Flechas, Daga y Tentáculo

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Ochenta y dos, ochenta y tres, ochenta y cuatro. Once preparó su arco, y Diez su daga. Poco podían distinguir de un monstro invisible, de lo poco que notaban estaba en que era enorme y podía mover cosas lejanas. Once apuntó y arrojó una flecha, pero ésta se detuvo en el aire, dio vuelta y se lanzó directamente hacia ellos, esquivándola por poco.

-No podemos atacarlo de frente- Dijo Once.

-Entonces distráelo y le daremos por la espalda-

 Once corrió hacia la cosa, poco a poco con más dificultad, sentía como si fuera golpeado por látigos, látigos claramente invisibles para él. En cuanto sintió otro de esos latigazos, el lo agarró fuertemente, notando que tenía una textura resbaladiza. Éste comenzó a sacudirse fuertemente, tirando a Once lejos de ahí.

-¡Son tentáculos!- Gritó él, antes de ser golpeado por otro. El monstro seguía atacando a Once, olvidando a la otra chica que había corrido en otra dirección. Diez aprovechó el momento para sacar su daga, pero no sabía bien cómo atacar si no podía verlo. Observó que el polvo, papeles, trapos, y demás cosas giraban al rededor del monstro como si de una tormenta se tratase, por lo que se dirigió al centro de esta tormenta y enterró el arma donde parecía ser la pierna. El monstro sintió eso, pero no fue nada grave para él. Al retirar el arma, Nueve notó que sangre chorreaba de ahí, antes de que la bestia la pateara haciéndola rodar. Diez seguía disparando flechas, pero ninguna le daba, eran sumamente fáciles de esquivar. Diez se levanto lentamente, y observó a Quince inconsciente fuera de la habitación. Once se estaba quedando sin flechas. 

-Es imposible- Dijo- No podemos atacarlo así-

Diez miró detrás, y notaba cómo la sangre seguía goteando, haciendo posible un muy poco de la pierna de la bestia. Allí tuvo un plan: Tomó su daga y se hizo un corte en la mano, corrió hacia el monstro y comenzó a restregar su mano en la pierna de él, haciendo más visible la mancha de sangre. Siguió con eso antes de alejarse para evitar más daño.

-¡Al punto rojo!- Gritó ella, señalando la sangre. Once disparó ahí, y la flecha acertó en la pierna, haciendo parecer que flotaba. Así, los chicos podían darse una idea de dónde estaba el monstro, pero éste aún podía atacar, lanzando uno de los tentáculos a Diez y golpeándola en la cabeza.

-¿Por qué sólo ataca de uno en uno?- Se dijo ella mientras ponía su mano en su mejilla. En eso, el tentáculo envolvió a Diez por completo, elevándola del suelo. Once quiso atacar, pero tenía miedo de hacerle daño a su amiga. Ella comenzó a sacudir las piernas como loca, forcejeando -¡Sólo tiene uno, un tentáculo! ¡Puedes atacar ahora!-

Diez lanzó su cuchillo al suelo. Once corrió hacia él y lo tomó con ambas manos, pues no era bueno con esa arma. Con fuerza corrió hacia el centro y lanzó el cuchillo, quedando clavado cerca del pecho del monstro. Éste soltó a Diez, que cayó el suelo de pie, lastimándose el tobillo. Once fue rápido a su rescate, a lo que el monstro torpemente corrió hacia una pared. Al chocar, el polvo del techo calló al cuarto, haciendo aún más visible al monstro, mostrando parte de su cabeza y hombros.

-A la cabeza- Dijo Diez- El punto débil siempre es la cabeza.

Once siguió lanzando flechas, y éstas ahora acertaban más y más. El monstro comenzaba a perder el equilibrio, y volvió a chocar contra la pared, por lo que además de polvo también empezaron a caer trozos de techo. Once siguió y siguió hasta la última flecha. La bestia trataba de atraparlos con su tentáculo, pero éste también chocaba con las paredes. La habitación comenzó a temblar. El monstro, en un momento de ira, se abalanzó contra los dos chicos dando un rugido muy fuerte, antes de que una lluvia de escombros callera en él. Por un momento, silencio... Los chicos se miraron, quizá todo había acabado.

-¿Tienes el maldito mapa?- Preguntó Diez.

-¿Es una broma?-

Ambos voltearon al techo al mismo tiempo, pues comenzó a temblar, la construcción ya se colapsaría.

-¡Vamos!- Gritó Once, que al correr volteó y notó cómo Diez no podía correr por su fracturación. Once corrió de regreso hacia ella, y la levantó del hombro. Ambos comenzaron a correr lo más rápido que podían hacia la puerta, que cada vez parecía alejarse más. Escombros comenzaban a caer por su cabeza, lo que no ayudaba a ir más rápido. Quedaron dos pasos más para salir del cuarto, cuando ambos tropezaron.

-¡Quince!- Gritó él. Quince seguía sin moverse. Sin poder hacer nada, la puerta se destruyó cuando los escombros cayeron en ella, dejando a esos dos atrapados-¡¿Qué aremos aho...?!-

Once observó a Diez. Su mirada lo decía todo, ya nada podían hacer. Fue una pena el estar tan cerca del final...

-No sólo moriré... Sino que lo haré junto a ti- Dijo ella, volteando a ver a Once. Éste se calmó... Y a la vez que una lágrima salía de los ojos de cada un ambos comenzaron a reír... Hasta que el techo cayó.


Little Nightmares - HungerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora