Capítulo 29

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Asami llegó a la casa y al mismo tiempo iban llegando sus hombres. Seiko bajó de la camioneta y fue hacia Asami.

— ¿Qué pasó? — Preguntó Asami.

— Yukihiro murió, encontramos a Fujita en una habitación, su estado era deplorable, al parecer le quitaron la enfermera, le daban de comer pocas veces y nadie lo aseaba.

— ¿Está vivo?

— Si, pero no sabemos por cuanto.

— ¿La madre de Yuki?

— No lo encontramos, pero está herido.

— Estén al pendiente de él.

— Cómo ordene jefe.

Asami entró a la casa y fue directo a su habitación, al abrir la puerta, sintió ese golpe de feromonas. Anderson tenía a Akihito en brazos, le sostenía las manos. — Jefe.

— ¿Qué pasó?

— Comenzó a rasguñarse, tuve que detenerlo.

Akihito sintió el aroma del mayor. — Asami. — Sollozó.

— Sal de aquí Anderson.

Anderson soltó a Akihito, salió de la habitación y fue a la habitación de empleados para bañarse y quitarse el olor del menor.

En la habitación principal Akihito se arrastró por la cama. — Asami. — Repetía.

El mayor se quitó la ropa ensangrentada, agradecía que Akihito no estaba consciente y en ese momento no preguntaría por Akira. — ¿Me extrañaste?

El rubio lo jaló del pantalón y comenzó a frotar su rostro en la entrepierna de Asami, el mayor se quitó el pantalón y la ropa interior. El rubio comenzó a devorar el miembro de Asami, sin darse cuenta lo estaba rasguñando y clavándole las uñas. Asami se quejó, pero no lo detuvo.

— Deja eso, ven aquí. — Lo tomó en brazos y lo recostó en la cama, iba a penetrarlo, pero recordó el condón, estaba por ir a la mesita de noche, pero Akihito le rodeó la cintura con sus piernas. — Espera, necesitamos el condón.

— Ya no soporto más. — Con sus manos tomó el miembro del mayor y lo acomodó entre sus glúteos, con sus piernas fue empujando la cintura de Asami hasta que lo penetró.

— Te vas a arrepentir de esto.

— No.

Asami comenzó a moverse despacio, pero no lo soportó por mucho y comenzó a ser salvaje, Akihito jadeaba y rasguñaba la piel de Asami, no sólo el sudor empapaba las sábanas, algunas gotas de sangre también lo hacían.

~°~

Anderson se vistió y salió a prisa de la casa, buscaba a Seiko. El Alfa estaba sentado en una jardinera con el celular en la mano.

— ¿Por qué no me has llamado? — Decía Anderson al mismo tiempo que lo abrazaba.

— Lo siento, apenas iba a llamarte, estaba arreglando algunas cosas del jefe, con Kirishima herido, tendré que tomar su lugar.

— Estaba muy preocupado por ti.

— Ya sabes que así es el trabajo.

— ¿Estas bien? ¿No te hirieron?

— No me hicieron nada ¿Y tú? — Podía ver las vendas en las manos del pelirrojo.

— El joven Akihito se puso muy violento, me mordió y rasguñó.

— Es difícil estar en celo y en proceso de desintoxicación después de tantos años, tu debes de saber eso.

— Lo se y lo entiendo, por eso lo cuidé.

El Misterio de su AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora