Capítulo XX

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—¿Por qué me estás llamando? —pregunté tras quitarme el micrófono de la camisa.

—Tu gato realmente es un dolor de cabeza —se queja Klaus a través del teléfono—. Me rasguñó el brazo.

—¿Qué haces tú en mi departamento?

—Tú nuevo compañero me dijo que iría hoy a tu casa así que ayer fui a darle de comer a tu gato —explica antes de detenerse para hablar con otra persona con respecto a una comida que tenía—. Pero no sabía que era un animal con instinto asesino, aunque no debería de sorprenderme considerando el dueño que tiene.

—¿Y por qué me informas de esto?

—¿No querías saberlo?

Gruñí a la vez que me desabrochaba los primeros botones de la camisa, para dejarme caer en una silla antes de colgar ya que él no parecía querer detenerse con todos los reclamos que tenía para mí con respecto a mi casa y a mi gato, cosa que no quería pensar en ese momento ya que lo único que quería era regresar al hotel para poder seguir escribiendo ya que realmente había sido un día largo y apenas era el primer día de la promoción. 

—Señor Meyer es hora de ir a la firma de libros —habló una muchacha con cierto nerviosismo—. Con esto ya sería todo por el día, señor.

Me quedé sentado unos segundos más antes de suspirar y seguirla hacia el coche que me llevaría a la plaza donde se llevaría el evento y donde ya se juntaba la gente en una larga fila esperando ansiosos por el evento así que en cuanto nos detuvimos justo en la entrada tomé una bocanada de aire antes de abrir la puerta y bajar para continuar esto.





Las puertas del elevador por fin se abrieron en el piso 17 del edificio de departamentos, me acerco a la puerta presionando los números y escuchando como el cerrojo se abría por lo que entré dejando por fin las maletas en el suelo dándome un segundo para ver a mi alrededor cuando sentí algo acercarse a mis piernas y al bajar la mirada pude notar a un gato de color negro con unos ojos color ambar, en primera instancia parecía confundido pero finalmente se dejo acariciar entre las orejas haciendo que ronroneara.

—Así que tú serás mi compañero —murmuro con una sonrisa—. Eres adorable.

El departamento era bastante espacioso pero no decía mucho de la otra persona que vivía aquí, a la izquierda estaba la cocina con un pequeño comedor, todo en detalles de color blanco y a la derecha estaba la sala al igual que un escritorio completamente vacío con unos libreros detrás, me acerco con curiosidad a ver los libros pero ninguno pareció atrapar mi atención así que preferí ir hacia mi habitación aunque me detuve frente a la puerta que daba a la habitación del dueño, extiendo la mano para tomar el pomo pero no pude abrirla porque tenía seguro.

—¿Pero el gato si puede entrar? —pregunté en voz alta al verlo pasar por una puerta para mascota, lo que me hizo suponer que era por algún chip en su collar.

Al entrar finalmente a mi habitación me di cuenta de que la habían preparado para mí ya que todo estaba limpio y había un edredón que parecía ser nuevo e incluso también tenía un sillón y un escritorio. No podía creer que algo así estuviera disponible, pero era perfecto para mí.

El jueves después de mi clase de derecho tuve que regresar al dormitorio para poder cambiarme de ropa por lo que ahora traía una blusa de tirantes negra, un short corto y una camisa de cuadros demasiado grande para mí pero que era una de mis favoritas.

—¿Están todos? —pregunto al entrar al salón de danza y dejando mi mochila en el suelo—. Si es así vamos a empezar.

Agarro mi cabello en una coleta pero al ver mi muñeca izquierda gruñendo al ver que no traía mi liga para el cabello y que tampoco traía en la mochila por lo que suspiré con fuerza.

—¿Alguna de ustedes tiene una liga para el cabello? —pregunté acercándome a ella pero las chicas niegan rápido y mi mirada se posa en alguien más—. Préstame tu gorra.

Jeon suelta una risa seca antes de quitarse la gorra negra que traía sacudiendo su cabello a la vez que yo la ponía ajustándola a mi tamaño y aplaudiendo una vez para dar inicio a la práctica. 

Había logrado aprender gran parte de la coreografía el día anterior y practicando demasiado en mi habitación además de que teníamos mi laptop para las ocasiones de los cambios de formación esperando que todo saliera bien a pesar de estar casi obligada a hacerlo me gustaba mucho supervisar las coreografías. A pesar de las múltiples actividades que dejé de hacer, la danza era algo que mis padres no pudieron quitarme cuando empezó todo. 

El ensayo fue bastante bien aunque tuvimos todavía unos pocos problemas con los cambios de formación pero gracias a Riska pudimos lograr hacerlo hasta la mitad de la canción, lo cual ya era un gran logro considerando que teníamos semana y media para perfeccionarlo.

—Gracias a Dios que siguen aquí —entra Jun con su bolso colgado al hombro—. Pensé que ya se habían ido.

—No, apenas terminó el ensayo —señalé con una toalla en mis manos—. ¿Qué ocurre?

—Muy bien, como aviso general: si pudieran ir ahora al salón de diseño para poderles tomar las medidas se los agradeceremos —habló en voz alta antes de señalarme a mí y a Jeon—. Los necesito a ustedes por unos segundos para otro tema.

El resto de bailarines tomaron sus cosas para irse a diseño con cierta emoción a la vez que Jun se acercaba a mi laptop para poner un video y mostrarlo con una sonrisa un poco diabólica.

—Ustedes van a bailar esta canción —anunció como si fuera algo increíble.

—!¡Claro que no! Tu y yo acordamos en que sólo bailaría una —reclama su hermano al ver la canción.

—Además, si yo ni sé cantar y mucho menos en coreano —continúe con los reclamos al ver el video.

—No me importa, te voy a enseñar—su actitud dejaba en claro que no esperaba una respuesta negativa—. Esta fue la elección de la comunidad estudiantil y votaron para que ustedes fueran los que la bailaran.

—¿Y cuándo ocurrió esto? 

Jun abre en una nueva ventana la página de la escuela donde se ve el vídeo de la canción junto con un cuestionario para que el alumnado escogiera entre varios miembros de danza utilizando vídeos de nuestras presentaciones como referencia y entre ellos estaba el que Jeon y yo hicimos con el vals. La canción se llamaba Swim Good y la cual no era para nada difícil sin quitabas que tenías que cantarla ya que conociendo a Jun, lo más probable es que no quisiera que sólo bailara.

—Tengo que irme a casa —anuncié finalmente devolviendo la gorra y cerrando la laptop para guardarla en mi mochila antes de voltearme a verlos—. Lo haré si él está de acuerdo.

Cuando escriba tu historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora