Treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis. La niña de pelo blanco estaba cansada, cansada de la soledad. Pero no por mucho. Tenía listo todo el ecsenario. Lo único que le faltaba era a los actores.
-¡Corran!- Diecinueve, Quince y Nueve saltaron al suelo. Vieron cómo las larvas se acercaban a ellos a una gran velocidad. Nueve ya se había topado con algunas en ese lugar, pero nunca en un ejército tan enorme como ése. Ella entendía muy bien que, ser atrapados, significaría una muerte instantánea. Quince y Diecinueve sólo actuaron por instinto. Los tres corrieron hacia fuera de la habitación. Allí fuera, Quince señaló a una ventana en la pared. Se pusieron frente de ésta, dieron tres pasos atrás y golpearon su cuerpo contra ella, pero el objeto no se rompió. Hicieron un segundo intento, pero también fracasaron. Vieron detrás de ellos. Los insectos estaban escalando a la mesa. Viendo esto, los chicos golpearon la ventana aplicando todas las fuerzas, y ésta finalmente terminó rota, tirando a los tres al piso y cortando a Quince en el brazo. Rápidamente se levantaron del suelo y siguieron corriendo.
-¿Qué hacemos?- Preguntó Nueve en voz alta.
-Tenemos que perderlos- Le respondió Diecinueve.
-¿Y cómo haremos eso?-
Diecinueve pensó un momento, sin dejar de correr.
-Separémonos- Dijo él.
-¡¿Qué?!- Exclamó Quince- ¡¿Estás loco?!-
-Sólo hagámoslo-
Y así lo hicieron. Escuchando el plan de Diecinueve, éste siguió corriendo; Quince se dirigió hacia la izquierda y Nueve en la otra dirección. Las larvas, siendo seres con muy alta inteligencia, se separaron en tres grupos, cada uno yendo por otro chico. Quince notó el hoyo en la pared y, viendo que no había otro camino, entró en él, aún con las larvas pisándole el talón. El chico corría velozmente por la alcantarilla, como ya había hecho muchas veces. Siguiendo el camino, éste llegó al techo de la habitación. Miró el suelo, el cual parecía estar bastante alejado de él. Detrás de él se estaban acercando esos asquerosos gusanos. Desesperado, saltó y, sujetándose fuertemente, logró colgarse en la lámpara que, para su suerte, no funcionaba y lo le quemó. Los gusanos, al no poder detenerse, comenzaron a caer hacia el suelo y terminar como una mancha negra.
Nueve miró cómo estaba siendo perseguida por esas criaturas repugnantes. Miró toda la habitación, buscando algo que le pudiera ser útil. Allí, miró a Quince desde el techo, e ideó un plan magnífico, sin embargo, antes de que lo pudiera ejecutar, una de las larvas se subió en ella y trataba de tragarse su cabeza. Nueve usaba sus brazos y piernas para alejar a la cosa lejos de ella, pero ésta era sorprendentemente fuerte. Finalmente, después de mucho esfuerzo logró lanzar la larva lejos de ella, pero las otras habían logrado acercarse aún más a ella. Se levantó del suelo y le gritó a Quince:
-¡Quince, balancéate!-
-¡¿Qué?! ¡¿Estás loca?! Ésta cosa se caerá-
-Ésa es la idea-
Quince comenzó a saltar y a balancearse en la lámpara. Cuando vio que esta estaba a punto de caerse y llevarse un pedazo de techo, saltó de allí. Nueve, tras atraer a los gusanos al punto que quería, dio un gran salto y logró chocar con Quince, evitando que él recibiera daños mayores y terminando uno encima de otro. Rápidamente, ambos sonrojados, miraron a los gusanos, antes de que ellos fueran aplastados por una pila de escombros. Los dos se miraron a los ojos y sonrieron, viendo que se habían librado de ellos.
-Bien hecho- Dijo Quince.
-Espera... ¡Diecinueve!-
Diecinueve seguía allí en la habitación, pero estaba en un aprieto aún mayor que el de sus amigos. Por un lado, estaban los gusanos. Por otro lado, lo mismo. Estaba totalmente rodeado. Una de las larvas saltó hacia él, pero pudo esquivarla, y ella chocó en el suelo. Allí, la aplastó con su pie desnudo, y éste se llenó de un espeso líquido negro.
