Capítulo 49

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Yoh entro a la habitación de Fei, este estaba sentado en la cama.

— No comiste.

— Te dije que no lo haría.

Yoh abrió la puerta y un hombre entró, traía un maletín. — Él es doctor, en este momento te va a entubar para alimentarte y te pondrá suero.

Fei se puso de pie y miró fijamente al médico. — ¿Alfa? — A pesar de estar débil, sus feromonas aún seguían siendo fuentes. El médico comenzó a ahogarse y rápidamente salió de la habitación. — Te dije que no lo permitiría.

— Mierda Fei ¿Estás loco?

Fei en un intento de salir, corrió hacia la puerta que estaba abierta, pero Yoh lo tomó del brazo y lo arrastró hasta la cama, en ese lugar lo esposó a la cabecera de la cama. — ¿Qué diablos haces?

— Buscaré un doctor Beta.

— ¡No puedes dejarme así!

Yoh tomó los platos y salió de la habitación, fue a la cocina y dejó los platos en la mesa.

— ¿Sigue sin comer? — Preguntó Ming.

— Acaba de correr al doctor, usó sus malditas feromonas.

— ¿Y si intento convencerlo yo? Está enojado contigo, tal vez yo si pueda.

— Ok, sirve comida y vamos.

El chico sirvió comida caliente en otro plato y siguió a Yoh hasta la habitación de Fei. Esta vez sólo entró Ming, Yoh se quedó fuera.

— Amo Feilong.

— Ming, tienes que ayudarme. — Susurró.

Ming se dio cuenta que la muñeca que tenía esposada estaba sangrando. — Se lastimó ¿Por que esta esposado?

— Yoh está loco, no me deja salir de aquí.

— Pero el dijo que usted estaba débil por la separación.

— Estoy afectado, pero Yoh no quiere que hable con nadie, menos con Mikhail ¿Tienes celular?

— Si. — El menor sacó su teléfono y lo desbloqueó. — No hay señal.

— ¿Lo ves? Bloqueo la señal de teléfono en esta habitación.

— ¿Eso es posible?

— Si, lo usamos cuando entregamos mercancía.

Ming limpiaba la muñeca de Fei con una toalla. — ¿Qué quiere que haga?

— Quítale la llave a Yoh y sácame de aquí.

— Lo haré, pero tiene que comer, así Yoh dejará de estar al pendiente de usted.

— Dame el plato, comeré ahora mismo.

Ming le acercó el plato y Fei comenzó a comer. A los pocos minutos Ming salió con el plato vacío. — Aquí tienes.

— Gracias. — Dijo Yoh un poco aliviado.

Ambos bajaron, Yoh atendida una llamada. — Tendré que salir unas horas Ming.

— Ok. — El menor había visto donde se había guardado la llave. Sin más lo abrazó. — Deberías descansar un poco.

Yoh tomó a Ming del cabello y lo alejó. — Damela.

— ¿Que?

— Eres muy malo en esto, sentí tu mano entrar a mi bolsillo

— Sólo la quiero para ir a ver al amo Feilong.

— Lo verás cuando yo regrese, no hagas nada estúpido Ming o la organización se hara cargo de ti.

El Misterio de su AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora