Panthers (Adrinette)

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—¡¿Que habéis hecho qué?! —preguntó Sabine colocando los brazos en jarras delante de Nino y Marinette.

—El cuidador estará bien. Nino solo le golpeó por detrás y lo dejó inconsciente —explicó Marinette con delicadeza.

—¿Habéis enloquecido? Nuestro periódico tiene a todo Londres revolucionado y la historia de Bridgette está en boca de todos. Ni siquiera saben que Bridgette en árabe significa «la iluminada». Y aun así, la relacionan con tu historia —dijo señalando a Marinette, desafiante—. Si reabren el caso...

—Que lo harán por fuerza mayor y popular —aseguró Alya sentada tras su escritorio, mirando a Nino y a Marinette con diversión—. Los dibujos son muy explícitos y la gente reconoce a todos. Al magistrado Lê Chiến Kim...

—Ridículo, totalmente ridículo. Es imposible. Le puse la nariz enorme —apuntó Chloé, limpiándose los dedos de tinta en un paño.

—A Adrien... —continuó Alya.

—Ridículo, totalmente ridículo. No puede ser —señaló la pintora—. Le uní los dientes delanteros. No es él — dijo muy digna—. A su primo tampoco lo he dibujado igual. Ni a su padre.

Marinette puso los ojos en blanco.

—Son iguales, Chloé. Solo tienen leves diferencias, pero no son irreconocibles.

Yo misma soy igual a como era entonces.

—Pero no a como eres ahora.

—Solo llevo más maquillaje, estoy más en forma, tengo el pelo más largo y la piel más oscura por el sol...

—Lo que digo: no eres igual. —Sonrió más tranquila—. Al único al que hice igual fue a David, porque lo que buscamos es que la gente lo reconozca y le increpe por mentiroso. Eso nos ayudará a localizarlo. El boca a boca en Inglaterra corre como la pólvora.

—La siguiente gaceta —apuntó Alya disfrutando de cómo encaraban la riña de Sabine— señalará las injusticias de tu acusación con la información contrastada de todos los hechos. Eso hará que reabran tu expediente, Marinette.

—Que lo reabran. Para entonces tendremos a David en nuestras manos y tendrá que soltar toda la verdad —dijo entre dientes.

—Pero ¿se puede saber de qué demonios habláis ahora? —se quejó Sabine, incrédula al ver la poca seriedad del asunto que en realidad les concernía en aquel momento—. ¡Marinette ha secuestrado a su padre y lo tiene en la caseta del jardín griego! —gritó con las venas del cuello hinchadas—. ¡En dos días tendremos en la mansión a un montón de damas inglesas dispuestas a hablar por los codos sobre todo tipo de temas, y tenemos a un hombre borracho directamente relacionado con el caso en nuestra propiedad! Eso es lo que debemos solucionar.

—Por eso lo he traído aquí, Sabine —dijo Marinette, más serena que nadie—. Necesito saber qué ha pasado con mi padre y por qué Gloucester House ha sufrido ese abandono. Tal vez nos ayude a recolocar todas las piezas del caso. El único que sabe lo que ha podido suceder es Nathaniel. Por eso necesito contactar con él y pedirle que me ayude.

—No puedes revelar tu identidad —la censuró Sabine.

—Lo sé. Lo haré todo de manera anónima. Él también debe de estar al tanto de la nueva gaceta de la que todos hablan en Londres. Sabe que la historia de Bridgette es la mía. No tardará en exigir al inspector que reabra el caso, y si puede, les ayudará a averiguar todo lo que necesiten. Mi primo es, sobre todo, muy persuasivo. —Sonrió con descaro—. Además, cuando le informen de que el duque ha desaparecido, moverá ficha para buscarlo. No sé lo que sucedió para que Nathaniel dejara de cuidarlo, pero lo averiguaré.