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Busqué en mi armario el vestido que usé para el último Día de la Cosecha —Era una festividad que sucedía una vez al año en la que el Distrito celebraba y todos se vestían con sus mejores trapos. Ese mismo día, se elegía a dos representantes de cada distrito para competir en unos juegos de distintas habilidades y el distrito ganador recibía raciones de comida durante un año—. El color azul de la tela estaba deslavado y necesitaba una buena planchada que no le di porque a mí eso poco me importaba, llegaba a la mitad de mis rodillas y tenía un escote tipo barco. Hice mi típica trenza y llevé a Prim, quien sí se había molestado en pedirle a mamá que planchara su ropa, a la tonta fiesta de Delly Cartwright.

Nada más llegar, encontré a Gale con Thom y Bristel. Dejé a Prim irse con Rory, el hermano de Gale, y con el hermano de Delly al jardín, donde parecían estar más personas de su edad; además, me pareció mejor mantenerla lejos del cigarro y el alcohol que seguro alguien habría colado a pesar de que la fiesta era para todas las edades.

Gale se sorprendió de verme allí, pero no dijo nada y me pegó a él nada más estuve a su lado. Como ya lo había previsto, Thom estaba fumando y todo el humo me daba en la cara, le ofreció a Gale un cigarrillo, pero este se negó y se limitó a enredarme más entre sus brazos. Estaban hablando del trabajo de Thom, que ya era un minero, y de Bristel, que comenzaría a trabajar en la casa del Alcalde una vez que este regresara de sus viajes políticos. Eso me hizo pensar en Madge y en cuánto la extrañaba realmente, así que me acurruqué más contra Gale porque, de repente, se sentía como que necesitaba consuelo. Patético, lo sé.

—¡Hey, chicos, vengan a jugar! —llamó Leevy, una vecina de la Veta a la que me sorprendió ver allí, desde el salón. Bueno, supuse que no éramos los únicos «marginados» aquí.

Gale negó con la cabeza.

—No gracias, Liv.

—¿Vendrás tú, Katniss? ¡Anda!

Miré a las personas que estaban junto a ella. Todos comerciantes. Parecía que se llevaba bastante bien con ellos, pero no dejaba de tener ese sentimiento de que se la comerían viva. Un espinazo de lealtad me pinchó. Realmente no quería jugar, ni siquiera quería ir a casa de Delly para empezar: las fiestas, la charla y la gente no eran lo mío. Era raro ver gente como nosotros en este tipo de fiestas y si ella estaba logrando mezclarse, entonces eso estaba bien, no parecían interesados en mostrarse crueles, pero no era la primera vez que los comerciantes le jugaban una broma pesada a un inocente que creía que nos podíamos mezclar como si realmente hubiera una diferencia entre nosotros más allá del dinero, pues, de cualquier forma, asistíamos a la misma escuela. Pensé que quizás debería mostrar un poco de apoyo, de lo contrario, no me importaría enseñarle los dientes a estos estirados y ponerlos en su lugar si se daba la ocasión. De repente, me había puesto de humor para un reto.

Me desenredé de los brazos de Gale, resintiendo la pérdida de su calor.

—Iré, pero sólo miraré.

Ella asintió conforme y me hizo un espacio para sentarme en el suelo junto a ella. Gale me dio una mirada que no logre descifrar, pero que dejó suficientemente claro que no necesariamente le había gustado mi decisión. Pues bueno, ¿qué quería? De cualquier forma, se estaba volviendo molesto el humo de cigarro golpeándome la cara y la plática de hombres que me dejaba completamente excluida. Me parecía lo más tonto en esta tierra que fuéramos tan pobres como ratas, el dinero que les pagaban de las minas apenas les alcanzaba para mantenerse con vida, pero ¿qué hacían? Se lo gastaban en malditos opiáceos para matar el rato. Idiotas.

Entendí el juego casi inmediatamente después de que este hubo iniciado: ellos giraban una botella vacía de lo que parecía ser gaseosa y las personas a las que esta estaba apuntando debían someterse unas a otras a cumplir un reto o a responder con la verdad a una pregunta incómoda. Era tonto, pero si contabas con una vida social —cosa que claramente yo no poseía—, suponía que podía volverse interesante. Poco a poco más personas se fueron uniendo, hasta que llegaron Delly y Peeta, los retos comenzaron a subir de intensidad y a tornarse más personales para, creo yo, intentar volver el juego más interesante; pero lo único que me hacía a mí era pensar que quizá era la hora de llevar a Prim a casa antes de que esto se saliera de control.

ERES TÚ | THG EVERLARKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora