Una gran revelación

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Jungkook estaba enterrado en el sillón de la sala común del hotel. Era un salón pequeñito, exclusivo para ellos, así que se dejó caer entre los grandes almohadones que servían de base, mientras anclaba la mirada en algún punto de la televisión encendida. Tenía un pantalón de pijama que bien podría ser de niño, ya que tenía dibujitos de coches en él. Ya era tarde, debería estar durmiendo, pero era incapaz de conciliar el sueño, es más, no podía soportar la idea de ir a su habitación y dormir sin Jimin. Le era prácticamente imposible.

Realmente, le echaba demasiado de menos. Añoraba hacerle la cucharita a su pequeño cuerpo. Eran dos piezas perfectas de un engranaje que conectaban en una bella armonía. Eran pocas las noches en las que simplemente dormían, la mayor parte de ellas empezaban con juegos, risas y, obviamente, con escenas subidas de tono. Le encantaba cuando Jimin estaba juguetón, adoraba verlo encima de él, contoneándose de la forma más sensual, haciendo estremecer cada músculo de su cuerpo. Aún podía sentir, como si lo tuviera tatuado en la piel, las manos del rubio tocando su pecho mientras él se movía en su interior. Lo deseaba demasiado. Eran como dos llamas ardiendo a la vez. Al parecer, tanto fuego les había quemado y las quemaduras dolían horrores. Sentía tanta decepción por dentro que no sabía si estar triste o enfadado.

No podía creer que Jimin le hubiera sido infiel. Estaba convencido de que había sido con Taemin, desde que ese Idol apareció en sus vidas, meses atrás, los celos le habían alertado de que no venía con buenas intenciones. Y parecía que no estaba equivocado. Pero las cosas no se iban a quedar así. Jungkook estaba decidido a tener una conversación con Taemin. Si hacía falta le marcaría su preciosa cara con sus nuevos movimientos de boxeo. No soportaba su sonrisa, su forma de hablar, de comportarse con Jimin. Ahora mismo, lo único que quería era borrarle los dientes de la boca.

Una mano larga y fina alborotó su cabello más de lo que ya estaba. Era Tae, que apareció sin casi hacer ruido y se sentó al lado del maknae rebotando sobre uno de los cojinetes. Jungkook no le miraba, tenía la impresión de que él ya sabía todo de antes y no se lo contó. Al fin y al cabo, Jimin era su mejor amigo. Tae comenzó a juguetear con su oreja, quería que le hiciera caso, pero lo único que quería Jungkook era estar solo.

-Jungkookie... Vamos a hablar. ¿Cómo estás? -el makane seguía sin mirarle, entonces Tae se acercó a su oreja y le sopló.

-¡Tae! Sabes que odio que hagas eso.

-Pues si no me haces caso... -Tae acercó su boca peligrosamente a la oreja de Jungkook con la intención de morderle-. Haré algo peor.

Jungkook apartó su cara y se giró hacia él, clavando la mirada en la de su hyung. Quería ir directo al grano, conocía muy bien a Tae y sabía que nunca diría nada en contra de su amigo, pero quería oírlo de su boca. Así que, simplemente, se tiró a la piscina sin comprobar su profundidad. Estaba dispuesto a dejarle de hablar si no encontraba agua en el fondo.

-¿Lo sabías?

-¿Qué sé?

Tae realmente parecía no entender la pregunta, pero Jungkook no creía ninguna de sus expresiones faciales que le hacían ver como un corderito degollado.

-Que Jimin... -le costaba hasta decirlo en alto, era como asumir el hecho-. Jimin ha estado con otro.

Las cejas de Tae se levantaron y su cuello giró levemente para mirarle con incredulidad.

-¿No lo sabías?

-Jungkook-ah ¿quién te ha dicho eso?

-El propio Jimin. Me lo confesó hace unas horas -sus palabras comenzaron a correr como si estuviera en una fórmula uno-. Quería que lo habláramos, que me contara qué pasó, solo necesitaba que me pidiera perdón y volviera, y todo fuera como siempre, pero...

Tae posó tres dedos en la boca del maknae, callándolo al instante.

-¿Le acorralaste para que volviera contigo?

Jungkook asintió, aún con la manos de Tae delante de su cara. El hyung quitó los dedos de los boca del maknae mientras se mordía sus labios pensativo. A su vez, acariciaba su barbilla como si fuera Sherlock Holmes.

-Jungkook-ah -el semblante de Tae se volvió serio, como si realmente se convirtiera en ese hyung que el maknae necesitaba en ese instante-. Hace dos años, a la vuelta de unas mini vacaciones en familia, llegué a BigHit en la mañana. Todo el staff me decía que Jimin había llegado haría una hora, cosa que me pareció rara, ya que pensaba que vendría contigo por la tarde ya que sois los dos de Busan. Seguro que lo recuerdas.

Jungkook asintió.

-Sí, yo tampoco supe nunca por qué se fue sin mí. La idea era volver juntos.

-Exacto. Pues le busqué por toda la empresa hasta que comencé a oír un llanto en los baños. Sabes que Jimin no le muestra su tristeza a nadie, siempre se hace el fuerte, siempre sonríe, evita mostrar sus debilidades para no afectar a los demás. Pero ese día, Jungkook-ah, ese día Jimin estaba tan devastado que no podía dejar de llorar.

-No entiendo por qué me cuentas esto...

-No he acabado.

Jungkook lo miró entornando los ojos como si le estuviera contando la Biblia en verso.

-Cuando abrí la puerta de su baño, vi a Jimin sentado en el váter, con la cara roja, los ojos hinchados y hecho un mar de lágrimas. ¿Sabes qué le pasaba?

Jungkook negó con la cabeza y resopló impaciente.

-Se había enamorado tanto de alguien que no sabía cómo gestionarlo. No aguantaba sus desplantes por el día y sus abrazos por la noche. No soportaba los "suéltame, hyung" ante el público y los "te quiero" mientras dormían. Te puedo jurar, Jungkook, que Jimin no ha dejado de amarte en ningún momento y, además, pongo la mano en el fuego de que lo que te ha dicho es mentira.

-¿Por qué me iba a mentir? ¿Qué necesidad? Si tanto me quiere ¿por qué darme de lado?

-Para protegerte.

Esas palabras fueron lapidarias. Todo encajaba. Jungkook había sido un idiota, cómo en su sano juicio iba a pensar que su Jiminie se iría con otro. El hate que sufría Jimin cada vez era mayor y comenzaba a salpicar al maknae. Jimin solo quería protegerle. Tae le había abierto los ojos. Jimin se vio obligado a decirle eso para que lo dejara en paz. Prefería que le odiara a que él sufriera lo mismo que estaba sufriendo él con el público.

-Jungkook-ah.

El maknae reparó en Tae, que seguía delante de él esperando una respuesta.

-Tengo que ir a ver a Jimin.

-¡Pero no le digas que he sido yo! -gritó Tae mientras veía partir al joven de forma apresurada.

El maknae esquivó el sillón, salió de la sala, subió tres pisos de escaleras para no esperar por el ascensor y, por fin, llegó hasta la habitación de Jimin. La puerta estaba entreabierta, así que simplemente entró. Al cruzar el pequeño hall vio claramente la figura de una pareja, era Jimin y Suga, los dos muy juntos, muy cercanos, tanto, que sus labios se estaban besando.

Expediente Manila (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora