Capítulo 34

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Una semana después.

Akira regresó al colegio, no sé podía evitar las miradas curiosas de sus compañeros y tampoco el aislamiento del menor, se la pasaba solo, no le gustaba comer con

los demás y su hora favorita era la salida.

Asami le había conseguido una cita con un psiquiatra, su terapia comenzaría esta semana.

Akihito ya estaba recuperado, había pasado tantos días encerrado en su habitación, que no conocía bien la casa, estaba haciendo una lista de lo que quería cambiar, quería decorar a su gusto y Asami lo dejó hacerlo.

Asami llegó a la casa, dejó su portafolio en un sillón y fue hacia la cocina, en ese lugar estaba Akihito con Anderson.

— Bienvenido. — Dijo el rubio.

— Yo me iré a casa, que pasen linda noche. — Se despidió Anderson, tomó sus cosas y salió.

— ¿No se supone que se tiene que ir más temprano?

— Esperó que llegarás, a la hora que tu llegas Seiko se va, quieren regresar juntos a casa.

— ¿Y Akira?

— Está en su habitación.

— ¿Cómo está?

— Te mentiría si digo que está bien. Su profesora le dijo a Kirishima que se la pasa alejado de todos, hace sus deberes bien, pero no le gusta participar en clase, tampoco estar en lugares con mucha gente, mañana ire a una reunión con la directora.

— ¿Quieres que te acompañe?

— No, tú estás ocupado.

— Ya hice una cita con un psiquiatra.

— ¿Psiquiatría? Pero él no está loco.

— Los psiquiatras no atienden locos. No sabemos qué tan grande sea el trauma que tiene Akira, tal vez necesite medicación para dormir.

— En eso tienes razón, Kirishima no puede seguir cuidándolo de noche.

— ¿Dónde está Kirishima?

— Fue a su departamento por ropa.

— Ok. — El mayor se acercó al rubio y le dió un beso. — ¿Y tú cómo estás?

— Bien.

— ¿Ya llamó tu madre?

— No.

— ¿Quieres que verifique dónde está?

— No, quiero darle tiempo de pensar las cosas.

— Ok. Iré a bañarme y en un momento bajo a cenar. — Le dió otro beso al rubio y se alejó, subió al segundo piso y caminó por el pasillo, al acercarse a la habitación de Akira, lo pudo escuchar. El menor estaba sentado en el suelo con la cabeza entre las rodillas y con sus manos cubriendo sus oídos.

— Vete, vete, vete. — Repetía una y otra vez.

Asami se acercó y se arrodilló. — Akira. — Murmuró para no asustarlo, después puso su mano sobre el hombro del menor. Ésto hizo que Akira respondiera con violencia, dando un golpe al aire. — Tranquilo, soy yo.

El menor miró el rostro de Asami. — Lo siento, yo no sabía que ya habías llegado papá.

— ¿Con quién hablabas?

— Con nadie.

— ¿A quien le decias que se fuera?

Los labios de Akira temblaron. — Se que no es real, sé qué sólo está en mi imaginación, pero me da mucho miedo.

El Misterio de su AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora