¿Tranquilidad?

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Después de dos días en el hospital por fin van a dejarme salir, ya quiero irme a mi casa y tirarme sobre el sofá a ver alguna serie.

Pero, antes de irme, quisiera preguntar por el camillero.

Al parecer la bomba era para él, sabían su rutina y nada más explotó, "el Nene" y Gil ya están en la estación, Susan fue arrestada cuando intentó tomar un avión a México, se puede decir que el caso está cerrado y todo está tranquilo en la estación.

Camino a la recepción, saludo a la enfermera.

—Buenos días —Reviso mi reloj—, me gustaría saber sobre el camillero de la explosión.

—¿Es familiar?

Le sonrío y le muestro la placa. Parece palidecer un poco al verla.

—Ya reviso, oficial.

Teclea algo en la computadora y su ceño se frunce.

—Solo tengo un paciente de la explosión, salió hace unos minutos —Regresa la mirada a mi—. Sólo usted resultó herida.

¿Pero que está diciendo?

Yo vi al chico.

—¿Dejan que otro hospital atienda a sus trabajadores? —Me burlo—. ¿A qué hospital lo enviaron?

—Todos tenemos seguro que nos da el hospital, nadie más nos atiende.

Pero... ¿entonces que pasó con el chico?

—Si quiere puede ir a preguntarle al jefe de camilleros, es al fondo mano izquierda y de nuevo hacia el fondo, espero haber ayudado, oficial.

Asiento y comienzo a ir a donde me indicó, todo esto es extraño. Avanzo por los pasillos y me guío por los letreros, al llegar a la coordinación de camilleros toco la puerta.

—Pase —grita un hombre.

Giro la perilla y dentro me encuentro con un hombre de la edad de mi papá, pero él se ve más agotado que mi padre.

—¿En qué le puedo ayudar, señorita?

Verlo me hace recordar a Arti, voy a llamarlo por la tarde.

—Quiero saber sobre el chico al que querían matar.

Sus ojos cansados se cierran y suelta un largo suspiro.

—No puedo decir mucho sobre Michael, llegó hace una semana pidiendo trabajo, no le acepté ningún documento, le dije que si pasaba las dos semanas de prueba el trabajo era suyo, pero no lo he visto desde el día de la explosión, le pasó lo mismo que a la oficial que está por aquí, no era tan grave así que lo envíe a casa, espero que esté bien.

Yo también lo espero, hay algo en él que me intriga, voy a encontrar a ese hombre.

—Le agradezco.

Me giro dispuesta a irme.

—Si sabe algo de él llámame, por favor.

Vuelvo a girarme y tomo la tarjeta que me da, reanudo mi marcha, creo que voy a pedir un taxi a la estación, quiero saber si progresa este caso.

Salgo a la avenida y camino al sitio de taxis, le digo a donde voy y arranca.

—Disculpe, ¿podría hacerle una pregunta?

Me mira a través del retrovisor.

—Claro —Me gusta platicar con los taxistas, son como psicólogos.

—¿Ser policía es peligroso? En la televisión parece ser riesgoso, ¿cómo puede lidiar con eso?

Vaya que es riesgoso, yo he parado en el hospital unas ocho veces y el como lidiar con las cosas es simple, Carlisle Kenet fue mi papá.

La hija del coronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora