Ángel, el Demonio © +21

04 - Ojos

—¡Karoline! —gritó su amiga al notar que no le prestaba atención.

     La mencionada parpadeó, después de dar un respingo en su lugar.

    —¿Sí?

    —Desde hace rato te estoy hablando —dijo, e hizo un puchero.

    Karoline parpadeó nuevamente. Luego:

    —Oh... Lo siento, Jenny —sonrió apenada.

    La aludida rodó los ojos, observó a su amiga por unos instantes para después sonreír con picardía.

     —¿Quién está torturando esa cabecita tuya, eh?

     —Nadie.

     —Claro, claro... fingiré que te creo —Siguió limpiando, deteniéndose al percatarse del silencio. Lentamente, se volvió—. ¿Karo?

     —Hace unos días, cuando saliste de viaje, pasó algo horrible —soltó.

     Jenny entrecerró los ojos, buscando entender a lo que se refería.

     —Explícate, Karoline. No estoy entendiendo.

    Ésta suspiró profundamente, le dio la espalda y comenzó a limpiar otro lugar.

    —A mi hermano casi lo-

    —¿¡Qué le hicieron a mi amorcito!? —chilló, interrumpiendo.

    Karoline entonces se giró, posando sus ojos de inmediato en Jenny. Su amiga tenía un enamoramiento por su hermano y él por ella, mas ninguno salía de "amigos". Pensó en si decirle o no sobre lo ocurrido, así que...

     —¿Has escuchado de... aquel asesino que nombran Demonio?

     La contraria abrió sus ojos ampliamente, tapó su boca con una de sus manos y se acercó a ella con rapidez.

     —No me digas que ese psicópata casi le hace algo a mi futuro esposo.

     Karoline asintió, Jenny gritó fuerte; llamando así la atención del dueño del establecimiento.

     —Me cansé —dijo éste con rabia—. Les di muchas oportunidades, y ustedes sólo las desaprovecharon.

     —Pero sólo han sido cinco —interfirió Jenny, haciendo que una vena en la frente del mayor casi se saliera—. No dije nada.

     —¡Ya, se acabó! ¡No va más!

     —Señor... —Karoline trató de arreglar en algo las cosas, pero no lo logró.

     —¡Tuve que aguantarme sus estúpidas risas y chácharas por mucho tiempo, así que están fuera!

    Jenny hizo su mejor cara de cachorrito. Nadie podía contra ella.

     —Por favor, no nos eche.

     —¡Ya lo hice!

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     —Lo siento, Karo, por mi culpa nos echaron.

    Ambas llevaban caminando aproximadamente media hora en silencio; una sintiéndose arrepentida y la otra...

     —No pasa nada —le sonrió—. Podemos conseguir algún otro empleo por ahí —lo dijo, pero quería convencerse. Conseguir empleo no era para nada fácil, y ambas eran muy conscientes de ello.