Haymitch regresó al Distrito cuando las casas volvieron a estar en pie. Al igual que a nosotros, el gobierno le otorgó una. Delly también volvió con su hermano, y Madge. Gracias al vencedor —siempre borracho a pesar de que durante la guerra intentó dejar el alcohol, sin éxito, debo agregar—, supe que Gale y su familia se mantenían en el Distrito Trece.
Peeta me prestaba su pecho para recargar mi cabeza en él. Había estado toda la noche con un resfriado y no pude dormir nada. Tuve que rogarle a mi madre que me dejara salir un rato, con la condición de que me abrigara bien. Estaba agotada, pero no quería dormirme durante mi tiempo con Peeta. Lo extrañaba muchísimo. Ahora que ya no podía escaparme a su tienda para dormir, mi cama se sentía sola, fría y vacía por las noches.
—Extraño las noches en tu tienda —le dije adormilada.
—¿Por qué? ¿Por que no tenías tantas pesadillas o porque podías mirarme sin playera? —Bromeó. Le di un manotazo en el brazo que mantenía sobre su estómago, pero después le sonreí. Extrañaba esa coquetería entre nosotros, últimamente la habíamos abandonado, no había lugar en nuestra cabeza para achucharnos, sólo para sobrevivir. Creo que, por primera vez, Peeta en verdad comprendió lo que viví cuando era una niña y por qué a veces podía ser tan fría, por qué tenía tanto miedo de perder a los que amaba...
—Bueno, ambas son buenas razones —le dije con complicidad—. Pero en realidad sólo extraño tu compañía. Tenemos menos tiempo para estar juntos ahora que hemos declarado oficialmente que estamos saliendo. Mi madre nos vigila como un halcón.
Le provoqué una carcajada, era tan real lo que decía, la manera en la que lo describía. Mi madre hacía como que no, que se encontraba ocupada haciendo sus cosas, pero constantemente, cuando Peeta se aparecía por la casa, ella no nos quitaba el ojo de encima.
—Sí... Por eso me encantan nuestras escapadas al bosque... Puedo besarte tanto como quiera hacerlo sin tener a tu madre carraspeando a nuestras espaldas.
Se inclinó lentamente, hechizándome con esa voz en un tono algo más bajo de lo normal y con esos ojos color azul. Hasta que intenté tomar aire y mi nariz obstruida por la inflamación y los mocos me recordó que no podía besarlo.
—¡Nononono! —alerté, poniendo distancia entre nosotros— ¡Estoy resfriada, aléjate!
—¡Ven aquí! ¡Sólo un besito!
Se abalanzó contra mí y rodamos unos metros.
—¡Nooo!
Termino riendo de nuevo sobre el pasto. Rodé los ojos, ese chico era imposible... Sin embargo, después de ver todo lo que había sufrido y lo mucho que le había costado llegar a este punto, me sentía tan contenta y orgullosa de verlo demostrar alegría, verlo demostrar ese personalidad suya de bondad, amor y ternura. Él tomó mi cara entre sus manos y frotó su nariz con la mía.
—Te amo, mi linda saeta de agua.
Acaricié su pelo.
—También te amo, mi... eh... ¿Pan pita?
Ambos reímos. No podíamos parar, ¿eh?
—Déjame besarte, ¿sí? —pidió.
—Ya te dije que no
—¡Por favor!
—¡No!
Hizo un puchero, molesto. Se giró y se cruzó de brazos. Sabía que estaba haciendo una escena para darse tiempo para pensar con qué podría hacerme cambiar de opinión si es que no lo lograba ya con ese pequeño berrinche.
—Si me dejas besarte, me quito la camisa... —Volvió esa actitud burlona y seductora.
—¿Qué? —Espera, ¿en serio había dicho lo que yo pensaba?
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ERES TÚ | THG EVERLARK
FanfictionEn un mundo sin juegos de victorias a muerte, Katniss Everdeen y Peeta Mellark comienzan la odisea de intentar conocerse el uno al otro a pesar de que eso podría traerles muchos problemas con sus conocidos y familiares. Después de descubrir que son...