Cinquanta

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A la mañana siguiente Carey se había alistado mucho más rápido y salido del apartamento a velocidad de la luz, no le dio tiempo a nada más, dejó a su hija con los abuelos y se dirigió a la universidad en su transporte público favorito.

Por el lado de Tom se sorprendió cuando ya no la vio a su lado, el reloj marcaban las ocho y media de la mañana, claro que ya no iba a encontrarla, Ben le mando un mensaje para ver si desayunaban juntos, acepto, no tenía mucho que hacer hasta en la tarde, tomó una ducha y salió al encuentro de su mejor amigo.

— ¡que ojeras! — dijo el castaño cuando vio a Tom

— ¡que amable! — lo imitó — no pegue ojo en toda la noche hasta como cuarto para las cinco

— ¿Pia no los deja dormir?

— no, Pia es un angelito, duerme toda la noche seguida, fue por mis estupideces

— eso es nuevo — Ben se inclino en la mesa — ¿quiere usted contarme?

— ¿ahora das terapia?

El camarero llegó para pedir la orden de los amigos, se fue unos segundos para traerles las bebidas, que tenían ya listas.

— entonces ... ¿me vas a contar? — insistió Ben

— me enoje porque Cay estaba en la casa de los Burt ayer muy tarde — explicó — fui por ella, todo bien, realmente son estupideces mías

— temes que Matthew se acerque a ella de nuevo ¿no? — su amigo asintió — querido Tom, te tengo una muy mala noticia, van a estar cerca quieras o no

— eso lo sé, pero ahora me iré, se quedará con ella todo el tiempo que quiera y por lo que supe ellos eran muy unidos antes de conocerme, me refiero a Cay

— a ver te voy a poner una situación — carraspeo — tú te vas, ellos dos están juntos un tiempo, ella se confunde un poco pero eso no significa que vaya a dejarte ¿que harías?

— ¿como que que haría? — el mesero los interrumpió, agradecieron la atención— volverme loco, ¿que quieres que haga?

— no tonto, me refiero a ¿la dejarías ir?

— no, claro que no, aunque me sentiría raro, porque sabría que está confundida — una mueca se dibujó en su rostro — le daría tiempo pero lucharía por ella

— ahi está, no te mortifiques, aparte dudo que ella haya aceptado casarse contigo así sin más, Matthew ya estaba aquí para entonces, si quisiera algo con él ya te hubiera dejado

— eres tan buen amigo — ambos rieron — aunque acepto que tienes razón

Ben se encogió de hombros como agradeciendo la victoria, comenzaron a desayunar con un cambio de tema radical, estar con su amigo siempre le hacía bien a Tom, despejaba la mente, Cumberbatch siempre tenía algo gracioso o interesante que decir.

Después de esa mañana junto a Ben, se dirigió a su oficina, Kam ya se encontraba ahi, él siempre estaba ahi, Tom bromeaba con que seguramente vivía en ese lugar nada más que decía otra cosa para que no lo echaran a patadas del edificio.

— ¿tengo que firmar todo esto? — Tom se dejo caer en su asiento — ¿en serio?

— si, son los permisos para transportar algunas cosas de aquí a Nueva York, visas de alguno de los trabajadores — Tom arqueó las ceja — ¿que? Yo no hago las cosas burocráticas más complicadas de lo que ya son

— está bien, está bien, estaré firmando cosas tres horas, espero que no haya más nada que hacer — se dispuso a abrir el primer documento — ¿cada hoja?

— cada hoja Tom — Kam le regalo una sonrisa y salió de ahí

— me voy a llevar más de tres horas — suspiro


Las horas pasaron sin que Tom se diera cuenta de ello, firmó todos los papeles que hacían una gran montaña en su escritorio, corrió, quería llegar a cenar con su familia, se lo prometió a Carey y ahora solo iba tarde.

Todo en el apartamento estaba oscuro, supuso que estaban durmiendo ya, dio un vistazo a su reloj de mano, no era tan tarde, pasaban de las ocho y media, encendió la luz encontrándose con una nota en la isla de la cocina.

"Pia y yo salimos a cenar, pensé que lo haríamos los tres pero bueno, eso no importa, deje un emparedado en la nevera, disfruta." Tom bufo, negó rápidamente, sabía bien donde estaban, tomó de nuevo sus cosas para salir al lugar.

Aquel restaurante de pasta al que la había llevado en algunas ocasiones, estaba a punto de entrar al lugar cuando vio lo que menos esperaba, las mujeres de su vida cenando con Matthew, no sabía cómo llegó ahi, quizás ella lo había invitado, quizás ya estaba perdiendo la batalla y ni siquiera se había ido del país, no quería imaginar lo que sucedería después.

— está pasta es genial — dijo Matt mientras devoraba su plato

— lo sé, cuando Tom me trajo aquí aun con esta princesa en la barriga casi me da un ataque de lo bueno que era — le dio un poquito de su pasta a Pia — no sabía que tú también lo conocías

— si, es un buen lugar, tiene varios años — le sonrió — sin duda fue una grata coincidencia encontrarnos acá

— pensé que ya estabas comenzando a seguirnos — bromeó ella — me asusté

— ¡hey! ¿Que dices? — Matt hizo un puchero — eres mala Carey

Matthew se quedo un poco pensativo dirigiendo su vista hacia la puerta principal, la cobriza siguió la mirada hasta encontrar a un Tom desconcertado.

— ¿ese es Tom? — cuestionó Carey

— creo que si

— iré a ver qué pasa

Se levantó de su asiento, camino rápido ya que el inglés había decidido regresar sobre sus paso, quizás el emparedado hubiera sido mejor idea.

— ¡Amor! — le gritó Cay — ¿que haces aquí?

— no quería interrumpir, no sabía que cenarías con Matt — hizo una mueca — pero los dejó cenar solos

— no quedamos en cenar juntos, solo nos encontramos, quería una noche de chicas, vi a Matthew y no pude negarme a qué conviviera un poco más de tiempo

— Cay, no tienes que explicarme, en serio, los dejo de igual forma, gracias por prepararme la cena, no tenías que hacerlo — sonrió sin ganas para volver a su apartamento — las espero ahí

Carey se desespero, no sabía que hacer, corrió de nuevo al restaurante, dejó unos billetes en la mesa para pagar su cena y el pequeño plato de su hija, la tomó en brazos para salir corriendo detrás de Tom.

— ¡Davis! — gritó el castaño a sus espaldas — ¿que haces?

— Matthew, se enojo, no voy a dejarlo así — sonaba desesperada — nos vamos a ir ¿esta bien?

— te llevo a casa, déjame acercarte al menos 

— no, no quiero, gracias

Ella caminaba lo más rápido posible con la pequeña, no alcanzó a Tom si no hasta llegar al edificio, esa noche no hablaron, el inglés prefirió dormir en el sofá, Carey se tuvo que abrazar a una de las almohadas que él usaba para sentir menos vacía la cama, así tendría que ser de ahora en adelante ya que no estaría para ella.

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