con una sonrisa cansada.

Jun parecía que tenía demasiado que decir por la información que le había dado pero tuvo que resistirse ya que Lyssa entró para la revisión matutina y quien también no mostraba ningún signo de sorpresa en su rostro mientras hacía la revisiones en silencio anotando todo en una libreta.

—Tus padres ya fueron notificados —habló finalmente.

—Dime que lograste evitar que tomaran un avión para venir.

—Sabes que sí aunque creo que se calmaron más cuando hablaron con tu amiga —señala sentándose en la cama—. Todos parecían preocupados por ti, me alegra saber que cuentas con buenas redes de apoyo.

—Sí, bueno... Ya sabes cómo es esto, tenía que decirles en algún momento.

—Incluso aquel chico apuesto parecía preocupado —se muestra pensativa antes de mirarme de nuevo—. ¿Es tu novio?

—¿Qué? ¿De quién estás hablando?

—El muchacho. Alto, cabello negro y ojos oscuros —describe rápido—. Según escuché en cuanto bajó de la ambulancia te trajo en brazos.

Sabía de quién hablaba pero de tan sólo escuchar lo que había pasado ayer hizo que sintiera vergüenza por la situación que había hecho la noche anterior: él no es mi novio... es sólo un compañero de trabajo —murmuré rápido.

—Está bien —habló sabiendo que si insistía sería peor así que se levantó pero antes de salir me miró por unos momentos—: pero no creo que sólo un compañero de trabajo se quede toda la noches esperando noticias de ti.

Cuando escriba tu historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora