Araña

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Sesenta y uno, sesenta y dos, sesenta y tres. Los chicos se adentraron al pasillo, donde la oscuridad parecía cada vez mayor. Diez se dio la vuelta, allí estaba junto a Quince y Veinte, pero sólo ellos. Comenzaron a detenerse, viendo que el monstro ya no les perseguía, se había quedado en el cuarto. Diez se recargó en una caja

-¿Dónde están los otros?- Quince y Veinte encogieron los hombros. Diez se puso la mano en la cara... Tres grandes amigos se habían ido tan rápido. Siquiera se pudo despedir- Tenías razón Trece... Soy una estúpida-

Quince trató de escucharla, pero ella estaba susurrando. Veinte escuchó algo detrás de él, algo familiar. Volteó, pero no había mucho que pudiera ver. Miró a Quince, a ver si también lo había escuchado, pero no.

-Busquemos la salida, o algo para ver- Dijo Quince- No nos separemos.

Veinte decidió ignorar eso... Hasta que lo volvió a escuchar. Un escalofrío lo volvió a recorrer el cuerpo. Miró de nuevo a Quince, y él lo estaba mirando

-¿Escuchaste eso?- Preguntó Quince, y Diez también parecía haberlo oído. Lentamente comenzaron a avanzar... Y el ruido se hacía más fuerte. Veinte poco a poco comenzó a reconocerlo. Él comenzó a correr, y sus amigos lo siguieron. El ruido seguía, aumentaba, hasta que se hizo evidente, algo los perseguía. Veinte miró detrás de él, y sólo miró a ellos dos, pero Diez, qué levantó la mirada, dio una cara de terror. Veinte miró delante de él, y antes de poder hacer nada, se chocó contra ella. Cayó al suelo, y la miró, con horror. Con ahora siete patas, la hembra comenzó a elevarse del suelo, queriendo con fuerza acabar con él, Veinte. De sus colmillos lanzó un chorro de veneno, que Veinte pudo esquivar, aunque un poco le cayó en el brazo. Este ardía bruscamente y algo de vapor salía de lo caliente que estaba. Veinte, con ayuda de Quince, se levantó. Comenzaron a retroceder lentamente. El ser desapareció, durante un minuto y medio se quedó así.

-¿Ya se fue?- Preguntó Diez, justo cuando un duro golpe le llegó por la espalda. Ella se dio la vuelta, y el monstro seguía allí. Veinte quiso acercarse para ayudarla, cuando algo lo detuvo. Unos niños hechos de sombra lo tomaron y no le permitían moverse. La araña intentó morder a Diez, cuando Quince se lanzó hacia ellos. Diez logró liberarse, y notando que estaba aturdida, fueron a ayudar a Veinte, el cual, por alguna razón, no estaba haciendo fuerzas para salir. Quince tomó una de las sombras, cuando la mano de ésta le tomó la cara. Algo cambió. Quince fue transportado a un lugar. La cabaña era cálida, y segura al parecer. Su hermana estaba a su lado. Era un recuerdo, recuerdo de cuando esa mujer de kimono entró por la puerta. La mujer levantó a los dos niños, y los sacó de allí.

La araña humanoide comenzó a acercarse a esos dos chicos, levantó una pata, lista para enterrarla en sus estómagos.

-¡Ey, imbécil!- Escuchó detrás de ella. Diez le encajó un trozo de cristal en su espalda, y eso la hirió bastante. La araña la golpeó y la mandó volando al suelo, se quitó el vidrio y lo lanzó hacia un lado. Veinte comenzó a reunir fuerzas. Ya había visto suficiente, y no quería recodar su pasado. Se soltó fuertemente de las sombras, y saltó encima de la chica, rodeando su cuello con su brazo izquierdo. Quince logró soltarse también, y rápidamente fue ayudar a veinte. La araña le constaba mantenerse en equilibrio, y sólo podía intentar tomar al chico. De sus colmillos comenzó a chorrear bastante veneno, y este recorría el brazo de veinte que, aunque el dolor era demasiado, no podía detenerse ahora. Diez se levantó, observando todo eso. Era ahora o nunca. Corrió hacia el trozo de vidrio, y lo tomó. La araña soltó un chirrido, y niños de sombra aparecieron delante de ella. Diez tomó aire, y empezó a correr a través de ellos. Sentía cómo unos la intentaban tomar, pero ella logró zafarse. Diez corrió, Veinte ya casi no sentía su brazo. Quince estaba por desmayarse. Con un grito, Diez clavó el vidrio en el cráneo de la chica. Veinte y Quince la soltaron, y las sombras desaparecieron. La araña comenzó a tambalearse un momento, y entonces cayó al suelo, muerta. Los chicos comenzaron a respirar... aliviados. Quince observó a Veinte.

-Veinte, tu... tu brazo-

Veinte observó su brazo, y tenía bastantes marcas de quemadura. Casi no lo sentía, y apenas podía moverlo. Tomó su brazo con su mano derecha, asintió la cabeza, fingiendo que estaba bien. Diez miró el cuerpo de la araña...

-Tenemos que irnos-

Little Nightmares - HungerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora