Cincuenta y ocho, cincuenta y nueve, sesenta. El caballero sujetaba fuertemente la empuñadura de su espada, avanzando velozmente en su fiel corcel, mientras sentía el viento pasando por las rejillas de su casco. ¿Su misión? Salvar a su amada de el malvado hombre lobo y llevársela lejos de ese castillo. Y allí estaban. En las puertas del castillo estaba la damisela, llamando a su rescate; frente a ella se encontraba él, el malvado lobo número veinte. El caballero sacó su espada, y se abalanzó contra el lobo, pero éste era más astuto; le rodeó y le arañó el brazo, pero al tener su armadura no le hizo mucho. El caballero volvió a atacar, pero el lobo, usando sus fuertes colmillos, logró parar la espada. El malvado lobo jaló fuerte de ésta, y la espada cayó lejos. El lobo le aruñó y le causó un gran daño. El caballero cayó, mientras trataba de alejarse arrastrándose. El lobo caminaba lentamente hacia él, y la princesa no podía hacer más que lamentarse. El caballero aceptó su fin... Y la princesa, señalando detrás de él, exclamó:
-¡Mira!-
Una flecha salió de entre los arbustos, y le dio en el hombro al malvado hombre lobo, que lo aturdió. ¡Era él, el arquero número Once! Y a su lado la inigualable ¡Bandida número diez! Ella corrió hacia el lobo, mientras el arquero comenzaba a lanzarle flechas. Una de ellas le dio en el ojo, y, con astucia, comenzaron a herir al lobo. Detrás, llegó la curandera número dieciséis y comenzó a sanar al caballero. El lobo golpeó a la bandida, e hizo que chocara con el arquero. El caballero se levantó, corrió hacia el lobo, y dio el golpe de gracia. La bestia murió, y la princesa pudo acercarse a su héroe
- Y todos vivieron felices para siempre-
-No, no es cierto-
Todos voltearon a ver a Trece, que tenía puesto un intento de armadura echa con cartón sujetando un bastón de madera. Dieciséis lo chitó.
-¿Qué dijiste?- Preguntó la tipa de pelo blanco, aún con el vestido.
-Mira esto, ¿Crees que algo de esto está bien? Nos obligas a actuar para tu estúpido juego y nos haces disfrazarnos sin nuestro consentimiento? Mira a Veinte, ¿Qué crees que está pensando él?-
Veinte encogió los hombros con su improvisado disfraz de una cola, orejas de lobo y un extraño hocico con papel y liga.
-Eres un caballero, debes hablar como caballero-
Trece se acercó a la tipa.
-Tu cara-
-Linda, ¿No?-
-¿Cuántos años tienes?-
-Soy una niña, quero un caballero-
Trece no podía dejar de observar esas arrugas, esos ojos. No era la cara de un niño, ni de un adolescente.
Quince, gateando en silencio por el suelo, vestido de caballo, comenzó a acercarse a la puerta. Catorce, que le tocó ser una aldeana en la obra, se acercó a él. Ambos comenzaron a susurrarse. Ocho y Once se percataron de ello. Era obvio, ¡Intentarían ir a por Nueve! O quizá sólo a escapar. Como sea, tenían que distraerla.
-A todo esto, ¿Cuándo me vas a bajar? Me estoy comenzando a marear- Preguntó Ocho, aún colgado de cabeza.
-Sí, ¿Y no sería más conveniente usar flechas reales, en lugar de decir "fiu" cada que lanzo una imaginaria-
La chica comenzó a desesperarse.
-Éste es mi juego, jugaremos como yo lo diga. Y ahora digo que es la hora del té. ¡Todos vamos a la mesa! ¡Y cuando digo todos...!- Ella se dio vuelta, y tomó a catorce y a quince sujetándolos del cuello, antes de que pudieran abrir la puerta.
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Little Nightmares - Hunger
PertualanganEl chico recordaba poco o nada sobre su pasado, pero eso allí no le servía. Las fauces; El lugar de donde nadie volvía, en donde pisar allí era pisar en el mismísimo infierno, donde él viviría sus pequeñas pesadillas. Esta historia tiene varias ref...