27 - Salvador

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—Aquí está. —Le entregó el sobre al vagabundo, causando que este sonriera en grande.

     —Muchas gracias —No podía evitar sonreír, así que seguía haciéndolo—. ¿Necesita algo más?

     —Que no hables de esto a nadie.

     El contrario pareció dudarlo, y seguidamente asintió.

     Ángel Lawler lo notó.

     —Es mi salvador, señor. Nunca, nunca olvidaré lo que hizo por mí. Es muy bueno.

     —Claro, claro. —Suspiró. Iba a comenzar a conducir, mas el mayor lo interrumpió. Levantó una ceja oscura por ello—. ¿Qué?

     —Usted es un ángel —comentó, y lo miró a los ojos—. Nadie paga tanto por tan sólo pararse en una esquina, usando una capucha —Su voz remarcando cada palabra, casi en un reclamo, recordándole—. ¡Es mi salva-

     —Sí, sí. Ya, largo.

     El contrario asintió alegremente, y se alejó exclamando un "Qué Dios lo bendiga", pensando en investigar sobre el hombre de traje, pensando en qué podría ganar si hablaba sobre lo sucedido.

     Pasaron dos minutos, dos.

     Ángel sonrió, recordando una frase que muchas veces se había repetido:

      No confíes en nadie, porque muchas veces te fallarán.

      Y él fue quien falló.

      El hombre, a ya varios metros suyo, estaba realmente convencido de que llevaba consigo dinero real.

     Oh, pobre hombre.

     —Yo no soy el salvador de nadie.

     Presionó, y segundos después, una fuerte explosión se escuchó.

     —Soy el destructor —Una sonrisa burlona.

⚙️

     Acababan de salir del trabajo y...

     —Entonces, ¿Manuel volvió? —inquirió Jenny, tratando de no parecer muy ansiosa.

     Karoline asintió lentamente, caminando junto a ella.

      —¿Te explicó el por qué estuvo tantos días sin aparecer?

      —No.

     La contraria no lo soporto más y se detuvo. Karoline aún avanzaba, su cabeza gacha. Poco después, se giró.

      —¿Qué...

      —Eso mismo me pregunto. ¿Qué está pasando, Karo? —No la dejó contestar, bueno, nk siquiera sabía qué contestar. La mayor prosiguió—: Estás rara, todo el día estuviste así.

      La mencionada, de nuevo, no respondió.

     —¡Ka-

     —Olvidé algo.

      Su amiga parpadeó confundida, al verla caminar al lado opuesto al que iban.

      —¿Volverás a la empresa —Una ceja formando una curva sorprendente—, ahora mismo?

      —Eh... sí. No me esperes, ve a casa.

Ángel, el Demonio © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora