Transformación

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Malo:

Me desperté al rededor de las diez de la mañana, Emma parece estar durmiendo plácidamente. Me siento un poco culpable por haberla obligado a dormir conmigo, no debí hacerlo, pero necesitaba estar con ella, en verdad la amo.

Emma gruñe un poco y vuelve a girarse. Me pego al cuerpo de Emma y dejo un cálido beso en su mejilla.

—Despierta, Emma.

Ella se gira de nueva cuenta, parece sorprendida de que esté aquí.

—¿Sigues aquí?

Beso de nuevo sus mejillas, no pasa ni medio segundo cuando me aleja de ella. Va a ser muy duro que me perdone, pero no me rendiré tan fácil.

—Te dije que voy a cumplir todas mis promesas, la primera que quería cumplir era estar a tu lado en todo momento.

Emma suelta el aire, no me gusta que esté así de molesta conmigo.

Observa su mano libre, odio que se haya acostumbrado a esas malditas esposas.

—Será mejor que me vuelvas a esposar, odiaría que Mackenzie haga otro drama.

Niego con la cabeza y beso su frente.

—Tengo un plan distinto —Acaricio su cara—. Ve a cambiarte, tenemos muchas cosas que hacer.

—Lo que usted diga, jefe.

Sale de la cama, no se gira a verme, simplemente se desnuda frente a mí. Eso es tortura, ver su linda piel y no poder tocarla.

Me quedo viendo esa cicatriz que nos mostró anoche, esa fue una cortada bastante fea. Me pongo de pie y tomo su cintura, recorro su cicatriz con el dedo.

—¿Cómo obtuviste esto?

Emma cubre su cicatriz con la mano.

—Derek —Su dedo también recorre su cicatriz—, cuando lo arreste se defendió con un cuchillo y me dejó una terrible abertura de diez centímetros con medio centímetro de profundidad, me dieron la opción de borrarla de mi piel, pero me negué, tenerla me recuerda que no soy la máquina en la que Carlisle trató de convertirme.

De nuevo estoy celoso, ¿cómo es posible que Derek le dé todo?

La puerta se abre de manera precipitada, cubro a Emma con mi cuerpo. Observo a Mack de mala gana, ¿no le enseñaron a tocar?

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Voy a salir, Emma viene conmigo.

Emma se mete una camiseta mía y sale de mi espalda. No me gusta como está mirando a Mackenzie.

—Ella no irá a ningún lado —Me empuja un poco—. ¿Ya olvidaste lo que me hizo? ¿Qué te hace pensar que no te atacará para escaparse?

—No tengo ningún interés en ir con el Malo —responde Emma—, puedes atarme.

Avanza hacia la cama, la retengo por la muñeca.

—Irás quieras o no —La jalo—. Andando.

La empujo fuera de la casa rodante, no se resiste, pero tampoco avanza sin un ligero empujón.

—¿Qué planeas, Malo?

—Ya lo verás.

Subo a Emma en el auto, me subo y arranco antes de que pueda bajarse. Nuestra relación se ha complicado demasiado.

—¿Para qué me sacaste?

Tomo su mano y la llevo a los labios.

—Iremos a algunos lugares, ¿qué te gustaría comer?

La hija del coronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora