Juego

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Emma:

De nueva cuenta no puedo pegar el ojo, llevó tres días sin dormir ni un poco, Tara y Derek están muy preocupados por esta situación, incluso están considerando drogarme para que pueda descansar un poco.

—¿Qué tal si le damos una de esa botellas que bebe mi mamá? Siempre que toma de ellas termina profundamente dormida —Adoro la inocencia de mi sobrina.

—Les agradecería si me pueden regalar un poco de café, de lo contrario me pondré de mal humor.

Derek me mira con los ojos entrecerrados, por piedad que no empiece con los regaños.

—Más bien lo necesitas para no dormir.

Suelto el aire molesta.

—¿No deberían estar en el hotel con los otros?

Ambos agitan la cabeza como si quisieran olvidar algo.

—Mackenzie está con mi mamá y se la pasan tomando, no me agradan, todos juegan con las cartas, quise aprender, pero no me dejaron jugar.

—Eres muy pequeña para jugar cartas —Nos giramos para ver al Malo—, ¿qué hacen despiertos tan tarde?

Bajo la cabeza, es por esto que no puedo dormir en las noches. Una noche después de nuestra pelea el simplemente llegó a dormir a mi lado, me abraza y me susurra cuanto me ama, pero antes de las cinco de la mañana se va, eso me deja muy claro que no va a decirle nada a su amiguito.

—¿Tú qué haces aquí? —espeta Derek—. Deberías irte con tus amigos, aquí no eres bienvenido.

—¿Pasó algo entre ustedes? —pregunta Tara.

Veo al Malo, espero que no le dé por ser sincero en estos momentos.

—Tu tía y yo discutimos —Le sonríe a mi niña—, por eso Derek está a la defensiva conmigo.

La niña me mira para que le explique mejor las cosas. Justo cuando tiene que mentir tiene que ser sincero.

—Derek solo trata de cuidarme —Suelto el aire—. No puedo contarte el problema que hubo entre el Malo y yo, pero me hizo daño, eso es todo lo que necesitas saber.

Tara vuelve a girarse y ve de mala manera al Malo, esto acaba de salirse de control.

—Creí que querías a mi tía, pero ni siquiera te importa, no ha comido nada y tampoco duerme, estoy segura de que es por tu culpa.

El Malo mira sorprendido a la niña, hasta ella le reclama por ser un completo idiota.

—¿No has comido? —Ahora parece furioso— ¿Qué quieres comer? No acepto un no por respuesta.

Pongo los ojos en blanco.

—No tengo hambre.

El Malo lanza una mirada cómplice a Tara, esto no me está gustando.

—¿Aún quieres aprender a jugar cartas?

—Si.

El Malo saca un juego de baraja de su bolsillo, hace mucho que no juego poker, la última vez fue cuando... me llevó a las Vegas por mi cumpleaños dieciocho, recuerdo que Arti tuvo que firmar una responsiva para que pudiéramos jugar, ese día gané una buena cantidad de dinero.

—¿Qué te gustaría aprender a jugar? —Le sonríe a Tara.

—Poker.

El Malo se pone a barajar las cartas como todo un experto, parece bastante concentrado en lo que hace. Reparte las cartas dejando un montón enfrente de cada uno.

La hija del coronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora