Expediente Manila (COMPLETA)

¡Cargando...!

Las manos de Tae rodeaban los barrotes del cabezal como si quisiera romperlos. Se aprisionaba a ellos para poder soportar la postura a la que el sexo con su hyung le había llevado. Tenía la boca abierta y tremendamente seca. Sentía que sus alaridos iban al son de los golpes que sentía en su trasero. Estaba a cuatro patas, regalándole su maravilloso y redondo culo a su primer amante. Nunca se había sentido tan unido a alguien. Las estocadas le impulsaban tanto que el hierro no dejaba de golpear la pared. Seguramente se escucharía por todo el edificio, pero en ese momento poco le importaba.

-¡Hyung! ¡SIGUEEEEE!

Jin estaba agotado. Hacía demasiado que no practicaba el acto sexual y notaba que había perdido resistencia. Su forma física era mejor gracias a todo el ejercicio al que estaban sometidos como grupo, pero el aguante con respecto a correrse era otro cantar. Desde hacía unos días, cuando ocurrió aquello entre probadores con Tae, se había dado cuenta de que ya no aguantaba mucho. No sabía si era por la falta de práctica o porque Tae le ponía demasiado caliente. ¡Dios! No podría aguantar mucho más en el tiempo. Le encantaba que Tae le pidiera más, le ponía aún más cachondo.

-¡Dame más duro, hyung!

-Tae...

El cuerpo desnudo de Jin no dejaba de moverse para que el joven recibiera lo que tanto ansiaba. Sentía que se estaba quedando sin fuerzas para apaciguar las aguas de su interior. Quería que Tae se corriera primero y así estar tranquilo, pero el moreno aún no se iba. Su pene entraba y salía tan rápido como le dejaba su cuerpo. Sus manos le ayudaban, sujetando las caderas del joven para moverlo a la par. Estaban muy mojados. Las sábanas eran un ovillo bajo ellos.

-¡HYUNGGGGG!

El pene duro de Tae, el cual no dejaba de rozar contra la sábana que tenía debajo, dejó salir todo el líquido que tenía en su interior desparramándolo encima de la cama. Jin por fin se sintió libre para dejar fluir el suyo. Sacó rápidamente su miembro para no correrse dentro, ya que aunque tuviera el condón, no lo habían hablado y le parecía una falta de respeto hacerlo sin su consentimiento y sin tener una relación estable. Nada más sacarla Tae corrió bajo su pene y le quitó el látex que lo envolvía.

-Échamelo, hyung...

Jin le miraba como si fuera un ángel. Tenía unas facciones demasiado perfectas para ser real. Comenzó a masturbarse para correrse en su cara, tal y como le dijo el chico. Rozó su hinchado glande con la boca del chico, dándole algún que otro golpecito. Este sacó su lengua queriendo recibirlo. Notar su saliva caliente fue el botón que hizo salir todo su caliente semen. La cara del chico se manchó entera, pero no le importaba, le encantaba. Se comió lo poco que cayó en su boca y se esparció por el cuerpo lo demás.

-Tae... Eres...

-¿Un pervertido?

Jin se rio. Tae se puso de rodillas, se acercó a Jin que seguía en la misma posición, entrelazó sus manos en el cuello del mayor y lo abrazó.

-Gracias por esta experiencia.

Jin recibió su cuerpo, pero no pudo evitar mirar hacia abajo. Su culo respingón sobresalía. Tae se separó y le dio un breve beso en la mejilla.

-Me voy a mi habitación -sentenció el joven.

Jin se quedó extrañado por esas palabras. Tae se levantó de la cama, pero Jin le cogió del brazo y lo volvió a tirar en el colchón. El mayor se puso encima y le miró de una forma muy penetrante (nunca mejor dicho).

-Quédate a dormir...

Tae tenía los ojos muy abiertos. Le daba miedo quedarse. Solo era sexo y si se quedaba podía ocasionar malentendidos.