Situación

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Emma:

No puedo creer que el Malo estuviera a punto de desnudarse frente a mí, aún no consigo sacar de mi cabeza sus palabras, me prometió que iba a...

Por su culpa no duermo en las noches, sólo imagino el momento en el que me haga el amor, despierto jadeante y prácticamente empapada. Lo detesto, ahora tengo miedo de encender su cámara y verlo desnudo, aunque la idea es tentadora.

—Vas a terminar con tu uña —me interrumpe mi hermana—. Preparé café —Me da una taza—. Aún no consigo comprender cómo no has atrapado al Malo, llevamos cuatro meses y no pareces estar cerca.

Si supiera que lo encontré desde el primer día aquí me mataría y más si se entera que lo he estado ayudando con los crímenes que comete.

—Es bueno, de verdad que es un reto, pero mi papá comienza a fastidiarme, sabes.

—Carlisle Kenet no sabe hacer eso.

Nos reímos un poco, en ese momento nos envían una señal de alerta, reviso el mensaje, al parecer el equipo del Malo hará un robo en una semana al Museo de arte. Suele hacer eso como parte de sus favores, robar para otros, obtiene una ganancia sumamente fuerte y si no cumplen con la paga se los quita de sus cuentas.

Es un criminal muy listo y siempre que roba lo hace contra grandes empresarios de dudoso capital. Desde mi punto de vista es un Robín Jud moderno, un hacker muy lindo además.

—Se nota que Carlisle está desesperado.

—Si, pero no hay más que hacer, su equipo es sumamente bueno y el nuestro es deficiente.

Clara suelta una risa falsa.

—O tú no te estás esforzando para fastidiar a Carlisle.

Le sonrío de lado.

—Culpable.

Mi hermana revisa su reloj, ya es su hora de regresar a casa.

—Debo ir con Tara, ¿desactivas los escáner?

Tecleo un poco y desactivo los escáner.

—Dos minutos para la reactivación, corre.

Mi hermana lo hace diciendo un duerme un poco, pero como podría dormir con esa clara advertencia del Malo.

Llena de curiosidad enciendo la cámara, veo el lugar vacío, por un lado me tranquiliza. Pero no tarda en aparecer el causante de mi insomnio.

Se saca la camiseta y veo esos perfectos tatuajes adornar su musculosa espalda, me encanta este hombre, lo veo sacar una nueva camiseta de un gabinete y cubre su bien formado cuerpo.

Sin querer aprieto una tecla y eso lo alerta, demonios. Se gira con una sonrisa en sus labios.

—Si no fuera por toda tu ayuda habría pensado que me abandonaste, CAE.

Me encojo en mi silla, no olvido la última disputa que tuvimos, se atrevió a llamarme geek y decirme que soy gorda y fea. No soy una modelo, pero no soy fea, soy un hobitt que sobre pasa por poco el metro y medio, aunque también me molesta que haya llamado ansiana a mi madre, físicamente soy igual a ella, aunque mis ojos son azules como los de Carlisle.

Me apresuro a responder.

«Pensé que querías que la geek te dejara trabajar»

Se ríe y se acerca a la pantalla.

—Creí que ya habíamos dejado esos mensajes atrás, ¿qué tanto viste de mí?

Suelto un largo suspiro, me pone de nervios.

La hija del coronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora