Cuarenta y nueve, cincuenta, cincuenta y uno. Los chicos corrían. Ello los perseguía, y enfrentarse a él significaba una muerte segura. Su única opción era huir, pero Pietro no era de los que se cansaban fácilmente. El camino no importaba, pensaban ellos; Lo crucial era vivir. No podían estar más equivocados. Aun siguiendo el mismo camino, cada quien tomaba una ruta diferente. Sí, eso sonaba como algo imposible, sin embargo, ese mundo no estaba hecho para personas con mentes vacías. Se dispersaron, pero seguían ahí. Escaparon de la bestia, pero seguía ahí. Para algunos, el tiempo se detuvo. Para los otros, éste iba a una velocidad alarmante. Para algunos, la oscuridad se hacía total. Para otros, era un problema del que no debían preocuparse. Habían llegado a la nada, o, tal vez, lo era todo. No, no era nada de eso. Simplemente era el centro. Los chicos llegaron a donde ella no tenía el control, donde su cuerpo preso se sentía libre.
Dieciséis era una testigo de ello. Su cuerpo parecía ser más ligero, pero su mente le gritaba mil palabras. Ella comenzó a descender la velocidad, y lentamente dejó de correr. Quiso ver a su equipo, sin embargo, al levantar la mirada, notó que estaba completamente sola. Miró por detrás de ella, y la bestia ya no estaba. En su remplazo, había engranajes, tubos y demás maquinaria. Dieciséis entendía que, definitivamente, no debía estar allí, y sabía que debía salir. Aunque, correr por ahí, no sería la mejor opción. Pero el camino sólo la llevó a ella allí; en cuanto a sus amigos...
Veinte se detuvo. Lo sabía, sabía que, siguiendo así, sólo llegaría a perderse más aún. Lo único rescatable de la situación era que Pietro ya no estaba. Sin embargo, no podía quedarse esperando a que lo encontraran. Aunque nunca le gustó hablar, sabía que esa situación lo ameritaba. El chico tragó saliva, listo para gritar por los otros, hasta que algo, un escalofrío le recorrió el cuerpo. Velozmente se dio la vuelta. Ahí, se quedó pasmado. Donde antes había un largo pasillo, ahora había un muro, con una puerta abierta. Ésta le mostró algo que había anhelado durante mucho tiempo: La salida, el aire fresco, el mar. Notó que, cruzar allí, significada liberarse de esa horrible pesadilla. Que finalmente sería libre. Se acercó a ella. Un viento refrescante le llegaba en la piel, y el sol le llegaba al rostro. Él sabía lo que tenía que hacer. Había luchado tanto tiempo por la libertad, y ésta ahora estaba literalmente frente a él. Estaba deseando a cruzar por esa puerta... pero no lo hizo. Cerró, dado un fuerte portazo. No podía hacerlo, no podía ser así de egoísta. Él les devolvería el favor que le habían hecho. El lugar comenzó a cambiar. Éste, al igual que un pequeño de cinco años, no dejaba de moverse. Así, el suelo donde Veinte mantenía sus pies, se convirtió en techo en un minuto. Veinte miró hacia arriba, y no pudo notar más que oscuridad, al mismo tiempo que unas voces salían de ésta: "Sí Veinte" Es lo que escuchó, hasta que, inevitable y recíprocamente, comenzó a caer hacia el techo.
Catorce tropezó, rodando por el suelo hasta chocar con el muro. Rápidamente se levantó del suelo, y quiso volver con el grupo, hasta que notó que estaba sólo. Dio un paso hacia el frente. Quiso mirar a su alrededor, pero simplemente pudo apreciar oscuridad.
-Catorce, ¿Eres tú?-
Escuchó una voz detrás de él. Él volteó. El muro había desaparecido. Ahora había un largo camino y, en él, estaba su amiga Diez, la cual se acercó con él.
-¿Y los demás? ¿Dónde están?- Preguntó Catorce. Diez encogió los hombros. Ambos se tomaron de las manos.
-No nos separemos-
Dieciséis seguía a su paso. Seguía y seguía andando, pero el camino sólo la confundía más y más, en un punto que no sabía siquiera qué era arriba o abajo. Pensó en cómo salir de esa situación. Podría dejar un rastro de piedras, pero estar eran bastante escasas, por lo que fue descartado. Seguía pensando, sin detener el paso, hasta que, repentinamente, tuvo que levantar su mirada. Su mente estaba totalmente perdida, y la bestia totalmente harta.
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Little Nightmares - Hunger
AdventureEl chico recordaba poco o nada sobre su pasado, pero eso allí no le servía. Las fauces; El lugar de donde nadie volvía, en donde pisar allí era pisar en el mismísimo infierno, donde él viviría sus pequeñas pesadillas. Esta historia tiene varias ref...