Capítulo X

89 7 0
                                    

Cuando bajé del escenario aún podía escuchar algunos aplausos de los presentes, lo más probable es que la mayoría que se presentaron hoy ya se habrían ido ya que yo era la última, algo que realmente agradecí ya que en cuanto entré al camerino sentí la sangre bajar por mi nariz así que terminé metiéndome en el baño con el teléfono en mano, lo primero que hice fue tomar papel para que la sangre no me manchara las manos y después poner el cronómetro ya que tenía que esperar para ver si no era una situación en la que necesitara salir corriendo hacia el hospital.
Pasaron los primeros tres minutos y la sangre seguía fluyendo en el momento en que escuché unas voces conocidas acercándose hacia los camerinos así que le puse el seguro a la puerta.

-Haru, ¿dónde demonios estás? -escuché a Kristine en cuanto entró-. Vamos a comer algo.

-¿Podrían pasarme mis cosas? -pedí con una voz sin emoción viendo los números del cronómetro cambiar.

-¿Necesitas ayuda?

Había escuchado esa frase tantas veces que no me sorprendió escucharla en coreano. Jun, como siempre pareció entender la situación. Sólo por esa pequeña frase había aprendido un poco del coreano así que respondí en el mismo idioma. Escuché cómo les pedía que nos esperaran afuera y Kristine, al igual que Jun comprendió rápido así que ayudó a que Ángela saliera, quien era la única del grupo que no sabía por completo lo que sucedía, ya que era la última integrante de nuestro grupo.

-Todos se fueron. Ya puedes abrir la puerta -pide ella, cuando la abrí estaba con un montón de papeles con sangre en la mano derecha, el teléfono recargado en la pierna y la otra mano sobre mi nariz-. Todo está bien, ¿vale?

La vi con mi botiquín en la mano así que lo primero que hizo fue quitarme los papele manchados de sangre para tirarlos, me pasó una toalla húmeda para quitar cualquier rastro que hubiera quedado, aquello me hizo sentir nuevamente como una niña pequeña junto a su madre, con el paso de los minutos la sangre se detuvo, cosa que agradecí porque fue dentro del margen permitido haciendo que por fin pudiera cambiarme por ropa más casual a la vez que trataba de desaparecer todo rastro que evidenciara lo que había pasado.

-Lo lamento -musité a la vez que me ponía mi chamara.

-¿Por qué lo dices? No fue tu culpa.

Me mordí el interior de la mejilla mientras salíamos aunque ahora lo que quería era descansar no pude evitar forzar una sonrisa al notar que el resto ya estaba esperando para ir a comer además de que estaban bastante alegres y no tardaron demasiado para acercarse a abrazarme y por fin pude recibir los ramos de flores que me habían traído.

-Estuviste asombrosa ahí arriba -exclama Ángela con una amplia sonrisa-. Es una lástima que ya no sigas de manera profesional.

-Sabes que de todas formas la carrera de una bailarina de ballet no dura mucho -señalé caminando a su lado-. Además es más divertido bailar de esta forma.

-Supongo que tienes razón, la mayoría de las bailarinas de ballet terminan con demasiados problemas -continúa ella encogiéndose de hombros-. Pero estuviste genial, incluso ya les mandé el vídeo a tus padres.

-Gracias.

-¿Estás bien? -pregunta Hans mirándome con atención-. Pareces cansada.

-Estoy cansada.

No era mentira, realmente estaba cansada pero no quería arruinarles la salida así que decidí apurarlos para salir del campus directo a uno de nuestros restaurantes favoritos para poder celebrar un poco.

-Haru.

No, no hay nadie, pensé tapándome con las cobijas hasta la cabeza, estaba agotada aún después de horas de sueño y lo que menos quería era tener que levantarme el día de hoy.

-Haru -repiten un poco más cerca de mí-. Tu celular está sonando.

Sin siquiera quitarme las cobijas extiendo la mano para tomar mi celular encendiendo la pantalla para notar los mensajes que estaban, algunos eran de mi familia felicitándome por la presentación en nuestro chat grupal además de que había un mensaje que me sorprendió demasiado.

-¿Leíste lo mismo que yo? -pregunté debajo de las cobijas enseñándole el celular a Kristine.

Pasaron unos segundos antes de que ella comenzara a gritar emocionada haciendo que las otras dos también lo hagan cuando se enteran de la situación haciendo que la cabeza me doliera aún más obligándome a quitarme las cobijas para sentarme.

-Deberíamos celebrar esto, Haru -podía notar toda la emoción en la voz, ahora aguda de Jun-. ¡Te quedaste en Caltes!

-¿Podemos celebrarlo al rato? -pregunté acomodándome el cabello para atarlo en una coleta-. Me duele demasiado la cabeza.

No era extraño eso tampoco, había veces en que simplemente eran días en los que estaba completamente agotada y lo único que quería era estar en la cama todo el día aunque me sentía mal por ver sus rostros notando lo deseosas que estaban por celebrar mi nuevo trabajo así que sólo suspiré para decirles que podríamos salir en la noche. Pude notar nuevamente alegría en sus rostros y finalmente me permitieron descansar un poco más ya que todas ellas saldrían a disfrutar del sábado con sus amigos. En cambio yo volví a acomodarme en mi cama cerrando los ojos para volver a dormir.

Horas después me di cuenta de que probablemente el concepto de celebrar que ellas manejaban era bastante diferente al concepto que yo tenía. La música sonaba por todo el lugar y unas luces de color rosa iluminaban cada espacio. Ahora mismo estábamos en Watergate, un antro que estaba junto al río Spree. Gracias a nuestra querida Jun, tanto ella como Kris y Ang podían entrar aún sin tener la edad necesaria de los 21 años ya que nuestra coreana favorita era bastante conocida por varios de los que trabajaban en el lugar.

-¿Quieres un sorbo? -escuchó que me pregunta Kristine acercándome una copa.

-No, gracias. Estoy bien con esto -respondo levantando la lata de refresco-. Pero ellas parecen estar divirtiéndose mucho.

En la pista de baile estaba Jun junto a Ang y Hans, quien se nos unió como normalmente hacía aunque su presencia nunca nos molestaba, al contrario, se había hecho uno de nuestros amigos más cercanos.

-Creo que no podrán levantarse el día de mañana -se burla dándole un sorbo a lo que sea que estuviera tomando-. Lamento tener que hacerte pasar por esto cada vez que salimos.

Me encojo de hombros a la vez que le hago un gesto para restarle importancia, al ser la única de las cuatro que no tomaba ni una gota de alcohol, bueno... Que sí había tomado pero prefirió dejarlo después de una visita al hospital, me convertí en el conductor designado a pesar de mi temor por los coches por lo que ahora tenía en la bolsa del pantalón las llaves de Jun. Las personas parecían divertirse mucho en ese lugar, moviéndose al ritmo de la música y tomando como si el mañana no existiera, aunque no era del todo mi tipo de ambiente estaba cómoda.

-Escuché lo que pasó ayer, ¿estás bien?

-¿Vamos a hablar de mi condición en un momento para celebrar? -pregunté decidiendo a dejar mi refresco a un lado para tomarla de la mano-. Ven, vamos a bailar.

No las iba a preocupar por ello, la próxima semana tenía agendada mi siguiente cita así que hasta entonces disfrutaría de esta noche y los subsecuentes días hasta entonces.
Aunque primero y gracias a la presentación además de que nuestra querida Riska decidió salir un tiempo de Berlín para ver a sus padres tenía que revisar las solicitudes para ingresar al club además de que al tener más gente logramos conseguir que nos dejaran ensayar en el auditorio de vez en cuando. Lo único que agradecía es que todavía tenía esta semana en lo que se ajustaban los horarios con el otro chico, lo que me permitiría ir al hospital sin ningún problema. O eso creí.

Cuando escriba tu historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora