—¡Auch! —se quejó Peeta, mientras mi madre vaciaba alcohol (que por fortuna Haymitch no había encontrado, puesto que mamá vigilaba su botiquín como un águila) en la herida abierta de Peeta. Se veía mal, fijo iba a requerir un par de puntos.
Aparté la mirada tan pronto como Primrose se aproximó con una aguja e hilo especiales para coser carne. De esa forma, se asegurarían de que la herida cicatrizara, era necesario, pero la idea y la vista de eso mismo era desagradable a más no poder.
Me pregunté entonces qué haría yo si no me hubiese convertido en cazadora. Normalmente los niños heredaban la profesión de sus padres y como yo no podía ser minero, lo lógico sería que me convirtiese en sanadora, ¡pero menuda sanadora que sería! No descartaba la idea de que después de que mi paciente acudiera a atenderse, sólo regresaría a su casa para darse cuenta de que había quedado peor de como había llegado... Aunque, si lo pensaba, sí que tenía la profesión de mi padre, él también era un cazador.
Daba igual de todos modos, era sólo un intento de distraerme, para ignorar cómo me partía el alma cada pequeño quejidito de dolor que emanaba Peeta cuando la aguja atravesaba la piel. Él estaba siendo todo un hombre y se aguantaba el dolor, pero con lo salidas que se notaban sus venas, el sudor que le recorría la frente y la mandíbula apretada junto con los puños, me daba cuenta de que no podía estar siendo una experiencia nada agradable.
Se había cruzado justo en el momento en el que planeaba dispararle a un conejo que se nos había escapado de una trampa. El problema fue que Silver, la nieta de Sae, se cruzó justo cuando yo disparé. No la vi, llegó de la nada, al igual que Peeta, quien se lanzó a empujar a la niña y gastó toda la suerte de su vida al no llevarse esa flecha clavada en la garganta. Sin embargo, sí que llegó a rozarle el brazo, dejándole un feo corte que dejaría el recuerdo de una cicatriz.
A mitad del proceso, mi madre notó lo mucho que su paciente sufría y terminó por ceder y darle un par de cucharadas de jarabe para la tos —no quería gastar su preciada morflina en una herida tan superficial—, esperando a que Peeta cayese dormido cuanto antes. Por fortuna lo hizo y Prim pudo terminar de coser más pronto.
Como ya no había nada que pudiera hacer por él hasta que despertara, dejé un beso en su frente y fui a buscar a Gale.
—¿Cómo está? —preguntó por Peeta al verme.
—Sobreviviendo a los puntos como todo un héroe —respondí sinceramente. Recordaba alguna vez en la que mi madre había tenido que coserme alguna que otra herida y la memoria de ese dolor seguía grabado en mi mente, y eso que después seguía la picazón una vez que los puntos debían retirarse.
—No puedo negar que hay una parte de mí que disfruta verlo sufrir.
Arqueé una ceja por su comentario. Típico de Gale querer quedar con la última palabra; pero eso era típico de mí también, por lo que esto se pondría bueno.
—Eso es porque eres tonto de remate y te hacen falta unas cuantas neuronas —lancé.
—Eso es porque Mellark no ha llegado a caerme bien del todo. Sigo digiriendo el hecho de que ustedes dos...
Argh. No quería escucharlo decir lo que sea que fuese a decir para evitar mencionar que éramos novios.
—Sí, bueno. Tampoco fue sencillo manejar que tú y mi mejor amiga se atraían, pero ya ves, yo lo superé, tú también podrás.
...
Después de tres semanas en el campamento, sin saber nada sobre el estatus del Distrito y los nuevos Juegos, nos encaminamos hacia la base rebelde. Tardamos otros cuatro días en llegar, más al final lo logramos.
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ERES TÚ | THG EVERLARK
FanfictionEn un mundo sin juegos de victorias a muerte, Katniss Everdeen y Peeta Mellark comienzan la odisea de intentar conocerse el uno al otro a pesar de que eso podría traerles muchos problemas con sus conocidos y familiares. Después de descubrir que son...