Trato

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Emma:

Me quedé dormida después de llorar al menos media hora, hacía mucho que no lloraba abiertamente, Carlisle ni siquiera me dejó llorar por la muerte de mi mamá y ver al Malo irse tan bien arreglado me dolió demasiado.

No soy estúpida, se muy bien que se irá con esa mujer a cualquier lado, a estas alturas debe estarle haciendo el amor a esa mujer, debí aceptar lo que Derek me propuso, tal vez no sea tan tarde, solo quiero irme de aquí, comenzar desde cero en cualquier otro país.

Escucho como alguien entra a la casa rodante, me giro y veo a una mujer pelirroja preciosa entrar.

—Lo siento, solo usaré el baño.

Pasa por un lado y se mete al baño, como me gustaría tomar una ducha, siento que huelo a sudor.

La mujer sale secando sus manos con un poco de papel.

—Que curioso es ver a la hija del coronel esposada, ¿qué se siente estar del otro lado?

—Apuesto a que a ti te encanta estar esposada —me mofo.

La mujer se burla de mí, esta mujer es desesperante.

—Solo si es el Malo quien me ata.

Maldita sea, ¿por qué tuve que conocer a una de sus chicas?

—Entonces estarías encantada de tomar mi lugar —Tiro de la esposa—. Por lo que escuché de él le encanta atar a las mujeres.

Suelta una buena carcajada y se sienta a mis pies.

—¿Sabes por qué le llamamos Malo?

—¿Su nombre no lo dice todo? —Soltamos una carcajada.

—Verás... —Se acerca a mí— Le decimos Malo porque es una bestia en la cama, no le importa si nos duele, solo le importa su propio placer, aunque debo admitir que te hace flotar, aunque eso ya debes saberlo, ¿no?

Hago una mala cara, ahora estoy más convencida de que hice lo correcto al negarme.

—No, te impresionará saber que lo rechacé.

La mujer sonríe y golpea mi nariz.

—No podrás negarte por siempre, menos sabiendo que eres su prisionera, si no es el Malo será Mack, piensa con cuál de los dos quieres perder.

—¿Cómo?

Me sonríe de forma tranquilizadora.

—Se nota que aún no inicias tu vida sexual, hasta cierto punto eres igual que el Malo, te gustan las computadoras, ¿no?

—No como a él, digamos que no me desagradan, pero tampoco las amo.

—Entonces, ¿por qué?

Levanto los hombros.

—Soy buena en ello, Carlisle nunca me dejó elegir nada en realidad y yo solo quería... quería a mi hermana de regreso. Pero tal parece que me odia a pesar de que todo lo hice por ella.

La mujer toma mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja.

—Eres muy bonita, Kenet, apuesto a que muchos hombres desearían desvirtuarte —Besa mi mejilla—. Ya veré cual es el precio que te pone el Malo.

¿En serio va comprarme?

La verdadera pregunta es si el Malo va a ponerme un precio.

La hija del coronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora