¿Seguridad?

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Malo:

Me jode que una estúpida niña haya sido más inteligente que yo. Llevo dos días tratando de localizarla, pero es como si la tierra se la hubiera tragado.

—Alguien puso de malas al Malo, que ironía —Veo a Mackenzie con su estúpida sonrisa.

—¿Qué quieres, Mack?

—Los chicos ya están en el banco, sólo vine a recordarte que debes hackear unas cuentas para tener recursos.

Me alegra que Mack sea mi mano derecha, es bueno con el maquillaje así los reconocimientos faciales nunca dan con los chicos.

—Ya me encargo de eso.

Accedo al sistema del banco, fue mucho más fácil, entonces veo una pequeña ventana con un mensaje «Utiliza estas cuentas, son de inversión y si hay pérdida no podrán culparte. CAE»

Esta niña me está tocando los huevos demasiado, pero admito que es de ayuda. Hago la transferencia y veo un nuevo mensaje.

«El coronel descubrió actividad, los desvíe por ahora, apaga tu máquina y cambia tu posición. CAE»

No sé porque haré esto, pero le hago caso, apago la máquina y le indico a Mack que conduzca, les envío a los chicos la nueva ubicación usando una encriptación que yo inventé.

—¿Qué pasó, Malo? ¿Por qué cambiamos el lugar?

—El coronel sigue tocándome los huevos.

—Creí que con el ataque dejaría de molestarnos.

Yo también lo pensé, pero unas semanas después llegó Michael diciendo que una chica me pedía un favor, que deseaba que la liberara de Kenet. Pero ni aunque este ayudándome voy a conceder su favor.

No sé porque me ayuda, se supone que trabaja para Kenet, ¿qué ganaría?

—Yo conozco esa mirada —dice Mack—, algo te está molestando, ¿qué es?

—Una chica que me pidió un favor.

Su sonrisa se agranda.

—¿Está buena?

Yo que voy a saber, no la conozco, lo que me fastidia es que es policía, no quiero fiarme de ella.

—No lo sé, Michael dijo que era bonita.

—Si no quieres hacerle el favor yo sí, le diré a Michael que le diga en qué hotel nos quedaremos.

—Más te vale no hacerlo —digo molesto—. Te contrataré a una prostituta, pero a ella nadie la toca.

—¿Eso que noto son celos? —se burla.

No estoy celoso, simplemente no quiero que la involucren, tal vez pueda sacarle información.

—Déjame sólo —Le arrojo un fajo de billetes—. Ve a bajarte esa calentura.

—Gracias, jefe.

Se baja del remolque, esa niña comienza a afectarme, vuelvo a encender la máquina y lo primero que veo es un mensaje de ella.

La hija del coronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora