Veinte

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Noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve. 

Todo era tan oscuro, siniestro, incómodo. Suavemente Veinte abrió los ojos, todo parecía haber sido un mal sueño. Por desgracia, mucha desgracia, el mal sueño no había sido para él, había sido para ella. Ese don, el poderoso don de volver atrás, no le pertenecía a ella, era de su hermana y su sobrina; pero tras absorberla algo había cambiado, y ahora ella podía usar ese don para su beneficio. Y eso hizo. Veinte miró detrás de él, ahí estaba Nueve dormida. Después volvió la mirada. Lo que vio fue una imagen que jamás saldría de su cabeza. En el suelo, junto a la pared, se encontraba Diecinueve, con el estómago abierto, chorreado de sangre. Su mirada gritaba el dolor más puro que había sentido, y dentro de él sólo suplicaba la muerte. Junto a él estaba ella, la dama, con su máscara levantada. Su boca estaba totalmente manchada de rojo, y daba lentos mordiscos a la carne. Había perdido la razón completamente. Veinte se mantuvo quieto, horrorizado, pero tratando de no llamar la atención. Con extrema sutileza se arrastró hacia Nueve, y la sacudió un poco.

-¿Q-qué? ¿Qué pasó?- Dijo ella en voz baja... Y sí, lo primero que vio al despertar fue esa imagen. Por un momento ella iba a gritar.

-Shhh- Dijo Veinte, que se levantó del suelo muy despacio. Nueve también lo hizo. Ambos empezaron a ir hacia la salida, paso por paso, sabiendo que el menor ruido posible sería su muerte final. Estando a nada de la puerta... Un crujido. Veinte miró su pie: Pisó un trozo de madera. La mujer los miró, llena de ira. Se levantó, dejando a Diecinueve al borde de la muerte. Dio un paso adelante, e inmediatamente volvió a caer al suelo; Pietro la embistió con tanta fuerza para tirarla. Ella, con su magia, elevó al lobo al suelo y lo lanzó a la pared. Éste, resistiendo el dolor, se levantó y corrió a la salida. Veinte y Nueve, viendo esto, dieron un gran salto hacia él, se sujetaron de su pelaje y se subieron encima, para alejarse de ahí rápidamente. La dama se levantó, y flotó hacia su dirección.

-Espero que esos tontos lo logren- Dijo el gusano con las pocas fuerzas que le quedaban.

-Lo harán... Ellos lo harán- Diecinueve sonrió... Y ahí mismo dejó de respirar.

-¿La dejamos atrás?- Preguntó Nueve que estaba en la cabeza del lobo. Veinte miró detrás de ellos.

-N-no- Dijo temeroso. La dama iba hacia ellos a una velocidad ridícula, dejando atrás un humo oscuro. Ella soltó un chirrido.

-¡¡¡Rápido, rápido!!!- Gritó Nueve Pietro, que ya iba lo más rápido que podía. La mujer comenzó a lanzar ráfagas de energía oscura. Veinte esquivo la primera. Otra iba directo a su cabeza, con lo que se agachó, y tomó a Nueve para agacharla también, logrando esquivarla. Siguieron avanzando. Con la adrenalina a tope Veinte notó que Pietro dobló en una esquina incorrecta, pero no supo cómo advertir de eso. Poco a poco las luces se fueron yendo, y quedaron en completa oscuridad. La dama también desapareció en el proceso. 

-¿Dónde estamos?- Preguntó Veinte, volteando a ver a Nueve, pero ella ya no estaba. 

Nueve miraba a su alrededor, preguntándose en qué momento apareció allí. Estaba junto a Veinte, parpadeó y de pronto llegó allí. Lo que más le confundía era que la mujer tampoco estaba allí. De todas formas sabía que debía encontrar a Veinte rápido, por lo que echo a correr, hasta que notó que, tras un rato, sólo regresó al mismo lugar de donde estaba. Corrió hacia el lado contrario, y regresó. Lo intentó otra ves, hasta que por fin comprendió que estaba atrapada.

Veinte y Pietro estaban buscando a Nueve. El lobo conocía ese extraño sitio, pues lo usaba usualmente para dormir, y comprendía esas extraños pasillo y caminos, pero comprendía que no podrían irse sin hallar a la chica. El lugar era diferente a cualquier otro de las fauces, pues técnicamente el sitio era otro monstro más, un monstro que Ni siquiera la dama comprendía bien. El lobo siguió corriendo, hasta que chocó con una figura grande. Era ella, la dama, que también se encontraba perdida allí. Ella los miró, y trató de tomar a Veinte, pero Pietro le mordió el brazo tan fuerte como para hacerla sangrar. Veinte no se sostuvo bien y cayó del animal, sin embargo, una caída que debió ser de máximo un segundo, de alguna forma se convirtió de cuatro. Al levantarse, notó que estaba alejado de todos.

Little Nightmares - HungerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora