Karoline McKay no era débil, no lo era.
El que fuera torpe la mayoría de las veces, no la hacía débil, no. Ella era una mujer fuerte.
Una mujer fuerte, asustada, y con todas las ganas de tomar lo que se le ha sido quitado, arrebatado:
Su libertad.
Así que, cuando Manuel comenzó a acercarla a él, para avanzar al siguiente paso, que era arrancarle la ropa, ella lo permitió.
Su hermano se centró en la tarea.
Y esa era su oportunidad.
"Jamás, pero jamás, olvides que tienes debilidades; si las descuidas, las usarán contra ti".
Karoline levantó la rodilla de manera abrupta y dio con su objetivo, que era el pene duro, por la exitación, de quien era su hermano. Seguido a ello, sin cantar victoria, se esforzó en no entrar en pánico mientras buscaba en su bolso, respirar, tomar el arma eléctrica que portaba desde hace unos días con ella, y presionarla en el costado del hombre que trató de alcanzarla incluso en plena agonía.
—Karoline —Otro intento, un intento inconcluso, ya que perdió la conciencia pronto.
La aludida, lentamente, guardó el artefacto en su bolso de nuevo, y miró sus manos temblorosas, de las cuales una se mantenía casi sin movimiento, debido a su accidente reciente.
Miró a la puerta, a la que llevaba a la calle, desde su lugar.
Quería, debía correr, pero sus piernas se mantuvieron inmóviles.
Él no estaría fuera de combate para siempre, lo sabía, pero no podía huir, no podía.Su libertad había sido arrebatada por tanto tiempo sin que lo supiera, que ahora, al abrir los ojos y tomarla de regreso, le temía.
Temía a todo, a todo lo que desconocía. Y desconocía a... mucho.
¿A dónde iría?
Tenía que irse lejos, realmente lejos. Pero ¿cómo lo haría? ¿A qué se dedicaría cuando llegara a ese lugar realmente lejos? Conseguir un empleo, en cualquier lado, era algo difícil si no se tenía experiencia alguna.
Ella no tenía ninguna.
Ninguna.
Fue fácil antes el conseguir trabajo porque Jenny se encargó de eso. ¿Y ahora? Ahora no podía confiar en ella, lo que la dejaba sola.
¿El sólo haber trabajado en una empresa tan importante podría nublar a su inutilidad? ¿Lo haría?
Podría rezar por que lo hiciera.
—Sí, podría hacerlo. —musitó, con los ojos picando, humedeciendo, mirando hacia abajo, hacia la alfombra.
Hubo un golpe de repente, y saltó espantada por ello. Alcanzó su bolso un segundo después y, llena de pánico, pensando en que sería demasiado tarde para enfrentarse a su despierto tan pronto hermano, levantó el aparato, mirando alrededor, pero en el suelo se mantenía Manuel quieto y no parecía haber amenazas cerca.
El golpe llegó otra vez, más repetitivo, y ahí fue cuando se percató...
Alguien estaba tocando la puerta.
Mordiéndose los labios, labios ensangrentados por la violencia ejercida por su hermano, Karoline caminó hacia la puerta, por supuesto, sin perder de vista a quien permanecía en el suelo.
Otros golpes de parte de la persona al otro lado de la puerta, otros respiros profundos de su parte.
—¿Quién es? —preguntó, sin hacer ningún movimiento.
—Soy yo.
Karoline reconoció la voz, la broma en ella.
—¿Qué vienes a buscar? —Su mano, antes brutalmente herida, se posó en lo que los separaba.
—A ti.
Sin poder evitarlo, y a pesar de la situación, una sonrisa comenzó a formarse en sus labios. El hombre que era su jefe, accedió a su pedido de semanas atrás.
Era un logro. Así que continuó:
—Ya es tarde.
—¿Por qué? —Luego él lo arruinó diciendo—: En serio, Karoline, ¿por qué? Llego a la oficina, pregunto por ti y resulta que no has llegado, que probablemente lo harás tarde. ¿Por qué?
—Ángel...
—Casi olvido el mencionar sobre la puerta —Ella casi podía imaginar su expresión hastiada—. ¿Por qué no me estás abriendo?
—Y-yo-
Se calló, se detuvo... Se detuvo su respirar.
Muy lentamente, miró por sobre su hombro... de donde provino un casi inaudible paso.
Los ojos se le abrieron en demasía cuando lo notó de pie, luciendo muy enojado y con ganas de atacar.
Su bolso, con la pistola eléctrica, estaba a un lado de él.
Jadeó.
—¿Karoline? —Ese era su jefe preocupado, tocando de nuevo la puerta—. Háblame. ¿Qué pasa?
—Vete —dijo, quedándose paralizada mientras lo veía acercarse—. ¡Vete!
Y entonces Ángel la dejó, porque no hubo más preguntas, ni golpes en la puerta de su parte.
Él la dejó, y no debería de ser tan terrorífico el quedarse sola de nuevo...
Sola de nuevo con el monstruo.
—¿Quién demonios te crees tú para atacarme con esa mierda? —le inquirió este, rasgando la camisa, que era parte de su uniforme, de otra manera, una manera alargada, como para... atar. Él quería atarla—. ¿Quién demonios te crees tú para sentirte superior y hacer lo que me hiciste a mí, que te lo he dado todo?
Ella sabía que la puerta estaba detrás suyo, que podía correr si la abría, que podría huir si lo hacía.
Pero, de nuevo, no podía moverse, y sólo pudo verlo aproximándose. Era fuerte, sin embargo, el miedo hacía ese tipo de cosas: te frenan.
—¿Quién demonios te crees tú para rechazarme, cuando soy todo lo que tienes que amar?
Alguien se rió.
Y todos los ojos se posaron en ese alguien que, de alguna manera, había logrado ingresar a la casa, y se encontraba apoyado casualmente en la pared.
—¿Este era la respuesta a mi "Por qué", Karoline? —inquirió este, mirando solamente a la susodicha, como si Manuel no fuera una amenaza en el lugar.
Quizá, porque él no lo era.
🌌
Dos horas antes, terminé un trabajo pendiente y llegué a la cama con el fin de dormir.
Pero no puedo dormir :'
Así que me puse a escribir y aquí está el capitulo bien rápido porque comentaron, como me gusta, antes 7u7
Los hamo, muchas gracias^^
—Lu⭐
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Ángel, el Demonio © +21
Teen Fiction❝El dolor, se transforma en odio. El odio, creará locura... creará monstruos❞. En un mundo lleno de basura (humanos), la inocencia es destruida y retorcida cruelmente para crear víctimas que no pueden salir del oscuro hoyo que les atormenta; y...