Sesenta y siete, sesenta y ocho, sesenta y nueve. Veinte ya no sabía qué hacer; al igual que todos, estaba simplemente cansado, ahora morir no le preocupaba demasiado. Fue idiota dejando pasar la oportunidad de salir, fue muy idiota.
-¿D-dónde estamos?- Se preguntó Diez a ella misma. Llevaban caminando un muy buen rato, pero simplemente daban vueltas en círculos. Veinte aún no soltaba su brazo, que cada vez lo sentía menos. Él estaba detrás de los otros dos, que estaban demasiado ocupado viendo dónde se dirigían. Veinte ya casi no podía avanzar... Y pasó lo inevitable, cayó rendido al suelo. Levantó la mirada, esperando a que los dos chicos lo vieran, pero ellos no se percataron de su situación. Lentamente observó cómo ambos se alejaban de él. Qué basura, pensó. Escuchó algo al lado de él, lo cual le pareció extraño, se suponía que eran los únicos ahí. Volteó, y dio una sonrisa. Un amigo llegó, el pequeño gnomo se acercó lentamente a él. El enano le tocó la cabeza, notando que estaba muy caliente.
-¡Veinte!- Gritó Diez, regresando por él. Quince vino detrás de ella, y ambos se agacharon para ver el estado de él- Se ve muy grave-
La piel del brazo tenía muchas manchas negras, y ya comenzaban a salirle ampollas. Aún podía conservar el brazo, pero debían tratarlo antes de que se pusiera grave... Jaja, eso es lo último que podían hacer ahí. Diez y Quince se vieron a los ojos, sin saber qué hacer. Veinte levantó la mirada. Cerca, una figura conocida se acercaba a ellos. Antes de poder decir algo, Veinte cerró los ojos, para así desmayarse.
-Mamá- Dijo nueve, temblando.
-¿Q-qué?- Le preguntó Once. La mujer de Kimono dio un paso para acercarse a su hija, pero Nueve retrocedió; estaba bien alerta. De más está decir que Once y Dieciséis estaban más que confundidos.
-Jaiden, yo...-
-¿Querías que me mataran? ¿Esperabas verme muerta?- Nueve comenzaba a alejarse poco a poco más.
-Jaiden, déjame explicarlo...-
Nueve se dio la vuelta y comenzó a caminar lejos de ahí, pero Dieciséis la detuvo.
-N-nueve, ¿Qué está pasando?-
Nueve entonces recordó, no podía dejar a sus compañeros ahí. Regresó junto a ellos.
-Tenemos que irnos ahora- Dijo Nueve, más calmada de lo que ellos esperarían en una situación así.
-Pero ¿Quién es ella, por qué te conoce?- Preguntó Once
-Les explicaré todo, ¿Ok? Sólo...- Todos voltearon arriba, pues escucharon la puerta abriéndose. La mujer de Kimono de colores se acercó a ellos, y se agachó para alcanzar su altura.
-Rápido, escóndanse-
Los tres se pusieron detrás del sillón, cubierto por una manta. La mujer tomó un libro de la estantería, se sentó en el sillón y, claro, comenzó a fingir que lo leía.
Por las escaleras bajaba ella, la de kimono rojo, que aún seguía molesta. Levantó la mirada para verla a ella. Los chicos con extremo cuidado sacaron parte de su cabeza para verla. Ella tenía una máscara blanca, mostrando una cara sin facciones, y una mirada bastante fría. Cinco segundos de silencio. Ella se fue, entró en el elevador y bajó.
-Vale, ya salgan-
Los tres chicos volvieron al centro de la sala. La mujer se puso al lado de Nueve.
-Jaiden, yo...-
-Ni siquiera lo intentes- Nueve cruzó los brazos y miró a otro lado.
-... Entiendo si no me quieres perdonar, pero no dejes que eso afecte a tus amigos- La mujer se acomodó para ver a los amigos de Nueve. Se puso la mano en el pecho- Les agradezco por acompañar a mi hija en su viaje; es confortante para mí ver que no ha estado sola-
Dieciséis se acomodó el cabello
-Sí, vale, y tú eres...?-
-Me llamo Tara. Seguro prefieren hablar en un lugar más cómodo. Vengan, los moveré de cuarto- Tara se levantó, pero antes de avanzar, Once le avisó
-Espera, tenemos más amigos que no podemos dejar-
-Oh, claro. Llévenme con ellos-
-Ey, ey, Veinte- Quince sacudió suavemente el cuerpo de Veinte, pero éste no se movía.
-Q-quince...- Dijo Diez
-¿Qué pasaaaaaa...- Quince supo inmediatamente por qué lo llamaba. Una figura bastante alta se acercaba a ellos, estaban en problemas. Rápidamente se levantaron, pero no querían dejar a Veinte allí. Lo tomaron de un brazo y del torso y comenzaron a jalarlo, lo cual claramente era demasiado lento- ¡Vamos, vamos!-
Ok, es todo, pensaron ambos, que sólo cerraron sus ojos, con temor a lo que podían ver delante de ellos. Sin embargo, lo único que recibieron fue una agradable voz diciendo preocupada "Oh, Dios, ¿Él está bien?"
Tara fue rápido con Veinte, y empezó a examinarlo.
-¡¿Q-qué haces?!- Gritó Quince, buscando imponer respeto
-¡¿Y quién demonios eres?!- Agregó Diez. Detrás de Tara apareció Once
-Tranquilos, ella es buena-
Los chicos se alegraron al ver a Once devuelta, pero sus palabras los confundieron. A ese punto la regla era básica: Cualquier cosa que midiera más de el doble de ellos los intentaría matar, aunque de todas formas ella no les estaba haciendo daño. Dieciséis vino después, y finalmente Nueve.
-¿Qué le pasó? – preguntó esta última. Tara lo tomó y se levantó del suelo.
-No hay tiempo para eso, vámonos de aquí-
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Little Nightmares - Hunger
AdventureEl chico recordaba poco o nada sobre su pasado, pero eso allí no le servía. Las fauces; El lugar de donde nadie volvía, en donde pisar allí era pisar en el mismísimo infierno, donde él viviría sus pequeñas pesadillas. Esta historia tiene varias ref...