-¡Diecinueve!- Gritó Quince. Diecinueve lo volteó a ver. Él y Nueve lo miraban detrás de los gusanos.
-Chicos, necesito ayuda- Le dijo Diecinueve, volviendo a esquivar otro insecto. Nueve y Quince buscaban desesperadamente algo para salvar a su amigo. En un momento, Quince le dijo:
-¡Tienes que correr! ¡Atraviésalos!-
-¿Qué rayos dices?- Diecinueve preguntó.
-Corre. No dejes que te alcancen-
Diecinueve notó que no había otra manera. Sin siquiera ver por dónde iba, empezó a correr, dando grandes saltos para evitar tocar a las larvas. Ese método lo llevó casi a la salida, pero una de los gusanos se metió en su camino y el pie de Diecinueve chocó con él, haciéndolo caer al suelo. Quince y Nueve, corrieron hacia Diecinueve, lo tomaron del suelo y comenzaron a arrastrarlo. Diecinueve se levantó del suelo.
-¡Volvamos! ¡A las cámaras!- Ordenó él. Los tres, evitando cortarse el pie con los trozos de vidrio, volvieron a la sala de cámaras y, juntos cerraron la puerta.
-Bien, eso seguro los detendrá- Dijo Quince.
-Por ahora- Agregó Nueve- Busquemos cómo salir de aquí antes de que descubran cómo entrar-
Escucharon un extraño sonido viniendo detrás de ellos. Ahí, arrastrándose por el suelo, venía otro gusano, el más pequeño de todos. Éste se lanzó contra Diecinueve, pero él lo detuvo con sus manos y, burlándose de su tamaño, lo mantuvo sujetado.
-Qué asco. Deja esa cosa- Le dijo Nueve.
-Oh, mírala. Es tan pequeña. Da hasta algo de pena. ¿Qué dices? ¿Perdiste a tu familia? ¡Ha, ha! Yo creo que...- Diecinueve fue interrumpido por el gusano. Este insecto, viendo que no se podría soltar de ese chico, abrió su boca y sacó de forma de vómito todo su interior, haciendo que eso entrara a la boca de Diecinueve y no pudiera evitar tragarlo. El chico soltó a la criatura, muerta y vacía, y se tiró al suelo, con la cara y la boca manchada de ese extraño fluido, y comenzó a toser del asco que eso le provocaba. Nueve y Quince se pusieron junto a él.
-¡Dios! ¿Estás bien?- Preguntó Nueve.
-Sólo quiero un poco de agua- Le respondió Diecinueve. Nueve dejó caer su mochila en el suelo y buscó algo de agua.
-Yo... lo siento, no tenemos ni una gota- Dijo ella, hasta que Diecinueve pudo levantarse. Quince metió la mano en la mochila, sacó el papel higiénico, cortó un pedazo, se acercó a Diecinueve y comenzó a limpiarle la cara.
-Esta cosa apesta- Expresó Quince.
-Dímelo a mí- Respondió Diecinueve.
-Oigan... ¿Escuchan eso?-
-¿Qué cosa?...-
La habitación se había quedado en total silencio. Lentamente abrieron la puerta, tratando de no llamar mucho la atención. Lo que vieron allí fuera los dejó atónitos y también confundidos. Todas las larvas estaban ahí, todas muy bien alineadas, casi sin moverse. Los chicos se miraron unos a otros. Precavidamente, empezaron a atravesar las filas de gusanos, hasta alejarse completamente de ellos.
-¿Qué fue eso?- Cuestionó Diecinueve. Nueve se rascó la cabeza, igual de confundida que los otros.
-Q-qué más da. Sólo vámonos de aquí...-
ESTÁS LEYENDO
Little Nightmares - Hunger
AventureEl chico recordaba poco o nada sobre su pasado, pero eso allí no le servía. Las fauces; El lugar de donde nadie volvía, en donde pisar allí era pisar en el mismísimo infierno, donde él viviría sus pequeñas pesadillas. Esta historia tiene varias ref...