Esa misma noche Sabine convocó a Alya y a Chloé para que se reunieran con ellas en la cala al grito de «comisión».
—¿Comisión? —se escuchó decir a Chloé amortiguada por las almohadas—. ¿Por qué? —lloriqueó.
—¿Por qué? —preguntó Alya abrochándose la bata fucsia con motivos orientales alrededor de la cintura. Las miró a una y a otra y dijo—: ¿Qué ha sucedido?
Sabine sonrió mientras volvía a golpear con fuerza la puerta de Chloé.
—Marinette ya habla. —Sujetó a la joven, que no entendía tanto alboroto, por la muñeca y tiró de ella para bajar las escaleras—. ¡Alya, coge la cazuela de barro cocido, los limones y las naranjas...!
Chloé salió de la habitación con una bata morada y una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Y el azúcar moreno! —añadió la rubia dando palmas como una niña—. ¡¿La pantera ya habla?! —Volvió a dar palmas y salió de la habitación dando botecitos—. ¡Vamos, Alya!
Alya se cruzó de brazos y miró a su amiga negando con la cabeza, con una sonrisa de complicidad.
—¿Ya te has cansado de hablar conmigo? —le gritó feliz por la noticia de Marinette.
—¡Por supuesto! —espetó, desapareciendo por las escaleras—. ¡Sé todos los detalles escabrosos de tu promiscua vida!
—Traidora... —susurró, descruzándose de brazos y siguiéndola hasta la cocina para conseguir el aguardiente y el café sin moler.
Si Marinette podía hablar quería decir que también podía preguntar sobre quiénes eran ellas, lo que les había sucedido y por qué vivían juntas.
Iba a ser una noche muy larga.
Una noche de revelaciones y secretos que, como la queimada que iban a preparar, arderían y se desvanecerían, y nunca jamás serían pronunciados de nuevo.
Esa noche Marinette descubriría el origen de las Panteras.
No había luna, pero sí estrellas.
El mar estaba calmo y la brisa nocturna arremetía de vez en cuando con la fuerza inofensiva de un cachorro.
Marinette nunca había visto una queimada. El interior de la cazuela de barro estaba lleno de trozos de fruta, aguardiente y azúcar moreno. Sabine le había dicho que el origen de la queimada era desconocido, pero que ella lo había visto preparar a los turcos y que eran muy puristas con todo; por tanto, ella seguía su receta.
La mayor de las cuatro se cubrió con la capucha de su túnica de manga larga de color negro y remojó un cucharón de madera en el aguardiente y el azúcar que se había mezclado en otro recipiente más pequeño de barro. Después, con una vela, prendió fuego al cucharón, y este se encendió por la parte en la que estaba humedecido con queimada. Sabine hundió la cuchara en la cazuela de barro en la que reposaba la queimada con todos los ingredientes, y esta se iluminó con un asombroso y mágico fuego azul.
—La bebida de la magia y las revelaciones —susurró dejando que el fuego se extendiera por la superficie. Removió la bebida con lentitud y las llamas ascendieron para que pudiera jugar con ellas y hacer preciosas cascadas azules—. La queimada es como la vida —murmuró mirando a Marinette por encima de las llamas. La joven estaba sentada en la arena, con las piernas cruzadas, sin perder un detalle de lo que hacía—, puede quemar y provocar grandes heridas que llegan a arder... ¿verdad?
Los rostros de las cuatro mujeres se veían nítidos, alumbrados por la luz azul de las llamas. Alya se relamió los labios, Chloé sonrió asintiendo a sus palabras, y Marinette tragó saliva.
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Panthers (Adrinette)
FanficSummary: La historia de un amor truncado por una traición y de una venganza tramada por cuatro mujeres feroces, bellas e inteligentes como panteras. El desamor es el peor zarpazo que puede darte la vida... ¿Qué le queda a una mujer cuando la acusan...