Capítulo 30

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Midori despertó al escuchar el eco de algunas voces. Recordó donde estaba y de inmediato volteo a la cama vecina, buscaba a Akira, pero el pequeño no estaba. — ¿Akira? — Balbuceó asustada. Se levantó de la cama y lo que vió no le gustó para nada. — ¡Akira! — Gritó enfurecida. El menor estaba dormido con Kirishima, el mayor sostenía la mano del pequeño. — ¡Qué diablos le hizo! — Volvió a gritar.

Kirishima despertó por los gritos. — ¿Qué pasa señora?

— ¿Qué hace mi nieto en tu cama? Eres un maldito pervertido.

— No es lo que usted piensa.

— ¿Entonces qué es?

— El niño tenía miedo durante la noche, la llamó a usted, pero al parecer usted había tomado pastillas para dormir, no escuchó cuando Akira la llamaba.

— Tengo que tomar pastillas, ustedes me están causando un gran estrés.

Kirishima se levantó con cuidado de no mover al menor. — ¿Estrés? Señora, a mí me dispararon, Akira fue secuestrado y herido, este niño tiene más estrés acumulado que usted, se supone que se quedó a cuidarlo, no a dormir tranquilamente.

— Todo esto no hubiera pasado, si tu hubieras hecho bien tu trabajo.

— Eso lo se y no tiene por que decirmelo, el único que puede reprocharme algo, es el jefe y él no me despidió, así que viva con eso.

— Akira. — La mujer despertó al pequeño.

— ¿Abuela? ¿Qué hora es?

— Ya amaneció. — Dijo el doctor que iba acompañado de una enfermera. — Ya llegaron por ustedes. Enfermera entregue la ropa. — La chica le dió una bolsa a Kei y otra a Midori. — Ahora vamos a revisar al más grande. Kirishima siéntate en la cama. Kei se sentó y descubrió su hombro, el médico le quitó el vendaje e hizo una revisión. — Fuiste afortunado, la bala entró y salió sin dañar nada, unos milímetros más y te hubiera destrozado un hueso.

— ¿Entonces no tengo nada grave?

— No, te daré un cabestrillo para que tengas soporte en el brazo y no duela tanto tu hombro. Tomarás antibióticos por 3 días y analgésicos por una semana, los puntos se absorben, no tienes que ir a que te los quiten, aunque conociendolos, se que ustedes mismos se los quitan.

— Gracias doctor.

— Ya puedes vestirte. — El médico cerró la cortina del cubículo de Kirishima y fue hacia Akira. — Hola pequeño ¿Cómo te sientes?

— Me duele la cara y el cuello ¿Puede quitarme todo esto?

— El collarín tienes que dejártelo 15 días, después se te hará una radiografía para revisar si tu cuello ya sanó.

— ¿Y lo de la cara? Es incomodo no abrir mi ojo.

— Ahora revisaremos eso. — El médico tomó unas tijeras y cortó el vendaje del rostro del menor, las gasas iban cayendo una a una.

— Pero qué diablos le hicieron a mi niño, lo desfiguraron. — Dijo Midori con terror.

Ante aquellas palabras, Akira se asustó. — ¿Que? Quiero verme ¿Qué tengo?

Kirishima recorrió la cortina y tomó a Midori del brazo, llevandosela lo más lejos que podía. — ¿Qué diablos tiene en la cabeza?

— ¿Por qué me hablas así?

— ¿No escuchó lo que le dije hace rato?

— Mi nieto está desfigurado.

— Pero no tiene por que decirlo así, es un niño, lo único que está haciendo es infundirle miedo, él ya tiene suficiente, así que le pido que se guarde sus malditos comentarios o retirarse. — Kei regresó con Akira. — ¿Cómo está doctor?

El Misterio de su AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora