Capítulo 8

3.4K 318 51
                                    

Una enfermera se acercó. — Señor Asami.

— ¿Como esta?

— Bien, perdió un poco de sangre, por eso estaba inconsciente, pero sus heridas son superficiales, nada de gravedad, algunas necesitan sutura.

Asami se levantó. — Akira quédate aquí, necesito hacerle una pregunta en privado a la enfermera. — La chica y Asami se alejaron.

— Dígame.

— ¿El chico fue marcado o abusado?

— No tiene marca y la sangre en su pantalón es la que escurrió de su espalda.

— Muy bien, gracias.

— De nada.

Asami sacó su celular. — Kirishima.

— Sí jefe.

— Necesito ropa limpia para el niño y para Akihito, también quiero que investigues si Fujita está muerto.

— Ok.

Asami iba de regreso con el menor, pero pudo ver como el chico seguía llorando y temblando. — Oye, deja de llorar. — Volvió a limpiar el rostro de Akira.

— ¿Cómo está papá?

— Ya lo dijo la enfermera.

— Pero usted se fue con ella y siempre que los adultos hacen eso, es algo malo.

— Yo le hice una pregunta sobre tu papá.

— ¿Cual?

— Todo quieres saber.

— Digame cual.

— Le pregunté si tú papá había sido marcado.

— Papá no tiene marca y ese hombre tampoco lo hizo.

— Eso me alegra.

— ¿Por qué no marcas a mi papá?

— Ese tema es complicado.

— ¿No lo amas?

— No puedo amar a alguien que conocí hace menos de una semana, aparte la marca no se hace por amor, se hace para proteger al Omega.

— Entonces protege a mi papá, marcalo.

— No puedo marcarlo si él no quiere.

— Entonces no quieres protegerlo.

— La marca lo protege de diferente forma, lo que les hicieron hoy, pueden volverlo a hacer, aunque tu papá esté marcado.

— No lo puedes saber.

— Te contaré una historia. Hace años un Omega muy bello fue marcado por un hombre de mucho poder, ellos tuvieron un hijo y todo iba bien, hasta que los negocios salieron mal, ese hombre con mucho poder puso protección a su Omega y a su hijo, pero no fue suficiente. Un día unos hombres atraparon al Omega con su hijo, el chico vio como su madre era sometido a las peores torturas, ese chico no fue inteligente como tú, no pudo salvar a su mamá, al final la marca no sirvió para protegerlo de aquello.

— ¿Y que le hicieron al chico?

— Su padre llegó tarde, pero llegó a salvarlo.

— ¿El chico lloró?

— Mucho.

— Señor Asami. — La enfermera había regresado.

— ¿Si?

— Me dice el médico que le pregunte si quiere ver las heridas.

— Sí quiero. Akira quédate aquí.

El Misterio de su AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora