Hogar

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Malo:

Emma lloró alrededor de cuatro horas, se dormía un rato y cuando despertaba volvía a llorar. Lo único que puede hacer por ella fue abrazarla y decirle que todo estaría bien, que la amo.

Por ahora ya se calmó, pero no sé si volverá a llorar en cualquier momento.

—Emma, tengo que salir un rato —Me mira con sus ojos rojos.

—Voy contigo.

Beso su frente y le acaricio las manos.

—Necesitas descansar un poco más, solo tardaré un par de horas.

—¿A dónde vas?

—Al supermercado, vamos a necesitar comida para estar aquí una semana.

Emma se levanta del sofá bastante tranquila.

—Voy contigo —susurra—, no quiero estar sola.

Asiento sin muchos ánimos.

—Vale, pero lleva tus lentes de sol, no quiero que te vean con los ojos hinchados.

Emma asiente y se va. Me hundo más en el sofá, Emma merece ser feliz y yo solo le doy más problemas.

Enciendo la televisión para ver las noticias, hace bastante que no me entero de nada. En cuanto se enciende veo a Carlisle Kenet dando una conferencia de prensa.

¿Qué avances tiene sobre el caso del Malo? —pregunta una reportera.

Tenemos pruebas de que ese infeliz secuestró a mi hija para liberar al hacker que capturamos, un informante anónimo asegura que ese delincuente se llevó a mi hija al norte, a la frontera con Canadá, así que empezaremos con la búsqueda. Eso es todo lo que tengo para decirles.

Siempre tiene algo que decir, quiere que todos lo vean como un héroe que busca desesperadamente a su hija, pero solo lo hace para encerrarme de nuevo.

Me giro a ver a Emma detrás de mí, se ve extremadamente hermosa.

—No dejaré que te aparte de mi lado —Tomo su mano—, esta vez haré las cosas bien, Emma.

Sonríe poco convencida, pero es lo único que necesito, que confíe un poco más en mí.

—¿Vamos? —Aprieta mi mano.

—Sí.

Me levanto del sofá y veo a Emma ir a la puerta principal, eso no es bueno.

Corro y le cierro el paso.

—¿Qué pasa? —dice confundida.

—Por ahí no, amor. Puedes salir por cualquier puerta, menos la principal.

—¿Por qué?

La llevo a la puerta y le muestro el marco roto.

—Cuando sacaron a mi padre de esta casa estaba tan colérico que destruyó el marco de la puerta, Cass intentó salir por ahí y por poco se le cae el marco en la cabeza, por eso decidí cerrar esta entrada.

—¿Por qué no solo la reparaste?

—Porque al cerrarla también le cerré el paso al demonio que llamaba padre, mantenerla cerrada es como si me dijera que él nunca volverá y porque si la arreglo nadie me sacará de aquí y es peligroso quedarse en un solo lugar por mucho tiempo.

La hija del coronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora