29 - Korban

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Karoline McKay tiene un amigo.

     Finalmente tiene un amigo.

     Un hombre.

     Realmente un hombre.

     Nunca había tenido uno debido a su celoso y sobreprotector hermano mayor.

     Pero tenía uno ahora, y era quien nadie podría siquiera imaginar:

     Era su jefe.

     Meses pasaron, varios meses, y quien era su única amiga, Jenny, aún no sabía de la gran verdad que ocultaba.

     Nadie cercano lo sabía.

     Las preguntas llegaron por supuesto, pero la atención se le era retirada rápidamente, y así era más fácil seguir con la farsa de "no hablo con otro hombre que no seas tú, hermano".

     ¿Estaba haciendo mal al mentirle a las personas que conocía desde mucho tiempo, sólo por un hombre con el que hablaba por unos cuantos meses?

     Sí.

     La respuesta sin duda es sí.

     Un gran y completo SÍ.

     Pero no puede evitar ser obstinada esta vez.

     Ángel Lawler... era agradable, respetuoso, inteligente, apasionado, gracioso, y un poco dulce también.

     Tampoco hay que dejar de lado que era demasiado guapo.

     DEMASIADO guapo.

     Él se veía, y actuaba, como un completo príncipe.

      Un príncipe demasiado enamorado de la tecnología.

     —Sí, señor —dijo uno de tantos empleados a su jefe ante su nueva demanda. Consigo, un artefacto extraño pero en demasía brillante.

     Karoline se acercó un poquitín más sólo para observarlo mejor. Abrió los ojos sorprendida; su rostro se reflejaba. Con horror, pronto notó que estaba toda despeinada por haber subido y bajado escaleras muchas veces en el mismo día.

     Sus dedos se deslizaron por su cabellera con más fuerza de lo necesaria, todo con tal... de que no pareciera una loca.

     Pero estaba fallando miserablemente;

     Su pelo no se controlaba.

     Suspiró.

     Y pensó seriamente en usar saliva.

     Nunca la había utilizado, sin embargo, en ese momento parecía ser la única opción.

     Levantó un poquito la mano derecha hacia sus labios...

     Se detuvo.

     No, no podía hacer eso. Daba asco.

     Además, Ángel seguía observándola a través de la cosa extraña que brillaba más que su futuro.

     Él le brindó una sonrisa.

     —¿Algún problema, Korban?

     "Korban".

     El apodo había llegado semanas atrás, como un accidente. Ángel la había llamado medio borracho por su nombre, o lo había intentado; su lengua se enredó de repente y ella obviamente se rió de eso, de ahí surgió esa palabra.
     
      Karoline sabía que, cuando él la llamaba "Korban", era de cariño, y un recuerdo de la primera vez que se burló de alguien y no recibió una bofetada a cambio por ofender a su masculinidad.

     "Korban", era de cariño.

      —No, no hay ningún problema —contestó, rindiéndose en cuanto ordenar su cabello. Suspirando, se acercó un poco más al artefacto extraño y trató de descifrar por qué era parte de la colección de inventos favoritos y secretos del hombre que es su jefe. Lo tocó, y pegó un respingo cuando el empleado de la nada saltó en su lugar, inquieto—. ¿Qué hace?

     El hombre no respondió, sólo bajó la cabeza después de haberse fijado por demasiado tiempo por sobre su hombro.

     Cuando Karoline se giró, para ver lo mismo que el trabajador anteriormente, no notó nada extraño.

      Sólo a Ángel Lawler, que le sonreía.

      —Señor —dijo, porque a pesar de que eran amigos tenía que respetar el protocolo. Y a los jefes se les llama "Señor"—, ¿qué hace esto?

      Él le explicó todo, realmente lo hizo, pero usó términos que desconocía y quedó en las mismas: sin entender.

      Así que, como toda una valiente,

     como una tonta,

     como una completa tonta,

      fingió entender sobre la cosa brillante.

     Señaló lo obvio, e incluso frotó una zona que era suave.

     No tenía idea del por qué el empleado comenzó a sudar en exceso.

     O por qué los ojos bicolor de Ángel Lawler brillaron con interés.

      No tenía idea del cómo de la nada varias agujas extra largas surgieron del artefacto, tocaron su mano y la atravesaron.

      Gritó.

      No tenía idea del porqué no se estaba desmayando... cuando sentía tanto dolor.





Debo madrugar, no puedo editar aún

Perdón por no actualizar tan pronto, surgieron cosas :'

Los hamo❤️

—Lu⭐

Ángel, el Demonio © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora