Último aliento

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Dieciséis, diecisiete, dieciocho. Los chicos no pudieron hacer más que gritar, viendo cómo lentamente caían desde tan alto. Ninguno pensó que terminaría así, pero, a la mitad de la caída, ya todos lo habían aceptado, y vieron de cara su destino. Lo único que les hizo sonreír fue ver cómo, de una forma no muy agradable, se alejaban del conserje. Hasta el momento final, cuando el piano cayó al suelo, dejando sonar una nota final.

Todo eso era lo último que él recordaba. Después no veía más que oscuridad. Aunque, extrañamente, Veinte no sentía ningún dolor en ese momento. Suavemente se levantó del suelo, pero nunca esperó notar lo que estaba allí. Veinte se había levantado, seguía de pie; sin embargo, caído en el suelo, estaba el cuerpo lastimado de Veinte, ya sin vida. Qué es esto, pensó él. Miró a su alrededor. Todo lo que podía ver era simple oscuridad. ¿Acaso ése era el paraíso que contaban en las leyendas? No, era imposible. Tal vez había sido envenenado con algún tipo de droga. Tal vez ése era el verdadero paraíso, y lo que había escuchado de él eran mentiras. O tal vez, sólo tal vez, todo fue una pequeña pesadilla, y era hora de despertar.

A lo lejos pudo ver algo, un resplandor, el cual lo estaba llamando. Tapándose el brillo, comenzó a caminar hacia él, curioso de saber que había allí. Ese resplandor estaba frente a él, y cobraba vida mostrándose como una mujer de espalda. La mujer lentamente volteó su cabeza y miró por encima de su hombro y, aún sin poder ver el rostro completo, Veinte pudo notar las bellas facciones de la chica. Ella movió sus labios, dándole un mensaje al crio, sin embargo, éste no pudo escuchar bien qué era lo que le quiso decir.

La mujer empezó a alejarse, llevándose el resplandor junto a ella. Veinte quiso alcanzarla, pero ella fue demasiado rápida. La luz se alejó, y Veinte quedó perdido en medio de la penumbra. Sólo esperaría allí hasta que llegara su muerte.

El chico se levantó muy rápidamente del suelo, después de haber tenido esa peculiar visión. Tocó el suelo donde estaba sentado, el cual era bastante cómodo, al igual que las sábanas que lo habían acobijado. Observó su alrededor. Sólo había madera y telarañas por ahí. Probablemente estaba detrás de una pared. Pensó en qué había sido de los otros. Asustado, se levantó del suelo rápidamente, sin embargo, no pudo dar tres pasos antes de caerse al suelo. La caída lo había herido bastante. Pero no podía quedarse así. Utilizando toda su fuerza, se volvió a poner de pie y siguió andando.

Al dar vuelta en una esquina, se le dibujó una sonrisa en el rostro, pues sus amigos estaban allí, todos frente a una fogata, llenos de vendajes, pero aparentemente en buen estado. Nueve volteó a ver a Veinte, e instintivamente corrió a abrazarlo, aliviada de que él estuviera bien.

-Veinte, gracias al cielo despertaste- Dijo ella. Veinte no supo bien cómo responder a esa extraña muestra de afecto. Diecinueve y Quince seguían arrodillados frente a la fogata, leyendo una nota. Nueve soltó a Veinte y siguió hablando- Me alegra tanto que estés bien-

Veinte y Nueve se pusieron al lado de Quince y Diecinueve. Éste último le mostró la nota, diciendo:

-Cuando caímos al suelo, tuvimos una muy fuerte caída. Pero, cuando abrimos los ojos, despertamos en este lugar. Sólo con esta nota-

Veinte tomó la nota y comenzó a leerla.

"Han tenido un feo accidente. Cuando fui a la biblioteca, los vi desplomados en el suelo y supe que tenía que ayudarlos. Quisiera estar ahí cuando despierten, pero en verdad no puedo. Les he tratado lo mejor que pude las heridas. Espero que no hayan tenido ninguna contusión grave. Pueden quedarse en esta zona. Aquí no podrán verlos. Si quieren salir, pueden usar el ascensor del quinto piso, pero está plagado de bestias. En serio les recomiendo que se queden donde están. Rezaré para que encuentren su camino. Y por favor, aléjense de ella"

Little Nightmares - HungerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora