Noventa y uno, noventa y dos, noventa y tres. Nueve iba a toda prisa, subiendo las escaleras, totalmente destruida. No se atrevió a voltear, no podía ver cómo su último ser amado moría. Se maldecía por no saber usar esas habilidades, aunque ni siquiera estaba segura si de verdad las tenía en primer lugar. Nueve avanzó, entrando a una habitación con un enorme piano en el centro, o enorme para ella considerando el tamaño. Ella corrió para posicionarse debajo del piano.
-No puede estar pasando, no puede ser- Ella se abrazó las piernas fuertemente- Un mal sueño, un mal sueño, todo esto puede arreglarse, un mal sueño, un mal sueño, ¡¿Por qué no funciona?!- Exclamó antes de tirarse al suelo, llorando. Pasaron treinta minutos, ella se había quedado dormida. Se sentó rápidamente, esperando que estuviera de vuelta en la sala, con todo su grupo de regreso, pero no fue así, seguía en esa sala, debajo del piano. Salió lentamente de éste, y miró a su alrededor... Todo estaba muy callado. Se recargó en el piano, y comenzó a temblar.
-Lo perdí todo... No tengo nada... ¿Qué debo hacer ahora?-
Cada segundo se hacía más y más largo. Volteó al suelo, y se preguntó si quizá ella era merecedora de todo eso. Sola, en una isla mecánica, sin nadie que no la tratase de matar, no podía imaginar una situación peor. En medio de todo ese momento algo se acercó, algo conocido. Nueve miró a la entrada, y observó a Veinte. El chico estaba ahí, de pie, con el brazo vendado y más heridas, pero fuera de eso, en perfecto estado.
-¡Veinte!- Dijo Nueve, estirando los brazos pero sin levantarse. Veinte llegó y se agachó para examinarla. La miró a los ojos, y con los ojos le preguntó "Qué ha pasado?"
-Muertos, Veinte, están todos muertos. Mi madre, Once, Diez, Quince, Dieciséis... Diecinueve. Ocho no sé dónde está ¡Pero seguramente está muerto ya!-
Veinte levantó su mano, diciéndole que se tranquilizara.
-Lo siento, pero... Qué sentido tiene ya. Querían acabar con nosotros y lo han conseguido, perdimos...- Nueve miró al techo, y rompió en llanto de nuevo...
-Yo... Están huyendo-
Nueve de pronto miró a Veinte. Jamás creyó que viviría para ver eso, para escuchar a Veinte hablar, y más con una vos tan joven e inocente.
-Los vi, los otros están huyendo... Nosotros lo hicimos posible-
-T-tú...-
-Aún podemos salir- Veinte tomó la mano de Nueve, y la miró.
-Veinte... Yo- Antes de poder terminar, ambos chicos voltearon tras escuchar un ruido. La mujer había tenido ciertos inconvenientes, pero al fin los había encontrado.
-¿Corremos?- Preguntó Veinte.
-No- Diez se puso de pie y se limpió la boca- Estoy cansada de correr-
La mujer observó a ambos chicos, y estaba lista para acabarlos. Se lanzó para atraparlos, a lo que ambos saltaron en direcciones opuestas logrando evitarla. Veinte corrió detrás del piano, Nueve se detrás de un mueble.
-Vamos, vamos, yo puedo, yo puedo- Se decía Nueve a sí misma, intentando activar sus poderes.
Veinte se puso tras una de las patas del piano, pensando en cómo defenderse... Lo que le pareció raro fue el silencio que había... Miró a su izquierda, la dama lo miraba justo al lado, agachándose para llegar a su altura. Veinte lanzó instintivamente un golpe, pero su puño se congeló en el aire, ella lo detuvo. Veinte comenzó a elevarse del suelo, con lo que se impulsó hacia atrás para patear fuertemente al rostro con máscara de la dama. Ella retrocedió un poco, Veinte cayó al suelo y rápidamente corrió de allí.
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Little Nightmares - Hunger
AdventureEl chico recordaba poco o nada sobre su pasado, pero eso allí no le servía. Las fauces; El lugar de donde nadie volvía, en donde pisar allí era pisar en el mismísimo infierno, donde él viviría sus pequeñas pesadillas. Esta historia tiene varias ref...