Cinquantasei

431 50 26
                                    

"Maldito dolor de cabeza" pensó la cobriza cuando despertó, de nuevo esa luz potente del sol la estaba molestando, ¿que demonios había pasado la noche anterior?, recordó lo que sucedió la última vez que tomó tanto, le dio terror voltear, su mano se aventuró a ver si existía un cuerpo a su lado, en efecto, alguien dormía allí, ese tampoco era su habitación.

— ¡maldición, Carey! — se recriminó — no puedes ser tan estupida dos veces

Si, el cuerpo que estaba junto a ella era Matthew, contó hasta tres para ver bajo las sábanas, el alma le volvió al cuerpo cuando noto que tenía ropa, la ropa seguía en su sitio.

— ¿Cay? — la voz de Matt la saco de sus pensamientos— ¿que pasó?

— ¿que pasó? No se, eso esperaba que me contestaras tú — se levantó con cuidado — ¿por que estoy aquí?

— anoche tomamos mucho, no estábamos en condiciones de manejar y un taxi nos trajo a mi casa — explicó un mareado Matthew

— ¿por qué estamos en la misma cama? — analizó la cobriza

— porque me dijiste que te sentías muy mareada, no quería dejarte sola, no quería que te pasara nada, pensé en quedarme solo hasta que tú durmieras pero me recosté y me quede dormido — explicó cómo pudo

— ¿seguro que no pasó más nada?

— no Carey, bueno, nos besamos varias veces, me hizo recordar a la última vez que tomamos juntos — intentaba mantener ambos ojos abiertos — te vi mal y no quería aprovecharme de la situación, pero me moría de sueño, no fue mi intensión quedarme aquí

Cay se quería morir de vergüenza, sabía que no había pasado algo más allá de los besos, pero eso ya era una traición hacia Tom, junto sus cosas como pudo y salió de la casa de Matt.

Lo único que quería ella era llegar a su casa, tomar una ducha y volver a ver a su hija, se sentía fatal por la borrachera y por lo que había pasado con Matthew.

Pasaron tres días desde esa fatídica noche, ella se sentía tan culpable aunque solo fueran besos para ella era una traición hacia Tom y la idea la estaba carcomiendo.

— ¡aquí estoy! — Luka sonrió — te escuchabas preocupada cuando me hablaste

— necesito hablar contigo — lo dejo pasar a su apartamento— sobre la noche de mi despedida

Luka frunció el ceño, intentaba recordar algo que hubiera visto pero nada se le venía a la cabeza.

— ¿que hiciste Carey Davis? — se sentó frente a ella

— pensé que había sucedido lo mismo que el día que hicimos a Pia pero por suerte no — explicó un tanto calmada — pero lo bese, nos besamos

— ¿se besaron? — Luka abrió los ojos con sorpresa— ¿que les pasa? Te vas a casar Cay

— yo se, créeme que lo sé me siento horrible, no llegamos a nada más pero incluso solo los besos se que es traicionarlo — se cubrió la cara con las manos, ya estaba llorando

— preciosa ¿tú estás segura de quererte casar con Tom?

— claro, si, si obvio que quiero casarme con Tom, no podría imaginarme haciendo mi vida con nadie más pero ahora lo traicione

— creo que deberías hablar con él, no digo que sea algo que se olvide pronto pero si se aman puede llegar a una solución — Luka se levanto para abrazar a su amiga — Tom debe de saberlo

— ¿Crees que sea buena idea?

— si Cay, no comiences tu vida junto a él de esa manera — acaricio su espalda

Carey volvió a llorar, estaba tratando de mantener la calma pero el simple hecho de pensar en hablarle para contarle lo sucedido le aterraba, seria mejor esperar a que el volviera y si quería cancelar todo tendría todo el derecho de hacerlo.

Tom por su parte estaba muy ansioso, no faltaba mucho para estrenar en Nueva York, estaban terminando los últimos detalles y se sentía cada vez más cerca de Carey, de su nueva vida.

— ¿vamos a comer? — cuestionó Kam — necesitas alimentarte, Carey no te va a aceptar con esas ojeras enormes

— ¡hey! Ella me ama como sea — se justificó — eso espero

— lo hace Tom, lo hace, ahora quieres ir a Shake Shack — se sobo la barriga — esas hamburguesas son perfectas

— vamos, te estás haciendo adicto a eso — sonrió — pero si, son perfectas

Caminaron hasta el restaurante, no estaba tan lejos de donde se encontraban así que ya que iban a meter calorías a su cuerpo quemar algunas no les haría nada mal, Kam se ofreció a ir a hacer la orden mientras Tom buscaba algún lugar para sentarse a comer, cuando encontró una mesa sola casi se acuesta en ella para que no la ganaran.

Algo en Tom le hacía ruido, estaba ansioso y no era por tener que esperar la comida, decidió averiguar si Ben sabía que sucedía por ese lado del océano.

— ¡Tom! — contestó Ben — ¿que tal Nueva York?

— bien, la verdad es que no me puedo quejar, ¿cómo estás tú? — no quería ir directo al grano

— muy bien, tengo una propuesta nueva y estoy ensayando para la audición, espero quedarme — se escuchó como rio — ¿todo está bien? Somos amigos pero casi no me hablas a mi

— si, solo quería ver qué tal estaba todo por allá

— ¿Carey? Bien, la vi hace una semana, Sophie salió con ella por una despedida que le organizaron sus amigos — explicó — vinieron de Italia o algo así

— Dante y Luka, si, si, supe que ellos ya estaban listos para la boda — sonrió solo de recordar que sería su esposa — pero tengo una sensación extraña, no se

— creo que son los nervios, tú estás lejos, está lo de la boda, la extrañas, normal que sientas algo extraño — se encogió de hombros — ya verás que todo va a estar genial

— si tu supieras algo respecto a Matthew y ella me lo dirías ¿verdad? — suspiró

— si, obvio, pero no se nada al respecto, perdóname, aparte dudo que tengan algo que ver, Cay te quiere solo a ti

Tom sonrió y asintió, estaba siendo demasiado celoso, solo tenía que confiar en ella y dejar que las cosas fluyeran.

— es que me cuesta estar lejos de ella — explicó el rubio — de igual forma me alegra saber que todo está bien, me tienes que invitar al estreno de la nueva obra

— claro, espero que ya estés de regreso de la luna de miel para entonces

La conversación siguió hasta que Kam volvió con la comida, esas hamburguesas y esas papas valían toda la espera del mundo, aunque ninguno de los dos terminaba de trabajar del todo, les gustaba ver detalles que se les escapaban o soltar alguna idea que se les quedaba en la cabeza mientras estaban en el teatro.

Por la noche volvió a hablar con su prometida, ella se veía un poco extraña, como los dos días anteriores pero no quiso indagar mucho al respecto, quizás le pasaba igual que a él, estaba nerviosa porque cada vez estaba más cerca todo y era un paso importante para ellos; durmió como bebé esa noche, necesitaba ahorrar energía para el caos de los últimos días en Nueva York.

• Causa y Efecto • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora