Ahora

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Malo:

Me pongo a caminar nerviosamente afuera del consultorio donde dejé a Emma, no sé porque pidió que me sacaran, pero no me agrada la idea de dejarla sola, ya nos confirmaron que su muñeca está muy mal.

Me detengo rápidamente cuando escucho un grito salir del consultorio, no sé qué le estén haciendo a Emma, pero sé muy bien que está sufriendo.

Otro horrible grito sale del consultorio.

Perfecto, voy a entrar.

Estoy por abrir la puerta cuando una enfermera me golpea la mano con su tabla.

—No puede entrar, la doctora dijo que nadie puede entrar.

Veo con desprecio a esta mujer, ¿quién mierda se cree? Emma es mi mujer y si yo quiero ver que le están haciendo lo haré.

Un nuevo grito sale del consultorio y sin importarme nada entro.

Veo a Emma con mil lágrimas en sus ojos y la doctora jalando su mano.

—Ya terminé de acomodar la muñeca, ahora voy a enyesarla para evitar que se mueva, tendrás que usar el yeso unos dos meses, aproximadamente —Me mira de mala manera—. Me temo que tendrán que dejar sus juegos de rol.

Veo a Emma extrañado, ¿qué cosas le contó a esta mujer?

—Delo por hecho —dice con voz temblorosa.

Le pone muchas vendas enyesadas en su mano, me duele verla así, debí ser más duro con Mackenzie, así no estaríamos aquí.

~*~

Después de pagar y de escuchar una serie de cuidados que debe tener Emma por fin estamos en el hotel, mi amada Emma no ha dicho ni una sola palabra desde que salimos del hospital, me temo que sigue molesta conmigo.

—Emma...

—Lo sé, no te preocupes, dormiré atada de la otra mano —Se gira.

—No es eso... —Tomó su mano, pero la quita rápidamente— Hablaré con Mackenzie, le diré que somos pareja y que nunca deberá tocarte de nuevo, no soporto que estés enojada conmigo.

Emma no se gira, solo asiente ligeramente. No me cree, yo tampoco me creería si fuera ella.

Bajo del auto y el primero en recibirnos es Mackenzie.

—¿Qué les dijeron?

—Tiene la muñeca rota —digo molesto—. Así que no la molestes, Mackenzie.

—No te preocupes —Sonríe—, tendrá la casa rodante para ella sola.

Trata de tomar su mano sana, pero la tomo antes.

—Te dije que no la molestes —Lo empujo—, Emma dormirá en el hotel te guste o no.

—¿Me darás órdenes por una mujer?

—Si lo quieres ver así, vas a obedecerme, he sido muy paciente contigo, pero no voy a tolerarte más rabietas.

Mackenzie pasa la mirada entre Emma y yo, está bastante sorprendido por lo que hago, muy pocas veces le he hablado de esta manera, como jefe, siempre ha sido mi hermano.

—Como quiera el jefe.

Se da media vuelta y empuja a todos a su paso. Tara se acerca a su tía y la abraza con mucha ternura.

—Yo te cuidaré, tía.

Acaricio su cabecita y le sonrío.

—No tienes de que preocuparte, Tara, la cuidaremos ambos.

La hija del coronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora